No existen fórmulas mágicas para conseguir que alguien inicie un tratamiento, pero sí hay estrategias que pueden aumentar esa posibilidad. Es importante saber qué conductas pueden dificultar que la persona se plantee un cambio o inicie un tratamiento, y también qué actitudes favorecen que ese paso llegue, aunque sea poco a poco.
Qué no hacer
1. Culpabilizar a la persona afectada
Es normal sentir rabia, frustración, o desconfianza al descubrir que alguien de nuestro entorno cercano consume, pero si reaccionamos con reproches y acusaciones, puede reaccionar alejándose de nosotros. Lo que buscamos es que tome conciencia de que tiene un problema y que necesita ayuda, no que sienta que se le ataca.
2. Culpabilizarse a uno/a mismo/a
El primer paso para ayudar es recordar que el problema no es de quien acompaña, sino de quien lo vive. Aunque es común sentirse culpable cuando un o una familiar consume, debemos recordar que la persona consumidora es la única responsable de sus acciones, y que es su deber tomar las riendas de su vida.
3. Echar la culpa al entorno y restar responsabilidad a la persona afectada
Los cambios en la conducta suelen ser progresivos y responden a múltiples factores. Las amistades pueden influir, pero no determinan. La familia no puede controlar con quién se relaciona la persona afectada, pero sí puede establecer límites.
4. Culpar a las y los profesionales del tratamiento
Atribuir el fracaso a que el recurso “no sirve” desvía el foco de lo fundamental: la implicación personal de la personas afectada. No se trata de que el recurso funcione mágicamente, sino de que quien lo utiliza se esfuerce en mantener la constancia y seguir las pautas del equipo profesional.
5. Intentar controlarlo todo
Aunque desde la necesidad de querer proteger a nuestro o nuestra familiar empecemos a controlar todo lo que hace, esta actitud lo único que hace es generar agobio y desconfianza. La persona afectada debe aprender a tener autocontrol, a tomar decisiones y a ser honesta, y debe ser quien se comprometa al cambio.
6. Evitar poner límites “para no empeorar”
Cuando se cede constantemente por miedo a una mala reacción, se pierde autoridad y se refuerzan los comportamientos negativos. Frases como “al menos en casa sé dónde está” o “si no le doy dinero, robará” son ejemplos de esta trampa emocional.
7. Insistir una y otra vez en que se ponga en tratamiento
Repetirle constantemente que necesita ayuda solo aumenta el rechazo y la tensión. Si no tiene ninguna motivación, el mensaje no calará. El objetivo no es presionar, sino acompañar y estar disponible cuando esté en disposición de dar el primer paso.
8. Convertirse en “el salvador” o “la salvadora”
Un error frecuente es asumir toda la carga del proceso: buscar recursos, pedir citas, resolver gestiones… mientras la persona afectada permanece pasiva. Esta sobreimplicación lleva a la codependencia: vivir el problema como propio y dejarse la vida en ello. Ayudar no significa hacerlo todo por él o ella, sino marcar un límite saludable: “te acompaño, pero tú debes hacerte cargo”.
Qué sí hacer
1. Cuidar el vínculo sin justificar el consumo
Mantén una relación cercana, desde el afecto y el respeto, pero dejando claro que no estás de acuerdo con el consumo ni con sus consecuencias.
2. Hablar con claridad
Expón cómo te afecta la situación y expresa tus límites desde el «yo» (“me preocupa verte así”, “me duele cuando desapareces…”), sin reproches ni sermones. Escoge el momento adecuado y evita situaciones en las que la persona esté muy alterada.
3. Mostrar disponibilidad sin sobreproteger
Hazle saber que puede contar contigo si decide buscar ayuda, que le apoyarás y que estarás ahí durante el proceso.
4. Poner límites claros y reforzar las conductas de esfuerzo
Establece normas realistas sobre lo que estás dispuesto a permitir (por ejemplo, no consumir en casa, no prestarle dinero…). Cumplir esos límites de forma coherente y serena es más eficaz que los castigos impulsivos o las amenazas. Si tu familiar hace esfuerzos por intentar dejar de consumir, hazle saber que esa es la actitud que debe tener y refuerza el esfuerzo de intentar cambiar.
5. Buscar apoyo
Tener un familiar con problemas de consumo es una situación muy difícil. Es normal sentir frustración, soledad, desesperación o abatimiento. En muchos casos, es positivo que la persona que está acompañando también reciba apoyo psicológico.
6. Ser paciente y constante
El cambio no ocurre de un día para otro. Aunque parezca que no escucha o que no cambia, tus palabras y tu actitud pueden estar sembrando. Mantente firme, sin dejar de estar presente.
Si quieres saber más o necesitas orientación sobre cómo manejar esta situación con alguna persona cercana, no dudes en contactarnos. Desde el
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