Un aula. Veinte caras más o menos atentas. Al fondo, un rostro un tanto desencajado, con ojos rojos a media asta y mirada perdida. Lo miras una y otra vez, te desconcentras porque piensas: “creo que ha fumado algo”. No pierdas la calma, es más frecuente de lo que crees. El cannabis es la droga ilegal más consumida: un 22% de los menores de 18 años lo han consumido en el último año y la edad media de inicio en el consumo se sitúa en los 14,9 años.
Es fuerte. Nos parece fuerte. El cannabis está presente en nuestra sociedad. Por tanto, también está presente en la vida de los y las jóvenes. Y hablar sobre ello, sobre el consumo de drogas con ellas y ellos y, concretamente, sobre esta droga, no siempre es fácil porque dudamos sobre el mejor enfoque, no tenemos muy claros los conceptos o no sabemos si es el momento adecuado para abordarlo.
Si eres educador o educadora seguro que en alguna ocasión te han surgido estas dudas: ¿Cómo saco el tema? ¿Qué herramientas puedo darle a mi alumno o alumna para afrontar esta problemática? ¿Cómo puedo abordar el tema de una manera constructiva? ¿Y si son padres y madres quienes me plantean la preocupación? ¿Y si el consumo forma parte del ocio de la mitad de la clase que tutelo? ¿Y si son solo consumos de iniciación, de prueba, de tonteo? ¿O, por el contrario, son usos continuados en el tiempo? ¿Y por qué lo hacen? ¿Y si hay algo más detrás de ese porro?
Según el Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD) la baja percepción del riesgo por parte de las y los adolescentes frente al consumo de drogas, especialmente en el consumo de cannabis y alcohol, es un importante factor de riesgo. Influyen muchísimo también las falsas creencias y mitos que existen en torno al esta sustancia como por ejemplo que fumar cannabis resulta menos perjudicial que fumar tabaco o que es una sustancia natural e inocua para poder aportar certezas.
Y respecto a esto, la normalización gana terreno. La legalización también, especialmente entre menores. Y entre menores, claramente: consumo cero. El impacto psicológico del consumo de cannabis tiene una especial relevancia en la adolescencia: provoca dificultades para estudiar al disminuir las funciones de atención, concentración, abstracción y memoria, obstaculizando, por tanto, el aprendizaje. Puede causar reacciones agudas de ansiedad y, en personas con predisposición a padecer trastornos mentales, puede provocar la aparición de estos trastornos o agravar los que ya se padecen. Es muy importante que desde el mundo adulto sepamos contar las consecuencias del consumo.
Muy importante es también saber cómo gestionar esa falsa percepción de control que tienen muchos jóvenes sobre su consumo –“yo controlo” o “yo solo fumo cuando quiero”- y saber identificar el malestar psicológico y emocional que puede haber tras el consumo de cannabis.
Se abren muchísimas preguntas y nos tenemos que parar a pensar en las respuestas. Las cifras son algo apabullantes y sabiendo que la cosa se normaliza podrían variar, no está claro si aumentaría o disminuiría el consumo. Hay escuelas que defienden ambos escenarios posibles. Lo que parece claro es que tendremos que enfrentar los desafíos que nos plantea la propuesta de ley y que debemos estar preparadas y preparados desde el mundo adulto: las familias, la escuela, las organizaciones.
Para saber cómo manejar estas situaciones complejas y cómo hablarles del tema a tu alumnado, Fad ha diseñado un nuevo curso de formación “Cannabis: la prevención en tiempos de normalización” dirigido a educadores de todo tipo, tanto del ámbito formal y no formal que trabajen con menores y jóvenes.. Una formación de veinte horas en la que podrás conocer las claves teóricas y prácticas con actividades dinámicas para poder abordar el tema en el aula de la forma más preventiva posible. Ojalá te sirva. Ojalá nos sirve a todas y todos, como sociedad, a afrontar esta nueva etapa de normalización.