Autor: Fad Juventud
12 febrero, 2021

Texto ganador del concurso de microrrelatos “16 and recovering”, organizado por Fad en colaboración con MTV Spain. Su autora es Ranná Clairott, una joven de 24 años que narra en estas líneas una historia malestar emocional empática y cercana con la que estamos seguras de que muchas personas se sentirán identificadas:

PENSAMIENTOS

Nuestro protagonista pensaba demasiado.

Tanta era la carga que su cerebro soportaba a veces, que llegaba a pensar que pensar era algo sacado de un pensamiento pensado. En definitiva, que estaba condenado a pensar tan fuerte que jamás podría dejar la mente en blanco de nuevo.

Había noches en las que los pensamientos parecían sombras que le envolvían las muñecas, atándoselas con las sábanas sin permitirle huir; otras eran las sombras las que le ahogaban, cerrándose alrededor de su cuello con tanta presión que su corazón corría una maratón entera.

A nuestro protagonista no le gustaba pensar en ello, de hecho, intentaba que los momentos en los que esos pensamientos se colaban en su interior dejaran de existir completamente. Ciertamente probó todo lo que estaba en su mano: cantar alto hasta que le dolía la garganta, repetirse un acertijo imposible e intentar resolverlo, correr hasta que se quedaba sin aliento, bailar como si sus rodillas fueran de gelatina.

Y aun así, nada.

¿Sería posible, entonces, que su capacidad innata de producir pensamientos se hubiera convertido en un monstruo incontrolable?

Esa tenía que ser, indudablemente, la respuesta a su gran tortura. Quizás nuestro protagonista estaba condenado a no volver a sentir la libertad que daba dejar la mente en blanco, lo bien que se hinchaban los pulmones cuando uno se relajaba y respiraba como si todo el tiempo del mundo fuera para ello.

Pero una pequeña parte de él se negaba rotundamente a aceptar esa realidad.

Aun estando a punto del desmayo y sintiendo cómo sus músculos se contraían tanto que la cabeza le daba vueltas hasta marearse, nuestro protagonista comenzó a pensar que sus pensamientos no podían ser pensados de una manera tan absoluta. Él había creído que siempre sería así, que jamás podría huir de los pensamientos que le atormentaban cada día; sin embargo, ahora que se concentraba y visualizaba los pensamientos como si flotaran a su alrededor, siempre se convirtió en algunos días, y nunca resultó ser un hoy.

Quizás exista un mañana en el que siempre no sea siempre, quizás él nunca pueda ser un simple cambio de marchas.

Enfadados, con la ira corriendo alrededor de la mandíbula viscosa y oscura, los pensamientos intentaron volver a hacerle cambiar de opinión. Y hubo momentos en los que nuestro protagonista casi volvió a creerles, casi se perdió de nuevo; con todo, los pensamientos le pensaban, y él pensaba en los pensamientos.

Pero no. Eso ya no era real.

Él ya sabía que los pensamientos mentían, y que por mucho que le comiera la oscuridad, había algo con lo que los pensamientos jamás contaban: que él tenía el control.