El 26 de julio, desde hace ya algún tiempo, se celebra en España “El día de los abuelos y las abuelas”, esas personas maravillosas que, por desgracia, en muchos momentos, quedan relegadas al olvido hasta que se les necesita (entonces son los primeros en aparecer en la lista para pedirles ayuda). Como dice Francisco Muñoz, presidente de la Asociación de Abuelos y Abuelas de España: “Somos como el corazón dentro del cuerpo humano, nadie se preocupa de este órgano hasta que un día falla. Los abuelos somos el corazón de la familia, somos imprescindibles para que todo funcione”.
Quizás este año, este día que celebramos hoy, me ha tocado de una forma más profunda porque recientemente ha fallecido mi abuela. Tuve la suerte de conocer a tres de mis cuatro abuelos y aunque con todos compartí muchas y maravillosas cosas con mi “Abu Chus”, como la llamábamos cariñosamente, he compartido muchos momentos, la mayoría buenos y otros no tanto -seguramente esto ha sido porque nos acompañó hasta los 98 años y esto ha dado para mucho-. En estos meses que ya no está he tenido tiempo de hacer un repaso de toda nuestra vida juntas y me he dado cuenta de que tengo recuerdos desde que era muy pequeña hasta los últimos momentos. Debo reconocer que nuestros caracteres chocaban bastante, pero, aun así, la echo mucho de menos y solo puedo estarle agradecida por todo lo que he aprendido y todo lo que me ha ayudado.
No importa la edad que tengamos, una abuela y un abuelo siempre lo son. A cualquier persona a la que preguntáramos por ellos seguramente en pocos segundos nos podrían contar alguna anécdota vivida. En mi caso he admirado mucho a los míos por la época que les tocó vivir. De ellos aprendí que hay que seguir adelante pese a las piedras que te puedas encontrar en el camino… Y sabían de lo que hablaban. De hecho, se les puede considerar unos especialistas de la vida.
Aunque los tiempos han cambiado y la labor de los abuelos y las abuelas de hoy en día es bastante diferente a la de hace años, pienso que hay cosas que no deberían cambiar, como los valores que nos pueden transmitir. Es preciso darles reconocimiento y respetarles, dejarles ser autoridades en la familia. Como parece que el mundo se transforma a la velocidad de la luz, parece también que el concepto de abuela y abuelo se ha quedado anclado en el pasado y muchas personas consideran que cuando una persona se convierte en abuelo se queda obsoleta, pero nada más lejos de la realidad. Con la crisis económica que hemos vivido, los abuelos y abuelas han vuelto a adquirir algo de protagonismo, aunque no estoy segura de si es el que hubieran querido…
Actualmente, los abuelos hacen cosas que deberían ser labor de madres y padres, pero dado el problema de tiempo que tienen los progenitores esta labor está recayendo en las generaciones anteriores. Ahora veo la labor que hacen mis padres con sus nietos y, aunque es algo diferente a la que hicieron mis abuelos conmigo, creo que es igual de importante o más que lo que se hacía antes, dada la época en la que vivimos. Su función social es evidente. Es más, creo que se debería hacer un monumento a las abuelas y los abuelos como reconocimiento a la labor tan extraordinaria que hacen tanto con sus hijos como con sus nietos. Desde luego mi abuela Chus hizo cosas extraordinarias conmigo, así que este es mi pequeño “monumento” a ella por todo lo que he recibido a lo largo de estos años.
Gracias, abuela. Feliz día allá donde estés.