La diferencia en la proporción de quienes se consideran feministas entre mujeres y hombres jóvenes siempre ha sido notable y se mantiene desde 2017, siendo siempre muy superior entre las mujeres la autodenominación feminista. Sin embargo, en 2023 llama la atención que, por primera vez en toda la serie histórica el porcentaje de mujeres que se consideran feministas se ha reducido (pasando del 67,1% en 2021 al 57,4% en 2023). Un punto de inflexión claro, ya que, hasta ahora, el sentir feminista no había dejado de crecer en las mujeres desde que empezaron a recogerse estos datos. Por lo que respecta a los hombres, se consolida la tendencia hacia la reducción del sentir feminista que se inicia en 2019 cuando el 37% de ellos afirma sentirse feminista, bajando en 2021 a un 32% y, en 2023, al 26%. Es decir, hoy en día solo uno de cada cuatro chicos jóvenes se considera feminista.
Estos datos han sido extraídos de la cuarta edición del “Barómetro Juventud y Género 2023”, una investigación del Centro Reina Sofía de Fad Juventud, realizada a través de 1.500 entrevistas a jóvenes entre 15 y 29 años. Este Barómetro, que se realiza bienalmente desde 2017, tiene como objetivo conocer las percepciones y vivencias de la juventud sobre diversos temas relacionados con las diferencias de género. Y, para ello, presenta indicadores que permiten analizar la situación actual, los posicionamientos de la población joven española y apuntar tendencias en la evolución de los datos recogidos.
Las valoraciones positivas que la juventud realiza sobre el concepto “feminismo” siguen siendo mayoritarias: casi el 60% cree que debe implicar tanto a mujeres como a hombres y el 47% asegura que ese feminismo es clave para conseguir la igualdad real. Siendo entre las mujeres donde la valoración positiva de ese feminismo es muy superior (64% frente al 52% de los hombres cree que debe implicar también a los hombres; el 57%, frente al 37% de los hombres, que es necesario para conseguir la igualdad real).
Es fundamental destacar el gran consenso que sigue generando en la juventud la convicción de que la lucha por la igualdad es imprescindible para alcanzar una sociedad más justa, siendo conscientes de las desigualdades que genera la estructura social y cultural patriarcal. De hecho, casi la mitad de jóvenes (49%), afirma que las desigualdades entre hombres y mujeres son grandes o muy grandes en España. A lo que se suma que dos de cada tres jóvenes (el 63,3%) considera que la violencia de género es un problema social muy grave.
Un sentir de la juventud que sigue estando mayoritariamente alineado con las luchas por la igualdad entre hombres y mujeres y que lo consideran un valor fundamental en nuestra sociedad.
En lo referente a las diferencias de oportunidades, tienen claro que las chicas se encuentran en peor situación que los chicos en muchas más circunstancias, especialmente para ir solas por la calle, según el 46% de jóvenes. Además, el 30% cree que son peor tratadas en redes sociales, que cuentan con menos o peores oportunidades para el acceso a puestos de responsabilidad en la vida política (29%), para compaginar la vida familiar y profesional (26%), en los salarios o en el acceso a puestos de responsabilidad en el trabajo (25%).
Y son las mujeres las que visualizan en mayor proporción estas diferencias de oportunidades, con porcentajes muy superiores a los de los hombres en todos los casos. De hecho, la diferencia en las vivencias de discriminación entre los y las jóvenes es importante: solo un 3% (2% de las mujeres y 5% de los hombres) dice no haber sentido discriminación en algún momento o circunstancia. Siendo el 39% el que asegura haber sentido discriminación por su aspecto físico (más las mujeres que los hombres, 42% frente a 35%), el 27% por ser joven (35% de las mujeres y 19% de hombres); o el 20% por razón de género (27% de las mujeres frente al 13% de los hombres).
La calle (29%), el ámbito laboral (20%), las redes sociales (19%) y la familia (17%) son los espacios en los que más se identifican experiencias de discriminación. Siendo muy superior el porcentaje de mujeres que identifica todos estos ámbitos respecto al de los hombres.
