NombreSolventes Volátiles (Inhalantes)
Conocida comoColas, lacas, quita-grasas, gasolina, pinturas, desodorantes en aerosol, aromatizantes del hogar, aerosoles anestésicos, gas líquido, disolventes, etc.
FamiliaDepresor/Perturbador
FórmulaCualquier producto que contenga los siguientes compuestos químicos puede convertirse en sustancia inhalante de abuso: acetatos, bencenos, cloroformo, éter, cetonas, tolueno, tetracloruro de carbono, nafta, ciclohexano, mexano, tricloretilen, etc. aun
OrigenSon sustancias químicas altamente tóxicas de uso industrial y doméstico que al ser inhaladas pueden producir graves consecuencias físicas y psíquicas.
Disolventes volátiles (pintura, gasolina), aerosoles, gases (tanques de propano, encendedores de butano) y nitritos (nitrito de amilo, nitrito de ciclohexilo).
PresentaciónMuy diversas, según el objeto utilizado. Pueden ser tubos, aerosoles, botellas, botes…
AdministraciónInhalada. Lo más común es verter el producto en una bolsa de plástico y, ajustando el orificio en la boca y nariz, aspirar los vapores que se desprenden. También se puede impregnar un trapo o pañuelo o rociar directamente con aerosol sobre las mismas zonas.
HistoriaEl uso de estas sustancias tiene su origen en la antigüedad.
En La Grecia Antigua ya se inhalaban los vapores de especias quemadas y de perfumes como parte de las ceremonias religiosas.
El gas hilarante (óxido nitroso) se fabricó a finales del siglo XIX y pronto se utilizó con fines recreativos.
En la época moderna, el abuso de inhalantes apareció en la década de los 50, principalmente en EEUU, y se extendió a todo el mundo. Su uso se relaciona con la pobreza, el abandono y la marginalidad dado su bajo coste y fácil accesibilidad aunque también se utilizan por clases sociales más favorecidas.
Uso terapéuticoAlgunos productos pueden ser usados como anestésicos locales.
Tendencias de ConsumoNormalmente, el consumo de estas sustancias constituye un fenómeno transitorio que se abandona en la edad adulta. No obstante, existen personas que hacen un uso prolongado de las mismas, lo cual entraña riesgos físicos y psicológicos de enorme gravedad.Veamos algunos datos del consumo de solventes volátiles en España:

    • Aunque los niveles de consumo no son muy elevados en nuestro país, ha habido un ligero aumento en cuanto a las personas que han consumido alguna vez en su vida inhalantes: del 0,6% obtenido en 1999 se pasa al 0,8% en 2001.
    • En cuanto al rango de estudiantes de 14 a 18 años, el 1,1% declara en el año 2002 haber consumido inhalantes en los últimos 30 días, siendo el porcentaje de varones consumidores superior al de mujeres (1,5% frente al 0,7%).

Fuente: Encuesta Domiciliaria sobre Consumo de Drogas en España, 2001 (población de 15 a 64 años) y Encuesta sobre Drogas a población escolar, 2002 (estudiantes de 14 a 18 años). Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.

Situación LegalSe encuentran reguladas las condiciones generales para el uso doméstico y entre la población infantil de los disolventes, colas, pegamentos, pinturas, tintas, barnices y otros materiales análogos a través del Real Decreto 842/1985, de 25 de mayo.
En él se establecen una serie de condiciones para comercializar este tipo de productos que protejan, especialmente a los menores, de los riesgos de su uso.
Dependencia y ToleranciaMuchos inhaladores crónicos presentan un alto grado de ansiedad ante la falta de la sustancia y un fuerte deseo de inhalar por lo que podemos deducir que su consumo puede desarrollar dependencia.Existe la posibilidad de desarrollar tolerancia, necesitando inhalar más para llegar a los efectos deseados, lo que lleva a aumentar la probabilidad de aparición de problemas de salud.
Síndrome de AbstinenciaSe caracteriza por: ansiedad, irritabilidad, fatiga, insomnio, intranquilidad, falta de apetito, depresión, dolores abdominales, calambres en las piernas, dolor de cabeza, temblores, desorientación
EfectosLos efectos de los inhalantes tienen una escasa duración, entre 15-45 minutos, esto lleva a los consumidores a inhalar de forma constante para poder mantener los efectos deseados.Aunque la composición de los distintos inhalantes es diferente, todos producen efectos semejantes a los de los analgésicos, enlenteciendo las funciones del cuerpo.

