Desde la infancia, jugar ayuda a socializar, a explorar emociones, a adquirir habilidades cognitivas y a regular nuestro comportamiento. A continuación vamos a hablar de las dos modalidades de juego más comunes entre las personas jóvenes.
Gaming o juego sin apuestas
Los videojuegos pueden influir de forma positiva o negativa en el desarrollo de las personas jóvenes, según factores como el tipo de juego, el tiempo dedicado o el contexto en el que se juegan. Como aspectos positivos, ciertos videojuegos favorecen el desarrollo de habilidades como la memoria, la atención, la coordinación mano-ojo, la toma de decisiones o el pensamiento estratégico. El uso excesivo, sin embargo, puede acarrear problemas físicos debido al sedentarismo, puede afectar al rendimiento académico, a la salud mental, a las relaciones sociales, y, en algunos casos, puede acabar en una adicción.
¿Qué podemos hacer como madres y padres para prevenir un uso abusivo?
- Establecer normas claras y coherentes: definir cuándo y cuánto tiempo jugar puede ayudar a crear una rutina saludable y responsable.
- Fomentar un equilibrio saludable: incentivar otras actividades como deporte, lectura o pasatiempos fuera del entorno digital ayuda a mantener una vida equilibrada.
- Hablar sobre el contenido de los juegos: es importante dialogar sobre lo que el o la adolescente juega y ve. Entender qué juegos le gustan, por qué, qué tipo de contenido aparece,… Y hacer reflexionar a través de preguntas.
- Promover la interacción social presencial: aunque los videojuegos pueden ofrecer interacción en línea, es crucial fomentar las relaciones cara a cara para desarrollar habilidades sociales.
En la Guía “Cómo fomentar el gaming seguro en casa” hay información complementaria sobre este tema.
Juego de apuestas
Las apuestas consisten en arriesgar dinero con la esperanza de obtener una recompensa. En la adolescencia y juventud, estas pueden convertirse en una forma de evasión, búsqueda de emociones o intento de ganar dinero rápido. Aunque el juego forma parte del desarrollo humano, cuando se transforma en una conducta repetitiva y descontrolada, puede generar consecuencias no deseadas.
En esta etapa, el cerebro aún está en construcción, lo que hace que las y los adolescentes busquen experiencias intensas y gratificantes. Este desequilibrio natural es un factor de riesgo para conductas como el juego online. A esto se suma la normalización del juego y las apuestas como una forma de entretenimiento. La publicidad dirigida, los anuncios con deportistas y celebridades, y el fácil acceso a través de dispositivos móviles hacen que muchos adolescentes comiencen a apostar sin ser plenamente conscientes de los riesgos que conlleva.
El juego online activa el circuito de recompensa del cerebro generando una sensación placentera que puede llevar a quien juega a repetir la conducta teniendo una sensación de control de la situación, pensando que tiene “una estrategia ganadora” o que si sigue insistiendo, «esta vez le tocará».
¿Qué consecuencias puede tener?
El juego problemático en adolescentes no solo tiene un impacto económico. Puede provocar aislamiento social, conflictos familiares, pérdida de relaciones, descenso en el rendimiento académico, desmotivación, abandono escolar, malestar emocional como ansiedad, tristeza, irritabilidad o baja autoestima, y, en casos graves, puede llegar a generar una dependencia psicológica que requiera de tratamiento profesional.
¿Cómo podemos prevenir?
Hay factores de protección que pueden reducir el riesgo de que un o una adolescente desarrolle problemas con el juego. Entre los que afectan al ámbito familiar, destacan:
- Un estilo educativo familiar basado en el afecto, la escucha activa y normas claras.
- La supervisión activa del uso de dispositivos y del dinero disponible.
- Fomentar alternativas de ocio saludable y actividades sin pantallas.
- Enseñar a valorar el dinero, gestionar la frustración y ejercitar el pensamiento crítico ante la publicidad y los mensajes que glorifican el consumo.
En casa, es fundamental hablar abiertamente del tema, sin tabúes ni sermones. Preguntar qué saben sobre las apuestas, qué opinan, y qué experiencias han visto a su alrededor puede abrir la puerta a una conversación valiosa. También es clave dar ejemplo, cuestionando el juego, e invitando a reflexionar sobre ello.
Si ya se observan señales de alarma, como cambios bruscos en el estado de ánimo, problemas económicos sin explicación, o aislamiento, es importante buscar ayuda profesional.
Desde el Servicio de Información y Orientación de Fad Juventud, podemos ayudarte. Llámanos al teléfono gratuito: 900 16 15 15.