Cuánto controlas de… esteroides
El culto al cuerpo es una realidad patente que, aunque convivimos con ella desde hace mucho tiempo, se ha potenciado en los últimos años, sobre todo entre los jóvenes, ya que el uso de ciertas sustancias nos ofrece muchas posibilidades para ello.
Durante la adolescencia, a las inseguridades por un cuerpo que, en muchos casos, no nos gusta, se une el hecho de estar en pleno desarrollo. Si a eso le sumamos la presión social por un ideal de belleza impuesto, la búsqueda de la aceptación de los demás y la frustración por no ser tan perfectos como lo que vemos en Internet, series y redes sociales… el resultado es difícil de gestionar.
En esta edad, en la que estamos construyendo nuestra personalidad y buscando nuestra propia identidad, la necesidad de aprobación social y de conseguir una autoimagen positiva, van a ser elementos clave; y todo aquello que ayude a conseguirlo será muy bien valorado.
Es más fácil hacer cambios en nuestro cuerpo, que en nuestra personalidad. Y, para acercarnos al ideal de perfección, optamos por sustancias como los esteroides anabólicos con los que potenciar lo que, pensamos, debe mejorarse físicamente.
Es más fácil hacer cambios en nuestro cuerpo, que en nuestra personalidad. Y, para acercarnos a ese ideal de perfección, optamos por sustancias como los esteroides anabólicos con los que potenciar lo que, creemos, debe mejorarse físicamente. Razón por la que el consumo de esteroides se ha trasladado de lograr un mayor desempeño atlético en entornos deportivos (fueran profesionales o no) a otro para lograr mejor aspecto físico en gimnasios y centros deportivos; a “mazarse”.
No en vano, el nombre apropiado de esta sustancia es el de esteroides anabólicos andrógenos. Anabólico porque hace referencia a los músculos, y andrógeno, porque está vinculado al incremento de las características propias masculinas.
Potenciando la musculación
El consumo de esteroides se ha trasladado de lograr un mayor desempeño atlético en entornos deportivos (fueran profesionales o no) a otro para lograr mejor el aspecto físico en gimnasios y centros deportivos; a “mazarse”.
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¿Qué son los esteroides?
Son una sustancia muy similar a ciertas hormonas que producimos de forma natural —los andrógenos, y en su versión más potente, la testosterona— y utilizadas para combatir el estrés y lograr el desarrollo y el crecimiento. Son versiones sintéticas de esa hormona masculina (que también tienen las mujeres en menor grado) y que se encargan de mantener las características sexuales del hombre, de desarrollar una voz más grave o de aumentar el vello corporal, pero, sobre todo, de potenciar el tamaño corporal y la masa muscular.
Es esta última función la que los hace más interesantes para su consumo, mejorando el aspecto físico. Sobre todo, porque con ellos se consigue estimular el crecimiento muscular y el engrosamiento de los tejidos, reducir la grasa y aumentar la masa corporal.
Los esteroides se consumen en forma de “ciclos”, es decir, durante un periodo de tiempo se toman varias dosis, descansando en ciertos momentos; cuando se acaba ese ciclo, se vuelve a iniciar el proceso. Durante esos ciclos es habitual “combinar”, tomando dos o más esteroides distintos; dos orales, uno oral y otro inyectable… Es lo que se conoce como apilamiento (stacking).
Otra opción de consumo es el “programa piramidal” (pyramiding) en el que se empiezan a usar esteroides en cantidades bajas y se va aumentando gradualmente la dosis y la frecuencia. Después, se reduce poco a poco para terminar ese ciclo.
La razón de este consumo tan específico es potenciar los efectos de cada tipo de esteroides. A pesar de que no hay evidencia científica que lo demuestre, el tomarlo de forma piramidal permitiría al cuerpo acostumbrarse a su ingesta en distintas versiones y, a la vez, permitir que el organismo se recupere, minimizando los efectos adversos.
Se consumen en forma de cremas, geles, pastillas o inyectados en el propio músculo, utilizándose unas dosis de 10 a 100 veces más altas que las prescritas por el médico, y podemos encontrar restos en el organismo desde unos pocos días hasta aproximadamente un año después de tomarlos.
¿Los más conocidos? Los que se suelen usar con más frecuencia son la hidrocortisona, la prednisona, la dexametasona y la metilprednisolona.