Autor: firmainvitadapj
27 marzo, 2023

*Beatriz Martín Padura

Hay muchas formas de transmitir valores. La cultura, la literatura y el teatro, en este caso, son claramente poderosos. Máxime si contamos con actores de la talla de Carmelo Gómez y Miguel Hermoso que dan vida sobre las tablas a “Las guerras de nuestros antepasados”, novela de Miguel Delibes. Esta obra trata de la cultura de la guerra versus la cultura de paz.

Nuestro protagonista, “Pacífico” (el nombre también tiene importancia en la historia), conversa con el psiquiatra del sanatorio penitenciario en el que está recluido sobre lo que cree recordar que le contaban su bisabuelo, abuelo y padre de las tres guerras en las que participaron (la Carlista, la de Marruecos y la civil española). No son menores las referencias a cómo una guerra y una victoria, en lugar de ser episodios traumáticos para todos los que los viven, que sin duda lo son, se convierten en un orgullo de vida y símbolo de virilidad. Tampoco es menor que el receptor de estos mensajes, “Pacífico”, sea un hombre sensible, posiblemente demasiado sensible para el canon de la época, y desde luego para su familia, como él lo expresa.

Puesta en escena de “Las guerras de nuestros antepasados”, obra de teatro basada en la novela homónima de Miguel Delibes. Imagen de Pentación Espectáctulos.

Nos deberíamos preguntar: ¿este belicismo sigue siendo modelo hoy? Quizás no tan directamente participando en contiendas, pero sí apoyando las que hay, o transmitiendo lo que sigue significando ser hombre, entendiendo el valor de uno en contraposición al de otro, defendiéndose de él.

Frases como “tu guerra debe de estar al caer, Pacífico”, “Bisa, El Abue y Padre esperaban mi guerra, o sea, tenían ilusión en eso” recuerdan al espectador que somos hijos de nuestros antepasados y que, aunque esta historia refleja la España rural de hace setenta años y cuesta ver hoy en día una defensa tan directa de la necesidad de luchar para demostrar ser un hombre, para tener una razón para vivir, posiblemente es mucho más común la justificación de la guerra como forma de defender tu entorno, tu territorio, tus ideas, casi como única vía de hacerlo.

Al escuchar al protagonista decir: “Por lo demás, hacían lo que podían para armarla, digo. Ve ahí usted cuando Padre llegó a Algeciras y se asomó al peñón para llamarles cabrones a los ingleses”… Todavía somos más condescendientes y pocos pensaremos que no es lo adecuado… Pero aunque la forma no parece grave, el trasfondo sí lo es: siempre buscamos fuera al enemigo, es el diferente, el culpable de nuestros males, el que debe ser excluido.

CONSTRUIR UNA CULTURA DE PAZ MÁS ALLÁ DE LA NO-GUERRA

Cultura de paz en la escuela. Autoría: kasharimitchell. Fuente: Pixabay.

¿Enseñamos en casa o en la escuela formas de escuchar a personas que piensan de forma contraria a nosotros? ¿Cómo esto tiene valor incluso para cuestionar nuestras propias ideas? ¿Aprendemos a resolver conflictos desde el cómo uno o una se siente? ¿Entendemos los beneficios de no usar lenguaje bélico? Estas preguntas son parte de las bases de la construcción de una cultura de paz y todas y todos deberíamos estar mejor formados en ello, ya que todavía nos queda mucho del poso que muestra esta obra.

Para empezar, es necesario entender dos principios básicos: uno, que solo desde la autocrítica y el respeto se avanza; y dos, que la inequidad de poderes, de vulnerabilidad y de derechos existe estructuralmente. Entender cómo estamos en el mundo, cómo ha afectado a la situación actual la historia de las colonizaciones; despojarnos del eurocentrismo al hablar de desarrollo; conocer los acuerdos que como mundo hemos  alcanzado (en materia de derechos humanos, de ODS, etc.); respondiendo sin duda a los retos a los que nos enfrentamos como humanidad, es una tarea que no sólo debe afectar a los que nos dedicamos a esto, sino a la población en general, y en particular a los que tenemos una situación privilegiada, de poder, que somos los que más necesitamos adoptar nuevas miradas. Y estos son los fines últimos de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global y de la construcción de una cultura de paz. 

Tal y como indican Puig Rovira, Gijón Casares, Martín García y Rubio Serrano (2011), aprender ciudadanía aglutina cuatro tipos de aprendizajes: “el aprender a ser uno mismo”, “el aprender a convivir”, “el aprender a formar parte de la sociedad” y “el aprender a habitar el mundo”. A su vez, para esto, necesitamos competencias para aprender a conocer, hacer, ser y convivir (Delors, 1996).

Desde Fad Juventud asumimos la definición de las Naciones Unidas (1998, Resolución A/52/13): “La Cultura de Paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones”. Y compartimos la evolución del concepto de Educación para el Desarrollo (EpD) a “Educación para una Ciudadanía Global” (EpCG), con el objetivo general de “promover una cultura de la Paz y la Solidaridad” que va mucho más allá de las antiguas conceptualizaciones de la EpD como herramienta al servicio de la Cooperación al Desarrollo, y que tiende a potenciar el pensamiento crítico y el compromiso activo para transformar(nos), emancipar(nos) y movilizar(nos) ante las desigualdades e injusticias que se producen en un mundo globalizado. En su sentido más amplio, la tarea es trabajar para generar la transformación social con el objetivo de crear sociedades más justas y sostenibles (Plan estratégico de cooperación 2022-2024).

Y así, como la cultura a través de sus novelas históricas convertidas en obras de teatro,  trabajamos para transmitir valores, para transformarlos, para fomentarlos. Ese es nuestro compromiso. Ojalá también se nos pueda llegar a llamar “Pacífico” o, más bien, “Pacífica”, como organización que se cuestiona, que impulsa el cambio y que aprende para, de verdad, sumar a una gran cultura de paz. 

*Beatriz Martín Padura es la directora general de Fad Juventud. Licenciada en Psicología, coach, MBA y experta en transformación digital de negocio y en procesos de innovación en oenegés, cuenta con una trayectoria profesional que la ha llevado a puestos de responsabilidad en empresas y organizaciones:  ONO, DELL, Instituto Europeo para la Gestión de la Diversidad y Ayuda en Acción, entre otras. Es una apasionada del mundo que le ha tocado vivir y del poder de la juventud para hacerlo mejor.