(Madrid, 22 de octubre de 2020).- Casi 9 de cada 10 jóvenes de 15 a 29 años continuaron sus estudios de manera conectada durante el tiempo que estuvieron cerrados los centros escolares, aunque el 71% con algunas (51%) o bastantes (20%) dificultades relacionadas fundamentalmente con la concentración, la falta de preparación del profesorado, el estado anímico o la conectividad. A pesar de estos problemas, una gran mayoría afirma haber satisfecho todos o casi todos los objetivos del pasado curso escolar.
Si nos fijamos en el entorno laboral, la mitad de los y las jóvenes de 15 a 29 años trabajaban antes de la pandemia. De ellos y ellas, un tercio fue despedido o sufrió un ERTE. De aquellos que mantuvieron su puesto de trabajo -casi la mitad con reducciones de jornada o sueldo- el 58% pasó a teletrabajar. En este ámbito, el 59,3% afirma haber tenido alguna (46,2%) o bastantes dificultades (13,1%); y el 38,9% haberse adaptado perfectamente. La principal dificultad que en este caso señalan los y las jóvenes es la falta de un espacio adecuado para teletrabajar.
En ambos entornos, el académico y el laboral, la clase social declarada es determinante para el nivel de adaptación. En ambos casos, se han acomodado mucho mejor aquellos chicos y chicas posicionados en las clases altas y medio altas frente a sus compañeros de clases medias y medias bajas.
Estos son algunos de los principales hallazgos del estudio “De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento”, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, financiado por Telefónica y Banco Santander, que se ha presentado hoy en un evento online. El informe ha sido realizado a partir de las respuestas de 1.200 jóvenes de 15-29 años representativos de esta franja etaria. La muestra fue tomada durante el mes de mayo de este año, una vez comenzada la fase 0 de desescalada en todos los territorios.
En el evento “Jóvenes y desempeño digital durante el confinamiento” han participado Arancha Díaz-Lladó Prado, directora de Propósito, Diversidad y Agenda 2030 de Telefónica; Susana García Espinel, directora de Santander Universidades España y Beatriz Martín Padura, directora general de Fad. Los datos han sido presentados por la subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, Anna Sanmartín.
Además, se ha podido dialogar sobre el carácter disruptivo de esta etapa histórica para la transformación digital de estas generaciones con Carles Feixa, catedrático de Antropología Social de la Universitat Pompeu Fabra y con Ariadna Fernández-Planells, profesora de Comunicación de la Universitat Politècnica de València. El evento ha sido conducido y moderado por el periodista de El País especializado en Tecnología, Jordi Pérez Colomé.
Para la directora de Propósito, Diversidad y Agenda 2020 de Telefónica, Arancha Díaz-Lladó, “es tremendamente relevante conocer las transformaciones que la crisis del coronavirus ha producido en las actitudes y comportamientos de los y las jóvenes en el ámbito digital ya que, de esta manera, todos, empresas y sociedad, podremos trabajar para impulsar soluciones reales a los nuevos retos que nos ha planteado esta situación”.
Por su parte, la directora de Santander Universidades, Susana García Espinel, comentó que “reducir la brecha digital entre los estudiantes y reforzar la empleabilidad de los jóvenes son dos de los principales objetivos que Santander está reforzando en el marco de su política de banca responsable, impulsando distintos programas de becas y ayudas para promover el desarrollo de habilidades digitales, de liderazgo o idiomas, entre otras materias, para favorecer su inserción laboral”.
La directora general de Fad, Beatriz Martín Padura, señaló que “la transformación digital del sistema educativo es aún una asignatura pendiente, pero se están dando grandes pasos. Tenemos que ser muy cuidadosos y trabajar para que el nivel de “digitalización” no se convierta en un factor más que cree brechas sociales”.
El teletrabajo se extendió entre el 58% de jóvenes que trabajaban en el momento de comenzar el confinamiento y la educación telemática entre casi un 90% de quienes estudiaban. En ambos entornos, la mayoría de las y los jóvenes afirman haber conseguido cumplir con sus objetivos académicos y laborales.
En relación a los estudios, un 28,2% declara haber cumplido todos los objetivos planteados en el curso; el 41,2% casi todos; el 19,5% sólo en parte; el 6,6% pocos; y el 2,9% ninguno.
Las dificultades para lograrlos tienen que ver con la imposibilidad de concentrarse en el hogar (31,4%); la falta de preparación del profesorado para impartir clase online (28,9%); la existencia de dudas difícilmente resolubles en casa sin apoyo (24,7%); o no encontrarse bien anímicamente (23,1%, dificultad mucho más señalada por ellas que por ellos). Por contra, porcentajes muy minoritarios señalan como problemas el no saber utilizar el ordenador (2,5%) o no saber utilizar las plataformas de educación a distancia (3,3%).
En cuanto al teletrabajo, el 77,9% de los y las jóvenes afirman haber cumplido con todos o casi todos los objetivos laborales planteados en sus empresas. Las mayores dificultades que han encontrado para lograrlo han sido la imposibilidad de tener un espacio para trabajar (26,9%), problemas con la red (24,6%) y la imposibilidad de realizar ciertas tareas en casa (26,1%).
Generalmente los y las jóvenes se consideran más habilidosos digitalmente que sus padres y madres (71,4%), y, en más de la mitad de los casos, que sus docentes y empleadores (55,8%). En el caso de las amistades o el resto de gente de su edad las diferencias son menos notables, lo que muestra que la brecha digital percibida tiene un importante componente generacional.
Los hombres y aquellos encuadrados en la clase alta o media alta son los que destacan en la percepción de mayores habilidades que sus compañeros generacionales o incluso que sus amigos más cercanos.
En congruencia con esta percepción subjetiva de mayor destreza tecnológica, se constata que las y los jóvenes se convirtieron durante el confinamiento en importantes prestadores de ayuda para las personas que les rodean: el 72,4% han prestado ayuda a algún conocido y en el 60,2% de los casos a su padre o madre.
Sin embargo, y aunque el camino para el aprendizaje tecnológico es, principalmente, autónomo, ya que la autocapacitación es la fuente más relevante de alfabetización digital, la recepción de apoyo social es también bastante habitual. Es notable que un 42,8% de jóvenes haya recibido ayuda sobre temas tecnológicos durante este periodo de una gran variedad de personas (progenitores, amistades, pareja y hermanos/as, principalmente).
Si bien las plataformas más comunes para comunicarse con familiares y amigos se vinculan con el teléfono móvil, los sistemas empleados para comunicarse con finalidades de estudio o trabajo durante el confinamiento se localizan en PC u ordenadores portátiles.
Las videollamadas han estado eminentemente presentes en uno y otro caso, tanto con finalidades de comunicación por motivos personales como académicos y profesionales. A través del móvil, un 66,5% de chicos y chicas indica haberlas utilizado para hablar con personas de su entorno afectivo, mientras que el 50,6% de entre ellas y ellos han usado el ordenador para comunicarse por este mismo medio con personas de su entorno laboral o de estudios.
Las aplicaciones de mensajería instantánea también son utilizadas en ambos casos, pero más con un uso personal que para cumplir con el deber. El 78,5% de ellas y ellos las señalan para comunicarse con las personas con las que no conviven frente al 47,1% que las han usado en su rol de estudiantes y trabajadores.
En nivel de importancia, las comunicaciones personales se sirven en tercer lugar de las llamadas telefónicas clásicas, mientras que las comunicaciones para aprender y para desempeñar la tarea se sirven del correo electrónico.