“Culpables hasta que se demuestre lo contrario”, así es como se sienten los chicos adolescentes cuando se les plantean diferentes escenarios relacionados con la violencia de género, en un discurso cargado de ambigüedades en muchos aspectos, pero unánime respecto a la pérdida de presunción de su inocencia. Las chicas adolescentes, por su parte, también señalan la desprotección jurídica de los hombres como algo negativo para ellos y también para las mujeres que sí sufren violencia de verdad.
Pero hay otros mitos, como el de las denuncias falsas, el de la mujer casta y respetable, el de la mujer santa y el hombre conquistador que también empapan la percepción adolescente sobre esta problemática que consiguen que el imaginario sobre violencia de género esté lleno de confusión y negacionismo, a la vez que dificulta la construcción de relaciones sanas en esta etapa de la vida.
Todo ello se vincula también con el antifeminismo, sobre todo los discursos más negacionistas de algunos de ellos. El sentimiento de ser víctimas de un sistema que cancela a los hombres es lo que acaba derivando en posturas contrarias al feminismo, porque sienten que les sitúa en una situación de inferioridad y vulnerabilidad frente a las mujeres.
Se observa una creciente polarización entre mujeres y hombres adolescentes, pues al mismo tiempo que los chicos se acercan a posiciones posmachistas, las chicas siguen defendiendo posturas feministas, aunque no siempre se definan como tal.
Estas son algunas de las principales conclusiones de la investigación “Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género”, realizada por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud. De carácter cualitativo y con el objetivo de captar los argumentos que componen el antifeminismo y el negacionismo de la violencia de género, se basa en entrevistas a adolescentes entre 14 y 17 años, chicos y chicas, en entrevistas a expertos y expertas en género, sexualidades juveniles, masculinidades e intervención, y en talleres de cocreación con jóvenes. Además, la investigación tiene una clara vocación de transferencia de conocimiento e incluye recomendaciones, retos y oportunidades para el trabajo con adolescentes.
La investigación ha sido presentada por la directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura, el investigador del Centro Reina Sofía de Fad Juventud, Stribor Kuric y Nerea Boneta Sádaba, una de las autoras del estudio.
La investigación pone de manifiesto que los y las adolescentes tienen problemas para identificar la violencia de género. Esta se asocia a aquellos tipos más extremos o graves (agresiones sexuales), mientras las violencias más cotidianas se normalizan y no se consideran tan importantes. Los adolescentes varones no niegan al completo la existencia de la violencia de género, pero sí banalizan o minimizan su importancia.
El argumentario más habitual es: 1) que la violencia de género está mal definida; 2) que las medidas que se toman no son adecuadas; 3) que muchas de las cosas que recoge han pasado siempre y no es para tanto; 4) que son cosas que pasan más bien en otros países o épocas; 5) que en el fondo es inevitable y no se puede erradicar; 6) que la víctima también tiene culpa; 7) que las mujeres también lo hacen; y 8) que está magnificado mediáticamente.
La masculinidad es una construcción sociocultural que entraña un conjunto de creencias, comportamientos y actitudes que cada sociedad atribuye a los hombres. En las últimas décadas -como consecuencia de las transformaciones, sociales, económicas y políticas- el modelo tradicional de masculinidad se ha resquebrajado y los chicos jóvenes se sienten, a menudo, desconcertados ante lo que la sociedad espera de ellos, sobre lo que significa “ser un hombre”.
El Informe “La Caja de la Masculinidad: Construcción, actitudes e impacto en la Juventud española” (realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud en 2022) puso de manifiesto que, pese que una gran parte de los hombres jóvenes se siguen alineando con los postulados de la masculinidad hegemónica tradicional (dentro de la caja de la masculinidad), la mayor parte de la juventud parece alejarse de este modelo (fuera de la caja de la masculinidad) y el valor de la igualdad genera un consenso social elevado.
El 46,4% de jóvenes se considera feminista frente a un 41,8% que dice no serlo, y hay un consenso mayoritario en que la violencia de género es un problema social muy grave (74,2%).
No obstante, resulta todavía más interesante explorar aquellas posiciones intermedias (al borde de la caja de la masculinidad), puesto que se trata del grupo más numeroso entre los hombres jóvenes (44,7%). Los hombres situados en esta posición intermedia podrían estar sosteniendo postulados machistas, solo que adaptados a los nuevos tiempos, motivo por el que pasan más desapercibidos.
Algunas de estas afirmaciones son que el feminismo “busca perjudicar a los hombres” (34,7%) o que “no se ocupa de problemas reales, sólo se usa como herramienta política” (38,1%). Asimismo, esta posición intermedia refleja apoyos por encima del 45% ante afirmaciones como: “no se puede debatir con feministas porque te acusan de machista muy rápido” o “los hombres suelen tener trabajos más duros que las mujeres”. Por lo tanto, es fundamental ahondar en esta realidad para comprender qué argumentos y narrativas se están desplegando, para poder contrarrestar algunos de sus efectos más nocivos
Según la investigación “Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género”, aunque los adolescentes se están alejando de algunos de los mandatos de la masculinidad tradicional, siguen manteniendo rasgos de una masculinidad tradicional, como la del “hombre hecho a sí mismo”, la del “hombre heterosexual y muy activo sexualmente” o la del “hombre con liderazgo, decisión e independencia”, actitudes con las que no se sienten del todo cómodos.
De hecho, admiten necesitar expresar públicamente que lo están pasando mal y lamentan que la sociedad les meta a todos “en el mismo saco”. También critican que las chicas busquen “fuckboys” superficiales con más capital social, en vez de buscar chicos que las vayan a cuidar y querer.
Tal y como señala Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud: “La consideración de una mirada más amplia sobre la masculinidad, especialmente en esta etapa adolescente de definición de la identidad, es importante en tanto que estos rasgos atribuibles a chicos o chicas son una construcción sociocultural que cala en los comportamientos. Si no trabajamos sobre las masculinidades es imposible trabajar con cambios de actitud”.
Expertas y expertos en sexualidades juveniles, masculinidades e intervención, que también han sido entrevistadas y entrevistados para afinar en las conclusiones del estudio, señalan la necesidad de superar el “síndrome de la eterna introducción”, que define la resistencia de determinados sectores sociales a profundizar en los factores que rodean, causan y conducen a la violencia de género, apoyándose en el enfoque de la construcción de las masculinidades y también en la reflexión crítica sobre los feminismos.
Para conseguir la superación de esta simplificación y una mayor sensibilización en la etapa adolescente, desgranan estrategias centradas en el cambio individual, tratando de que los chicos conozcan modelos de masculinidad alternativos e igualitarios, y que no los reconozcan como una pérdida de privilegios; y estrategias centradas en el cambio social que incluyan herramientas y abordajes desde lo comunitario que eviten la excesiva vigilancia de las conductas individuales.
También se señala la necesidad de un abordaje interseccional que deje atrás la identidad del hombre blanco heterosexual como subjetividad universal y que entienda que los chicos, los hombres, no son un grupo homogéneo, sino lleno de matices y diversidades, también en sus percepciones y discursos.
De los resultados del presente estudio se extraen algunas recomendaciones que pueden ser incorporadas en la intervención (y/o investigación) con adolescentes para trabajar sobre las masculinidades y el negacionismo o banalización de la violencia de género.
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