Cuánto controlas del… opio y sus derivados
Las sustancias derivadas del opio —sean opioides u opiáceos— actúan como depresoras del Sistema Nervioso Central (SNC) y sirven, tradicionalmente, para tratar el dolor crónico.
Permiten la liberación de endorfinas, que son los neurotransmisores del cerebro que provocan bienestar; amortiguando la percepción de dolor y aumentando los sentimientos de placer, lo que crea una sensación temporal, pero poderosa, de bienestar. De hecho, el nombre de la heroína procede de la palabra germana heroish, que significa poderoso, heroico.
Los opiáceos y los opioides son equivalentes, porque ambos se usan para tratar el dolor. Pero los opiáceos provienen de la amapola real y los opioides son sintetizados en un laboratorio, pero con acción similar a los opiáceos.
Según la encuesta EDADES, más de la mitad de los consumidores que se han iniciado en estas sustancias lo ha hecho para intentar mitigar, precisamente, ese dolor agudo o crónico o porque se lo han indicado tras una operación.
Sin embargo, a pesar de esa paz y evasión que aporta, no debemos olvidar que el opio es muy adictivo; de hecho, se considera una de las sustancias más adictivas por su alto grado de tolerancia. En general, somos muy conscientes de sus numerosos efectos negativos en el organismo, según la encuesta ESTUDES, es bajo el porcentaje de estudiantes que, a pesar de lo fácil que creen que es conseguir heroína, deciden no consumirla, por la alta percepción del riesgo que existe.
Todas ellas, imitan el poder analgésico de los opiáceos endógenos, aquellos que nuestro Sistema Nervioso Central produce por sí solo, y que se conocen como endorfinas. Se dividen en:
- Opiáceos naturales, provienen directamente de la planta, como la morfina (la más importante de los alcaloides), la tebaína y la codeína.
- Los artificiales o semisintéticos, creados en laboratorio a partir de opiáceos naturales. Es el caso de la heroína (sintetizada a partir de la morfina y mucho más potente que esta) la oxicodona y la hidrocodona.
- Sintéticos (como el fentanilo) es decir, totalmente artificiales. Imitan el efecto de los dos grupos anteriores, pero ya no están relacionados con los alcaloides. Son, por ejemplo, la metadona o la petidina.
El fentanilo es un fármaco opioide sintético con un potente efecto analgésico, fue desarrollado en la década de los sesenta como una alternativa más poderosa y segura que la morfina, por lo tanto, su efecto es más potente que el de esta. Se trata de un fármaco recetado a pacientes con dolores intensos, bien sean puntuales o crónicos.
Se consume de forma esnifada/inhalada, fumada, por vía oral en pastilla o tabletas, pinchada, en papel secante y parches. Se usa también fuera de la prescripción médica ya que se produce de forma ilegal, con bajos costes de producción, y se distribuye en los mercados de drogas ilegales en forma de polvo, vertido en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos o rociadores nasales o en pastillas parecidas a las de otros opioides.
El fentanilo actúa uniéndose a los receptores opioides que se encuentran en el cerebro que controlan el dolor, disminuyendo las señales que transmiten esta sensación. Sus principales efectos son la analgesia y la sedación, también produce: aletargamiento y desconexión con el entorno, relajación, confusión, somnolencia, mareos, náuseas y vómitos, retención urinaria, constricción pupilar y depresión respiratoria.
Su efecto es muy potente y rápido, pero de corta duración, lo que puede conducir a la búsqueda de una nueva dosis y, por lo tanto, a un aumento del riesgo de sobredosis, especialmente si se desconoce que la dosis consumida contiene esta sustancia y se aumenta la cantidad de opioides consumidos. También tiene una alta capacidad de generar tolerancia y dependencia.
Actualmente, en Estados Unidos, los opioides sintéticos, incluido el fentanilo, son las drogas más frecuentemente asociadas a muertes por sobredosis, lo que ha creado una importante crisis de salud pública. Las muertes por sobredosis de este opiáceo han aumentado en más del 90% en tres años en este país.
En España, los datos proporcionados por la Encuesta sobre alcohol y otras drogas (EDADES) señalan que el uso de fentanilo está en aumento en la población de 15 a 64 años, siendo del 1,9% en 2018, del 3,6% en 2020 y del 14% en 2022, el porcentaje de consumidores de analgésicos opiáceos que declaran haberlo consumido alguna vez en la vida (el 15% de los españoles de esta franja de edad). Sin embargo, el sistema sanitario público español regula de forma estricta el acceso y control de la dispensación de fármacos opioides, lo que supone una mayor seguridad en su uso, aunque es importante el seguimiento y la vigilancia de los indicadores sobre este consumo para analizar su evolución.
¿Quieres saber más?
El opio es una sustancia narcótica que proviene de la planta de la adormidera o amapola (Papaver somniferum), una de las más antiguas del mundo. De hecho, se encuentra referencias de ella en Mesopotamia, habiéndose utilizado ya con fines medicinales hace más de 3000 años.
Su origen está en la amapola. Los opiáceos u opioides son equivalentes en cuanto que se utilizan para tratar el dolor, pero los opiáceos provienen de la amapola real (como la morfina, y su derivada heroína) y los opioides son sintetizados en un laboratorio (fentanilo) o ciertos analgésicos (oxicodona, hidrocodona, hidromorfona, codeína, petidina, tapentadol, buprenorfina, metadona…), pero con acción similar a los opiáceos.
El término narcótico se refiere a cualquiera de los dos tipos.
Y aunque todas ellas son de la familia de las sustancias depresoras, se pueden conocer como
- Morfina, fentanilo, hidrocodona, oscicodona, codeína.
- Heroína: caballo, colacao, potro, jaco, reina, pico, chute, buco, dama blanca, hero…
Su presentación puede ser en pastillas, polvo, resina de color marrón oscuro… y se puede administrar oral, fumada, inyectada (pico) o Inhalada, en las formas más puras.