Aunque se observan algunos puntos de unión, es posible afirmar que sigue existiendo una importante polarización en las posiciones y actitudes que ocupan los chicos y las chicas en torno a las identidades y las atribuciones de género.
La asociación diferenciada de lo que corresponde a las mujeres y a los hombres sigue siendo evidente, marcando una idea clara de lo que se espera (el deber ser) desde el género. En lo referente a esos estereotipos de género, hay coincidencia en que tanto ellas como ellos se ven a sí mismos/as como trabajadores/as y estudiosos/as e inteligentes. Sin embargo, las características más asociadas a las mujeres son de responsabilidad, prudencia, sensibilidad y ternura, mientras que las características asociadas a los hombres son de dinamismo, acción y emprendimiento, apuntalando así estereotipos tradicionales de feminidad y masculinidad.
Pero, más allá de la imagen diferenciada de lo masculino y lo femenino, en 2023, para alrededor de la mitad de los y las jóvenes, es indiferente ese género a la hora de valorar si un ámbito profesional es más adecuado para las mujeres o para los hombres. Para la otra mitad, tanto el ámbito asistencial, sanitario y de cuidados como el de la educación y docencia los consideran más adecuados para las mujeres, mientras que informática, gestión empresarial e ingeniería son considerados ámbitos profesionales claramente más masculinos, tanto por las mujeres como por los hombres.
Otro punto de divergencia es la percepción de la presión social (por parte de la familia, amistades, docentes, sociedad…), puesto que, prácticamente en todos los aspectos analizados (éxito profesional, no defraudar al entorno, ocultar la tristeza o la ansiedad, ser atractivo/a…), es significativamente superior para las mujeres.
La inmensa mayoría de jóvenes (69%) considera que es imprescindible tener un espacio propio e individual en las relaciones de pareja (mucho más entre las mujeres (76%) que entre los hombres (62%). Observando también porcentajes muy importantes que visualizan la pareja de una forma más dependiente, opresiva y limitante.
Sin embargo, los datos también señalan que el impacto de los estereotipos asociados al modelo familiar patriarcal y al amor romántico tradicional se ha visto reforzado en los últimos años. Se puede detectar, por ejemplo, en posturas como que el chico debe proteger a su chica (del 33,6% en 2021 al 43,8% en 2023) o que los celos son una prueba de amor (21,2% en 2021 y 27,1% en 2023), superando en ambos casos el grado de acuerdo de los hombres al de las mujeres en 20 puntos porcentuales.
La tipología de pareja preferida por las personas jóvenes sigue siendo, de forma mayoritaria, la monógama (65%), seguida de las relaciones sin compromiso (11%). El 8% prefiere no tener pareja, y el 5% se inclina por una pareja no monógama (libre, poliamor…) o por otros tipos de parejas. Siendo las mujeres las que abogan por la monogamia en mayor medida (74% frente al 55% de los hombres).
Las ideas en torno a los roles de pareja y familia evidencian también ese asentamiento de ideas regresivas de género (y de estereotipos tradicionales) en un grupo pequeño, pero amplio, de jóvenes. Más de la tercera parte del total considera que las mujeres nacen mejor preparadas para cuidar hijos (36%); el 26% que las mujeres, aunque trabajen, lo que realmente quieren es crear un hogar y tener hijos; el 22% que son los hombres quienes deben sostener a la familia; el 18% que las mujeres deberían ocuparse antes del cuidado familiar que de su vida profesional y el 13% que no es bueno enseñar a un chico a cocinar, limpiar o cuidar a menores.
El 58% de quienes viven con su familia de origen y el 61% de quienes lo hacen con su pareja declara que el reparto de las tareas es igualitario en sus hogares. Sin embargo, el 34% reconoce que estas tareas son más frecuentes entre las mujeres.
El conjunto de jóvenes encuestados tiene claro qué tres situaciones consideran más inadmisibles como actos de sexismo: los piropos en la calle (23%), atribuir las conductas violentas antes a los hombres que a las mujeres (según el 20%) y que los cambiadores de pañales estén en los baños de mujeres (20%). Prácticamente el mismo porcentaje (19,7%) señala el que se valore de forma diferente la ropa que lleva una chica o un chico.
