Autor: Alicia Avilés Pozo
22 diciembre, 2021

La pandemia no ha terminado. Evoluciona, se transforma y seguimos aprendiendo. Pero sigue ahí. Y de su mano siguen las consecuencias sanitarias, económicas y sociales que golpean a las sociedades de todo el mundo. Mientras se atisba un horizonte de recuperación asentado sobre fondos europeos y con el cambio climático pisándonos los talones, la cultura sigue relegada a los ‘restos’ de las políticas públicas. Repasamos algunas iniciativas realizadas por y con jóvenes en un contexto donde la COVID-19 sigue castigando un sector cultural sin el que es imposible el pensamiento crítico. Hablamos de subvenciones, planes de rescate generalizados y bonos culturales que en los últimos meses han conseguido encender parcialmente las actividades culturales mayoritarias.

En paralelo, la juventud sigue asistiendo atónita a un futuro laboral incierto que ya existía antes de la pandemia y cuyas posibilidades no han hecho más que oscurecerse. Así, las heridas en cultura y juventud también son las heridas de una sociedad que quiere futuro. Porque ¿qué hay de la cultura de base, la que se hace desde abajo, la que fomenta el pensamiento crítico y el conocimiento del mundo? ¿Qué hay de todas esas personas jóvenes que la necesitan para vislumbrar una proyección real de sus sueños, y de una sociedad con valores igualitarios, que no esté en manos de quien no cree en ella?

La mayoría de expertos en Sociología lo tienen claro. Sin cultura no hay futuro. Y nadie puede construir un nuevo paradigma cultural si no son los y las jóvenes. Cuando asistimos al cierre de un año de vaivenes universales, queremos destacar algunos ejemplos de acciones socio-culturales ya en marcha como recetas para sanar las heridas menos visibles de la pandemia, pero que están ahí latiendo de la misma manera para poder sobrevivir.

Es inevitable comenzar por las redes sociales y más concretamente con Instagram y Tiktok, donde la juventud no solo realiza bailes y poses, sino que también despliega iniciativas culturales y compromiso social. También son ‘influencers’, aunque su visibilidad sea menor. Es el caso del ‘tiktoker’ e ‘instagramer’ Jordi Puig quien bajo el nombre artístico de Jordi Koalitic promueve la fotografía creativa junto a su hermano Arnau.

Obra de @Jordi.Koalitic

Durante un período de más de 5 años, y antes de su explosión mediática online que suma millones de seguidores en redes sociales, Jordi cultivó una amplia experiencia en el mundo de la imagen como ‘freelance’, antes de crear su propia productora audiovisual (Koalitic Visuals) junto a su hermano. Tras la apertura de su primera cuenta en Instagram, los hermanos Puig asentaron las bases de su fotografía, que nace del video y se retroalimenta de las tendencias online, con una proyección social fuera de toda duda.

Pasamos a otro soporte. En medio de la enorme proliferación de podcasts, destacamos la labor de Vanessa Calonge, en el alias de Capitana Podcast, pero que cuenta con todo un equipo detrás para la difusión de contenido y novedades culturales. Gestora de comunidades y fotos de internet desde los 12 años, es una gran conocedora del sector digital y comenzó con el universo de los podcasts con el programa: Marveliana Tecnóloga. Después, decidió seguir profundizando hasta crear a la Capitana Podcast junto a sus seguidores, donde habla de cultura y tecnología.

Capitana Podcast / Maria Fornieles

Con el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud profundizamos en el vínculo entre las iniciativas culturales y las sociales. Se trata del teatro social, en colaboración con este centro, que lleva a cabo la compañía Kubbo bajo el mensaje de que las compañías de artes escénicas no solo requieren artistas.