Algunos de estos efectos son: exaltación del humor, euforia y alegría, reducción del apetito y del frío, ocasionales alucinaciones y trastornos de la conducta (agresividad, hiperactividad motora, etc.).

Pasados estos efectos iniciales, aparece una depresión del Sistema Nervioso Central que se manifiesta con: somnolencia, mareos, dolores de cabeza, desorientación, visión borrosa, habla confusa, pérdida del equilibrio y confusión.

Si la inhalación continúa, puede alcanzar una intoxicación grave semejante a la embriaguez etílica, con amodorramiento profundo e incluso pérdida de conciencia o coma. A ello se unen síntomas no buscados por el consumidor como nauseas, vómitos, tos, lagrimeo, etc.

RiesgosLa inhalación de elevadas concentraciones químicas de disolventes o aerosoles pueden llevar a la persona a la muerte por fallo cardiaco o por aspiración del vómito.Algunos disolventes son cancerígenos como el tolueno o el benceno.

El uso continuado de inhalantes puede producir: palidez y fatiga permanente, una disminución de la memoria y de la concentración, pérdida del equilibrio, depresión, irritabilidad, conducta agresiva, aislamiento social, disminución de la capacidad de razonamiento, trastornos del equilibrio y de los movimientos oculares, Parkinson, problemas psicológicos y emocionales, anomalías hepáticas, afecciones renales, pulmonares, digestivas y cardiacas, neuropatías, pérdida de audición, daño neuronal, etc.

La aparición de estas consecuencias, como ocurre con todas las drogas, dependerá del solvente utilizado, la dosis, y el tiempo que se lleve inhalando.
El uso crónico puede producir daños irreversibles como: temblores, problemas de coordinación, depresión, psicosis, memoria e inteligencia reducidas, alteraciones en el lenguaje, daños en el hígado y los riñones, ceguera, sordera, problemas respiratorios y daño cerebral generalizado, entre otros.

Consumo de menor riesgoHablamos de sustancias que se encuentran en nuestra propia casa o puesto de trabajo, por lo que prácticamente no tenemos conciencia de estar ante una verdadera “droga” que puede producir daños importantes.Por este motivo:

  • Nunca se correrá ningún riesgo si utilizamos estos objetos para los que han sido fabricados. En el caso de que haya niños en casa, todos estos productos deberán estar lejos de su alcance para así poder evitar que los inhalen o ingieran, incluso por error.
  • Si el contacto se produce en el puesto de trabajo, deberemos tratar de conocer lo más posible las características y posibles consecuencias que pueda producir la sustancia a la que estamos expuestos a diario.
  • Las empresas tendrán un exhaustivo control y material disponible para los trabajadores, si fuera necesario, para evitar cualquier daño. Deberán cumplir las normas de seguridad e higiene en el trabajo.
  • Los lugares donde se manipulen estos productos deberán estar bien ventilados o al aire libre.
  • Se deberá acudir inmediatamente a un servicio sanitario ante cualquier problema derivado de este consumo.
ParticularidadesQuizás pocas personas se han planteado que la gasolina que echan a sus vehículos, el pegamento que utilizan sus hijos para la escuela y otras muchos productos que utilizamos a diario puedan llegar a producir daños tan graves, muchas veces difíciles de remediar.Es preciso recordar, sin embargo, que estas sustancias no son dañinas si las empleamos adecuadamente.Muchos niños y adolescentes recurren a estos objetos para conseguir los efectos anteriormente descritos.
Por su reducido precio y su fácil adquisición (¿quién no tiene en su casa un bote de pegamento?), el consumo de estas sustancias sigue aumentando sobre todo en poblaciones más desfavorecidas.