¿Cómo y cuánto leen las juventudes universitarias? El libro Hacia una antropología de los lectores (VVAA, Fundación Telefónica), presenta una investigacion generada por dudas ante estudios que hablan de un supuesto descenso de los hábitos de lectura. La obra agrupa diversos estudios de carácter antropológico, cuyos objetivos están orientados a conocer cómo se organizan los y las jóvenes lectores y lectoras en las visitas a librerías o bibliotecas, o ante las pantallas, para conocer las novedades editoriales, las webs online, o las redes sociales.
En este sentido, la obra incorpora una investigación en forma de capítulo – Prácticas tradicionales y emergentes de lectoescritura en jóvenes universitarios, escrito por Rosalía Winocur– que aporta una interesante información sobre las prácticas y representaciones tradicionales y emergentes de lectoescritura en jóvenes universitarios/as de Comunicación Social, que asisten a una Universidad pública. Asimismo, el estudio pretende analizar cómo se articulan, asocian y/o se diferencian dichas prácticas y representaciones en el espacio biográfico, entendido como un escaparate vivido y actuado de la cultura de nuestro tiempo.
Para poder dar cuenta de ello, la investigación –realizada en Ciudad de México (México)- fue elaborada a través de un trabajo de campo dividido en dos etapas:
-Para la primera etapa se seleccionaron 6 jóvenes entre 25 y 29 años, recién graduados/as, o a punto de graduarse, para integrar el equipo de investigación, donde asumieron el rol de sujeto y objeto de investigación. Todas las personas que intervinieron eran lectoras asiduas, consumidoras y productoras de textos en formatos impresos y digitales.
-Para la segunda etapa, la observación de las prácticas de lectoescritura vinculadas al espacio universitario, se seleccionaron a 20 estudiantes que cursaban el taller de Escritura en el Módulo de Periodismo de la Carrera de Comunicación Social. Aunque se observaron las prácticas de trabajo individual y grupal de la mayoría, se entrevistaron a 11 alumnos/as de entre 18 y 26 años, cuyacomposición social era bastante heterogénea. La mitad provenía de hogares donde los padres y las madres tenían estudios medios, mientras que el resto de los padres y madres habían cursado algún tipo de estudio universitario.
La autora señala que la lectura y la escritura, en cualquier soporte, constituyen prácticas sociales afectivas y lúdicas, algo que provoca la necesidad de situar la indagación de los cambios en la lectoescritura en el conjunto de los tiempos y espacios de la vida cotidiana, sin aislar a priori lo online de lo offline, el tiempo libre del tiempo de estudio o de trabajo, el entretenimiento de las obligaciones, etc.
Teniendo en cuenta esto, una de las ideas fundamentales que deviene del estudio es que la lectura sigue siendo una actividad cargada de rituales tradicionales: leer es tocar, oler y sentir la textura del papel. Leer requiere concentración e intimidad. Leer establece complicidad con el autor o la autora, la trama y los personajes. Leer raramente es comprar, es conseguir el libro impreso a través de un amigo, un familiar o en la biblioteca. La única relación explícita entre leer y la Red, según el trabajo realizado, radica en conseguir y bajar gratis un PDF de una novela o libro de texto, para leerlo en pantalla o impreso. Por su parte, en los escenarios virtuales, la experiencia subjetiva de la lectoescritura online se define como postear, tuitear, o navegar. Tampoco se lee y se escribe cuando se busca, se googlea, se comparte, se linkea, se tuitea.
El estudio también evidencia que cuánta más apropiación práctica hay de los actos de lectoescritura en la Red (en el sentido de poder linkear, editar, publicar, o compartir un texto), existe unmenor reconocimiento social de los mismos (hasta el punto de volverse invisibles en el discurso de los y las jóvenes). Por el contrario, cuanta menor apropiación práctica hay de un texto como unidad física (particularmente en el caso de un libro impreso al no poder editarlo o linkearlo) se atribuye un mayor reconocimiento simbólico de la lectura. Por ello, no es de extrañar que las encuestas de lectura tengan un registro tan bajo de las prácticas de lectura en distintos ámbitos y soportes, si éstas solo están asociadas a la lectura de novelas, ensayos, periódicos o revistas impresas en el imaginario social compartido de entrevistados/as y entrevistadores/as.
Así, la investigación concluye que los libros impresos, las fotocopias y el uso de los cuadernos y blocks de notas en las clases o en casa, no han desaparecido del horizonte intelectual de los y las jóvenes sino que se han resignificado con cierto valor agregado.
Por otra parte, y en lo referente a las prácticas de lectoescritura emergentes, a diferencia de las tradicionales, la principal motivación gira alrededor de las posibilidades de leer y escribir acerca de uno/a mismo/a en el espacio biográfico. Por ejemplo, las actualizaciones de estado en Facebook son mensajes escritos en forma de monólogo interno que no se dirigen a nadie en concreto, que informan del estado de ánimo, de aprendizajes de la vida o eventos que ocurren en la vida de una persona.
Respecto a las prácticas de la lectoescritura en la universidad, e independientemente de que permanezcan hegemónicas las modalidades tradicionales, la dinámica de las clases magistrales se está redefiniendo lentamente a través de diversos tipos de negociaciones entre la experiencia práctica y simbólica del profesorado, por un lado, y la del alumnado con los soportes digitales, por otro.
Finalmente, la autora señala que la lógica hegemónica del espacio universitario y la lógica emergente del espacio virtual, no se comportan como ámbitos totalmente separados en la experiencia cotidiana de la lectoescritura de los y las jóvenes, pues entre ambas se producen cruces y mediaciones de carácter afectivo y pragmático. El alumnado sigue prefiriendo libros impresos y las fotocopias para leer y comprender mejor los textos, así como seguir optando por el papel pararesumir, organizar y esquematizar ideas. Sin embargo, en sus prácticas se observa el uso pragmático de todas las plataformas, soportes y recursos físicos y digitales para resolver los trabajos universitarios, incorporando con ello, todos estos nuevos dispositivos a sus prácticas tradicionales y emergentes de lectoescritura dentro y fuera de la Universidad.
Con independencia de lo interesante de estos datos y conclusiones, no podemos dejar de apuntar la posibilidad de que estén condicionados, en alguna medida, por la realidad local de la muestra de estudio, además de incidir en el carácter cualitativo y no cuantitativo de una información como la que se analiza y ofrece.