A escala mundial, una de cada dos personas jóvenes nacidas entre 1982 y 2004, considera que el cambio climático es el principal problema al que se enfrentan las sociedades actuales. A esta preocupación, le siguen los conflictos bélicos (39%) y la desigualdad social (31%). Estos son algunos de los principales resultados de la encuesta anual Global Shapers que, publicada recientemente por el Foro Económico Mundial, ha sido respondida por 31.000 personas de 186 países con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años.
Los resultados de la encuesta también examinan los escenarios de cada país analizado. En el caso de España, con un 82,5%, la corrupción se percibe como el principal problema que atraviesa el país. Además, en este sentido, más de la mitad de los y las jóvenes consideran que su opinión no es tomada en cuenta a la hora de elaborar políticas públicas.
Por su parte, la falta de empleo y de oportunidades económicas es el segundo problema nacional percibido por la juventud española (74,4%). Sobre esta cuestión, y tal y como reseña el diario El País, casi 9 de cada 10 jóvenes, manifiestan una gran predisposición a mudarse a otro país para encontrar un trabajo o mejorar su posición laboral. Esta actitud ante la emigración supera al promedio de nacionalidades encuestadas, donde uno de cada cinco afirma que una mejor vida laboral no sería un motivo para marcharse a otro país.
Las respuestas de las casi 500 personas jóvenes encuestadas, la mayoría estudiantes, reseñan que para una mayoría (57%) es muy importante que el gobierno nacional aborde los problemas que afectan a terceros países. Asimismo, la falta de igualdad de oportunidades (60,1%) y la seguridad laboral (43,7%), son otros de los principales problemas que se perciben dentro del marco del Estado español.
En otro sentido, la encuesta también muestra el optimismo de los y las jóvenes en lo referente a sus trabajos y la tecnología de manera que, más de tres cuartas partes, consideran que ésta crea más empleos de los que destruye. No obstante, los y las jóvenes también ponen en entredicho la inteligencia artificial: la mitad de ellos/as no se fiaría de que un robot tomase decisiones en su nombre y un 40% se opone completamente a implantarse un chip bajo la piel si con ello consiguiesen mejorar sus habilidades.