Pero estos cambios no afectan de igual modo a todos los grupos sociales, ya que la incorporación de las TIC a los distintos ámbitos de la vida y en todos los grupos no ha sido igual, siendo la edad una importante variable a tener en cuenta a la hora de hablar de brecha digital. Es evidente que existe una brecha generacional en el uso de las TIC, que no sólo tiene que ver con la mayor disponibilidad o acceso a los gadgets tecnológicos o de conexiones a Internet, sino también, y muy especialmente, con aquellos conocimientos, habilidades y posibilidades que estos medios proporcionan.
Cuando hablamos de brecha digital, es necesario referirse a losy las “nativos digitales”. Con esta denominación nos referimos a las personas nacidas después de 1980, para poner de manifiesto no solo su mayor facilidad y frecuencia en su uso, sino también para enfatizar una forma diferente de entender y construir el mundo a través de ellas. Si bien es cierto que estos y estas jóvenes, nativos/as en el uso de ordenadores, videojuegos e Internet, procesan la información e interactúan entre ellos y ellas de una manera diferente a la de las generaciones anteriores, también lo es suponer, que como en muchos aspectos de la vida, necesitan de un proceso de aprendizaje, de “socialización digital” en este caso, para desenvolverse en el mundo digital. Ser “nativos digitales” no implica conocer y desenvolverse con total soltura ante las exigencias que implican todos estos cambios.
Las TIC tienen muchas posibilidades que implican importantes beneficios en muchas esferas y ámbitos de la vida, pero también conllevan riesgos y no solo derivados de su mal uso o de su abuso, sino también en lo que se refiere a la construcción de la propia realidad juvenil, de esa manera propia de estar ante el mundo.
Resultan evidentes las ventajas que aportan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), así como la manera en que generan nuevas opciones de relación, información, participación, gestión del tiempo y entretenimiento. La adaptación de la población a una realidad y un lenguaje tecnológico cada vez más integrado en lo cotidiano provoca que elementos como la rapidez y la inmediatez, la “reducción” de distancias, y la comodidad que todo ello genera, sean cuestiones que se asumen propias (e irrenunciables) de nuestro tiempo. De tal premisa parten los y las jóvenes, que ya han crecido familiarizados con Internet y los más diversos artilugios tecnológicos. Las oportunidades que ofrecen las TIC tienden a resumirse en la posibilidad de estar conectado con el mundo, tanto desde una perspectiva planetaria o global (saber lo que ocurre, estar informado, poder canalizar mis opiniones al respecto…), como personal y relacional (estar conectado o poderme relacionar, no sólo con mi círculo más cercano, con “todo el mundo”).
Los datos en relación al uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) entre los y las jóvenes, muestran con claridad la presencia constante de los distintos dispositivos electrónicos en sus vidas cotidianas, y también su mayor frecuencia de uso respecto a personas de más edad. A pesar de tener un planteamiento general de las TIC muy positivo, los y las jóvenes también perciben las dualidades y contrapartidas de su uso, en un ejercicio que supone aceptar el precio a pagar como parte necesaria para disfrutar de todas las ventajas.
Esta tendencia a la asunción de las contrapartidas se confirma en relación a otras ideas. Los y las jóvenes afirman que la influencia de las nuevas tecnologías provoca que “la gente se aísla más”, que “la gente se vuelva más perezosa”, y que “la gente desaprovecha o desperdicia más su tiempo”. Desde la aceptación general respecto a que Internet y las redes sociales son el lugar en el que hay que estar, resulta interesante resaltar la imagen que los usuarios y usuarias habituales tienen de quienes voluntariamente se mantienen al margen; los adjetivos que más acuerdo despiertan son “libres”, “normales” e “independientes”. Calificativos estos que dan idea de la dualidad siempre presente en la comunicación mediada por las TIC, entre la naturalización y normalización de su uso, y la asunción de ser objeto dependiente de una necesidad creada.