Por ello la conforman un psicólogo educativo, una directora de orquesta, un escenógrafo, un par de artistas, un chaval que hace vídeos o un experto en innovación social. Es decir, son transdisciplinares, y tienen como objetivo abordar prejuicios y estereotipos nocivos. Kike Labián y Palmira Cardo son parte de este quipo, que reúne a jóvenes artistas. Parten del hecho de que sólo el 8,7% de los artistas pueden vivir de su vocación y reivindican “el papel del arte y de los artistas jóvenes como agentes de cambio social”.

Kubbo

Otra iniciativa nos traslada a la música. Pablo Barajas está montando la Orquesta Joven para Castilla-La Mancha (OJMAN). El proyecto consiste en aunar en una orquesta a los mejores talentos musicales de 15 a 27 años complementándolo con jóvenes de otras comunidades autónomas que enriquezcan también la experiencia humana del proyecto. Según cuenta Pablo, este tipo de orquestas funciona por encuentros en etapas vacacionales del curso, y “queremos que pase por cualquier rincón de Castilla-La Mancha; tanto para establecernos un encuentro unos días como para ofrecer los conciertos en lugares urbanos y rurales”.

“Ha sido casi un año de trabajo en la sombra previo a poder sacar a la luz el proyecto. Ha sido increíble la acogida de los/as jóvenes músicos/as, puesto que aún no hemos tenido el primer encuentro, pero ha sido increíble que casi 200 músicos de cualquier rincón de España se han interesado por hacer las pruebas con nosotros. Son unos 70 los/as seleccionados/as, y otros 40 aproximadamente están en bolsa de reserva”, detalla.

“El mundo más que nunca necesita de personas que desarrollen la sensibilidad”

Sobre el contexto general, Pablo Barajas opina que estamos en tiempos de “resultados y consumismo inmediato para todo, y la cultura no es una excepción”. Considera vital que todos los que se dedican a la cultura tomen conciencia de ello y se adapten a nuevas formas de divulgación; abarcando nuevos públicos y espacios, “porque la cultura nos habla a todos y todas”. Esto afecta de lleno al público infantil y joven, “que serán el gran público del futuro”. “El mundo más que nunca necesita de personas que desarrollen la sensibilidad, y no hay nada como la música para mirarse hacia adentro y reaccionar”, concluye.

Si seguimos proyectando cultura y juventud es imprescindible hablar también de videojuegos. No ha sido un sector castigado pero sí adolece de una diversificación que puede conformar ese mencionado nuevo paradigma cultural. La Asociación Española de Videojuegos (AEVI) ha querido promover el desarrollo de videojuegos en el país con varias convocatorias de ayudas, ideales para jóvenes. Hay ahí una apuesta de enorme relevancia en la creación de ‘software’ y en puestos de trabajo para las nuevas generaciones.

Resulta también interesante el arranque de AEVIDevs, un proyecto que aspira a convertirse en el punto de encuentro entre los desarrolladores en España. La iniciativa constará de dos canales propios en las plataformas de Twitter y Twitch, con el fin de hacer escucha activa de las necesidades de la industria, debatir sobre noticias y eventos de interés y trasladar información relevante sobre subvenciones y ayudas al videojuego.

Videojuego Twelve Minutes

La cultura juvenil en España también se ha afianzado sobre el cómic. Son innumerables las iniciativas que se llevan a cabo a nivel local para promover los valores sociales a través de este género literario. Pero entre las más populares queremos destacar, por su mensaje, la novela gráfica ‘Utopía’, de Ana Alonso. Cuenta la historia de Lía, una chica con fama de problemática que participa en un campamento de desintoxicación para adolescentes enganchados a las nuevas tecnologías. Allí va a descubrir que su experiencia será diferente a lo que esperaba. Para empezar, la primera noche aparece un pájaro muerto en la cama de la monitora. Y todos los dedos señalan a Lía como la culpable. Para defenderse, tendrá que encontrar buenos argumentos.

