Violencia entre iguales
La violencia entre iguales es un concepto bastante amplio que solemos utilizar para hacer referencia a un repertorio de conductas —con mayor o menor influencia negativa— que pueden ocurrir entre los niños, adolescentes y jóvenes, y que pueden ser, como explican desde el Ministerio de Educación, Visión Mundial, Unicef, actos de violencia física, psicológica o verbal (sea en forma de burlas, apodos ofensivos, insultos, difusión de rumores maliciosos y secretos o mensajes amenazantes).
Según los datos del Estudio sobre acoso escolar de Fundación Mutua Madrileña y Fundación Anar, uno de cada cuatro alumnos (24,4%) cree que hay alguien en su clase que sufre acoso escolar. Una realidad en los grupos de jóvenes de la misma edad, que pertenecen a un mismo entorno o que se encuentran en posición de igualdad o similar. Y aunque puede darse en diferentes contextos y entornos sociales, como el vecindario o actividades extraescolares, es más habitual en internet y en el colegio; conocido el primero como ciberacoso y este último como bullying.
Una forma de violencia que lleva implícito un desequilibrio de poder en el que, uno o más individuos ejercen, repetidamente y con distinta virulencia, actos de agresión e intimidación sobre otro joven. Este se encuentra en situación de vulnerabilidad y, por tanto, se convierte en víctima. Tiene una marcada naturaleza repetitiva y sostenida en el tiempo, lo que amplifica su impacto.
Son procesos de intimidación y victimización entre iguales.
Como definió el psicólogo sueco-noruego D. Olweus, pionero en la investigación del maltrato entre iguales, el acoso es una conducta de persecución física o psicológica que realiza un menor contra otro, al que elige víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a la víctima en una posición de indefensión de la que difícilmente puede salir por sus propios medios.
En muchas ocasiones se trata de un sentimiento de superioridad respecto a la víctima que puede terminar plasmándose, por ejemplo, en episodios de violencia de género. Un menosprecio a la mujer por el mero hecho de serlo, que se convierte en ataque contra su integridad y dignidad. Puede ir más allá del ámbito familiar, de la pareja o expareja y de su entorno, ya que la violencia de género la puede ejercer cualquiera, solo busca someter a la mujer, acosarla por el mero hecho de serlo, por sus características y por sus peculiaridades como mujer.
Las razones que actúan como detonante en la violencia entre iguales pueden ser muchas, pero están vinculadas a déficits y características del agresor, más que a circunstancias de la víctima. Entre ellos destacamos:
- Factores individuales: rasgos agresivos de la personalidad y/o dificultades para controlar la ira, que conducen a la muestra de comportamientos violentos con los pares.
- Factores familiares: ambientes familiares disfuncionales, con falta de supervisión por parte de los padres, incluso negligencia emocional o experiencias traumáticas de violencia en el hogar, llevan a normalizar episodios agresivos, contribuyendo al desarrollo de comportamientos violentos.
- Factores sociales: la influencia nociva de compañeros y la presión de pertenencia a un grupo nos pueden llevar a participar en actos de violencia para ganar popularidad o mantener nuestro estatus social.
- Factores culturales: ciertas normas culturales, que enfatizan la agresividad como forma de resolución de conflictos, pueden acabar influyendo en la aparición de la violencia entre iguales.
Y, a pesar de que la razón de inicio para esa violencia está en el agresor, según el Estudio sobre acoso escolar, las víctimas creen que han sido objeto de ese acoso por motivos como su aspecto físico (56,5%) o por las cosas que hacen o han dicho (53,6%).
Una clase de intimidación y maltrato que ha evolucionado con el uso de internet, a través del que se lleva a cabo en forma de ciberacoso a través de mensajes, redes sociales u otras plataformas digitales que usa el agresor.
El caso específico del bullying
Uno de los entornos donde se produce de forma más habitual esta violencia entre iguales, ampliamente conocida como bullying, es el ámbito escolar o educativo. De hecho, el 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar, lo que da muestra del reconocimiento de su repercusión en este ámbito.
El proceso de maltrato en el colegio suele ir escalado. Empieza con algo que lo desencadena y, progresivamente, se va haciendo cada vez más intenso. A cierta violencia física le acompañan las agresiones verbales, el acoso y la intimidación frecuente. Pudiendo llegar, si no se detecta y se ataja, a la exclusión escolar.
Una violencia que no encuentra un motivo definido para desencadenarse. No hay una razón concreta. Cualquier detalle, cosas tan sencillas como un pequeño choque entre víctima y agresor, destacar en positivo o negativo en las notas o, simplemente, que el agresor se fije en alguien y decida convertirlo en su víctima.
Con reiterados ataques, sufrir bullying por parte de uno o más estudiantes convierte esta época escolar en una etapa muy dura para la víctima; con graves efectos psicológicos a largo plazo.
El aislamiento, la soledad y la tristeza que sentimos por cómo somos tratados, pueden provocar una mayor necesidad de cariño, atención y aceptación, al mismo tiempo que se generan miedos e inseguridades en las interacciones con los demás.