Cuánto controlas del… juego de apuestas
El juego es una de esas actividades inherentes al ser humano. Todos jugamos desde que somos pequeños, ya que nos proporciona entretenimiento y diversión, y colabora en nuestro proceso de aprendizaje y de maduración, ayudándonos a evolucionar y a socializar.
Aprendemos normas y a cumplirlas. Nos enseña a ganar y a perder. A planificar acciones y estrategias. A colaborar y a trabajar en equipo para, juntos, lograr un objetivo.
Nos convierte en sujetos activos, actuando y planificando.
Pero más allá de esa esencia, hay un elemento que, cuando se incorpora, modifica las condiciones en las que discurre la actividad. Se trata del azar, que basa el juego más en la suerte que en la habilidad y la inteligencia de los que participamos en él. Se escapa a nuestro control.
Esa suerte puede ser la que acabe decidiendo el resultado final del juego en el que estamos inmersos. Lo que nos convierte en sujetos pasivos y transforma la positividad del escenario. Puede llegar a cambiar la diversión hacia algo más negativo, que puede acabar convirtiéndose en un posible problema.
¿Y por qué? Pues porque ese azar tiene una fuerte vinculación con el deseo de seguir jugando. Aunque en esta actividad no tenemos capacidad de conocer y aplicar las normas que nos pueden garantizar un determinado resultado, nos empeñamos en controlarlas para intentar asegurar la ganancia final. Sabemos que las recompensas que se consiguen al azar, sin una frecuencia determinada o tras un logro concreto, tienen un importante efecto reforzador de la conducta; aumentan la esperanza de conseguirla y, por ello, fomentan la realización de nuevas apuestas para lograrlo.
Es entonces cuando pueden empezar a aparecer los problemas. Desde los más puntuales hasta la pérdida de control, y lo que conocemos como ludopatía. Una fijación por las apuestas, tengan premio o no, que está empezando a ser un serio problema entre los adolescentes. De hecho, la aparición en los últimos años de numerosas plataformas de juego en línea ha aumentado su prevalencia al hacerlo más accesible, pudiendo conectarse con un dispositivo las 24 horas del día.
Porque el perfil del ludópata ha ido cambiado. Antes nos encontrábamos con personas de entre 40 y 50 años que jugaban en casinos y máquinas tragaperras y ahora ha evolucionado hacía un perfil joven, estudiantes o parados, que cambian esa máquina tragaperras por los juegos online y las apuestas deportivas.
Si analizamos los datos de las últimas encuestas de EDADES y ESTUDES, la adicción al juego está convirtiéndose en un problema cada vez más común entre los jóvenes en España. El juego con dinero, el uso de internet y los videojuegos están ampliamente extendidos en nuestra sociedad. En el último año, más de un 50% de la población de 15 a 64 años ha jugado con dinero, sea de forma presencial, online o de las dos maneras.
Eso sí, entre aquellos que juegan de manera presencial, predominan las personas que lo hacen a la lotería convencional y a las quinielas, mientras que entre los que juegan por internet sobresalen los videojuegos, las apuestas deportivas y los deportes electrónicos.
De hecho, las apuestas deportivas tienen una gran aceptación entre los jóvenes, porque, como explican desde la Federación Española de Jugadores de Azar (FEJAR) les permite multiplicar, a veces exponencialmente, el dinero invertido, partiendo de una apuesta mínima.