Se trata de un cómic que enseña a pensar y a desarrollar opinión crítica. La filosofía aplicada a los problemas de la vida cotidiana. “Descubrir cómo gracias a la filosofía podemos tener herramientas para preguntarnos y afrontar un problema desde diferentes puntos de vista, dejando a un lado los prejuicios y la visceralidad, evolucionando como seres humanos y generando criterio. Otra receta para el conocimiento de un mundo herido”, destacan en la editorial Anaya.

Desde los inicios de la erupción de la Palma, los jóvenes ayudaron y lo hicieron también con actividades culturales de todo tipo

El grafismo tiene mucho de arte visual. Y son también muchas las iniciativas locales que están despegando para dar a conocer el arte juvenil. En La Laguna (Tenerife) descubrimos que una treintena de jóvenes exponen sus obras en Merkarte Navidad, mediante una iniciativa de la Consejería de Educación y Juventud. Sin dejar el archipiélago, también hemos visto cómo las personas más jóvenes han sido promotores del compromiso social: alumnado de Tazacorte, El Paso y Los Llanos de Aridane trabajó desde los inicios de la erupción para ayudar a sus vecinos y compañeros evacuados y acogidos en el Recinto Ferial y lo hicieron también con actividades culturales de todo tipo.

Nos detenemos por último en el carácter institucional de la iniciativa cultural. Todas las comunidades autónomas promueven certámenes, concursos y premios para jóvenes artistas. Es el caso del Instituto de la Juventud de Castilla y León y su Cartera de Jóvenes Artistas: reconoce el talento de jóvenes de la región para crear sinergias entre diferentes artes, busca generar mayor impacto y estrechar lazos con entidades públicas y privadas del mundo del arte y la cultura (museos, salas, galerías, bibliotecas, editoriales) y fomenta la práctica artística y el conocimiento del arte y la cultura entre todos los y las jóvenes de la comunidad autónoma.

En su libro ‘Una juventud zaleada. Crisis y precariedades’, el Doctor en Sociología Mariano Urraco habla de los modos en que unos (y unas) jóvenes se enfrentan a una crisis y de las estrategias que desarrollan junto con sus familias para enfrentarse a las circunstancias. Y habla, también, de cómo esta juventud es objeto de “zaleo” por parte del mercado de trabajo y del sistema social, que le exigen la asunción y adopción de un repertorio de lógicas de pensamiento y acción orientadas a la conformación de un tipo humano acorde a los nuevos tiempos.

A partir de la experiencia y el testimonio de una serie de titulados universitarios extremeños, se plantea un diálogo entre esa juventud y el conjunto de pautas y prescripciones formativas y laborales hoy hegemónicas, “rastreando los puntos de fricción y los diversos elementos que podrían tomarse como indicio de la eventual existencia de una nueva generación, con entidad propia y rasgos específicos”. Desde un presente súbitamente bloqueado, el choque que se experimenta entre un pasado añorado y un futuro incierto “dibuja las cicatrices de esta juventud en el laberinto de la sociedad contemporánea”. Es un contexto que, sin duda, puede extrapolarse a todo el país.

Y para terminar, constatamos que sigue vigente un manifiesto que el colectivo Juventud Necesaria publicó antes de la pandemia sobre los y las ‘millenials’, las personas que nacieron desde mediados de los 80 hasta la mitad de los años 90, es decir, los que alcanzaron la mayoría de edad en el nuevo milenio, en el siglo XXI. Crecieron con el mayor avance de la tecnología y las redes sociales. Varios estudios los han definido como emprendedores, con sensibilidad social, predispuestos al trabajo colaborativo y con actitud positiva ante la vida. Valientes, tolerantes y resilientes serían las tres etiquetas generalizadas. Pero, ¿qué es de estas personas y de la siguiente generación, la nacida ya en el nuevo milenio, sin un sector cultural donde desarrollarse? Esa pregunta solo tendrá una respuesta positiva si la herida no crece. Si estas recetas son un ejemplo que podamos estimular, apoyar y promover.