El balance entre mujeres y hombres es claro. Las chicas señalan de forma mayoritaria que consideran inadmisibles los piropos (25% frente al 21% de los hombres), siendo la segunda opción más señalada la identificación de todos los actos como inadmisibles (24% de las mujeres frente al 10% de los hombres). En el caso de los hombres, la opción más señalada (por el 25,4%) es que se atribuyan antes las conductas violentas a los hombres que a las mujeres (opción que señala el 15% de ellas), seguida de que sea el hombre quien tenga que invitar (24% de los hombres y 10% de las mujeres).
Además del dato aportado anteriormente de que dos de cada tres jóvenes (63,3%) afirma que la violencia de género es un problema social muy grave, el 30% cree que, aunque esté mal, es inevitable porque siempre ha existido; una consideración que se ha mantenido estable en los últimos años y que ha sido superior entre las mujeres (+/-72%) e inferior entre los hombres (en torno al 54%).
Unos datos que indican también que la juventud se está volviendo menos combativa ante esta violencia de género, hasta el punto de llegar a justificarla o negar su existencia. Es decir, aunque menor, el porcentaje que la justifica o la niega de forma taxativa es elevado: el 18% se muestra de acuerdo con que la violencia de género no existe y que es un invento ideológico; mientras que casi el 17% dice que es algo habitual en el seno de una pareja y el 16,5% no lo ve como un problema si es de baja intensidad.
Aunque más peligrosa es si cabe la evolución de las actitudes ante afirmaciones como que la violencia de género: “es algo habitual en la pareja”, “si es de poca intensidad, no es un problema” y “no existe, es un invento ideológico”, puesto que ha llegado a duplicarse, incluso triplicarse, el número de personas jóvenes que sostienen disposiciones como estas, que pueden contribuir a perpetuar la violencia de género y dificultar los esfuerzos para combatirla y prevenirla.
Esos porcentajes sobre la consideración de la violencia de género como problema social grave evidencian una tendencia preocupante sobre sus percepciones, con un aumento de actitudes que minimizan, justifican o niegan la gravedad del problema. Siendo alarmante detectar que crece el porcentaje significativo de jóvenes, tanto hombres como mujeres, que están adoptando posturas derrotistas o negacionistas hacia esa violencia de género.
El 87% asegura haber visto en su entorno cercano alguna situación de violencia de hombres contra mujeres. La más reconocida: revisar el móvil de la pareja (por el 54% entre las mujeres y el 35% de los hombres). Seguido de otras relativas al control, la minusvaloración y la humillación como: controlar todo lo que hace la pareja (47% de mujeres, 25% de hombres) o limitar con quién se puede hablar o a dónde se puede ir (36% del total, 46% de las mujeres y el 26% de los hombres).
Y del reconocimiento a la vivencia, ya que es muy relevante el porcentaje -mayor entre mujeres- que declara haber sufrido experiencias directas de violencia en sus relaciones de pareja; entre las que vuelve a destacar que les revisen el móvil, seguido de experiencias de control, presión o denigración. Y solo un 38% asegura no haber vivido ninguna de las situaciones que se les han sugerido en el cuestionario.
Poniendo el foco en la actitud, percepción y experiencia vinculadas a la violencia de género y a la violencia en la pareja, prácticamente todos los indicadores analizados reflejan una realidad preocupante: un porcentaje considerable de mujeres reporta haber sido objeto de violencia emocional, física o sexual por parte de sus parejas. En 2023, un 24,4% de las mujeres afirma que su pareja les ha revisado el móvil, un 19,7% que controlan dónde está permanentemente y en el mismo porcentaje con quién puede hablar. Por parte de los hombres, el 18,5%, 11,3% y 15,3%, respectivamente, afirman sufrir el mismo tipo de violencia.
Otra diferencia drástica se observa al valorar si se ha experimentado “insistir en tener sexo cuando yo no quería”. Así, un 21,2% de mujeres reconoce esa coerción sexual por parte de sus parejas frente al 9,1% de los hombres.
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