En general, existe una visión general positiva entre la población sobre la tecnología, ya que, entre otros aspectos, nos facilita el acceso al aprendizaje, mejora la comunicación, y mejora la calidad de vida. En el caso de las y los adolescentes, el uso de internet provoca, fundamentalmente, emociones positivas. Pero, a pesar de esas oportunidades, también conlleva ciertos riesgos que, sin duda, debemos conocer para poder hacer un mejor acompañamiento a nuestras hijas e hijos.
Algunas de los principales riesgos a los que se pueden exponer en internet, son: recibir mensajes de odio, sufrir acoso online (ciberbullying), enviar imágenes privadas sin consentimiento, descuidar actividades como dormir o estudiar por un uso excesivo, jugar de manera excesiva a videojuegos, compararse continuamente con otras personas que ven en la red,…
Desde la familia, podemos y debemos acompañarles en este uso digital para conseguir que el uso que hagan sea lo más sano y adecuado posible. Para ello, resulta fundamental sembrar la semilla de buenos hábitos en cuanto al uso de tecnología. Ese equilibrio no lo pueden definir nuestras hijas e hijos, ni por edad, ni por conocimiento. Tenemos que ser su familia quienes creemos el marco en el que vayan a acostumbrarse a convivir con pantallas, sin convertirlas en el centro de su vida. Con normas y límites, con un acceso gradual y con una autonomía progresiva -en línea con la independencia que les vayamos dando en su vida no conectada-, entrenando su asertividad y nuestra información, con diálogo. De esta manera, podremos ir adaptando el uso que hacemos de la tecnología a medida que van creciendo.
Algunas ideas que nos pueden ayudar en este acompañamiento, son:
- Fomentar unos hábitos positivos de vida conectada: creando normas propias para nuestra familia, adaptando lo digital a nuestros valores, dando el mejor ejemplo posible, buscando alternativas de tiempo digital que no sea solo pasivo, entendiendo las consecuencias y los límites. El uso de las pantallas puede aprovecharse para inculcar equilibrio, moderación, autocontrol, respeto propio y hacia las demás personas, conciencia de la atención y del tiempo útil.
- Compartir momentos de vida tecnológica en familia: si no tememos a la tecnología, si la asumimos como parte de nuestra vida actual, podremos disfrutar de ella desde lo positivo y con equilibrio. Igual que compartimos momentos analógicos, vivir experiencias que nos hagan disfrutar de la tecnología en familia ayudará a que nuestras y nuestros adolescentes entiendan las pantallas como una parcela más -no la única-, como un elemento de convivencia -no de aislamiento- y como una continuación de la identidad -no una sustitución-.
- Ser modelo de convivencia. Respetar incluso a quien piensa diferente, trabajando en nuestra capacidad para defender nuestras convicciones sin llegar a conflictos o insultos. Si queremos educar en la tolerancia y el respeto tenemos que empezar por nosotras y nosotros mismos.
- Quedarse con lo que tenemos en común, recordar a esa o ese adolescente que fuimos, mantener despierto el sentido del humor. Una mezcla de asertividad, presencia, implicación y cercanía es lo que mejor puede funcionar.
- Hablar y escuchar en familia sobre todo lo que tiene que ver con sus actividades digitales. Podemos preguntar cosas como:
- ¿Te ha pasado algo bueno últimamente en alguno de tus perfiles en redes? ¿O algo malo?
- ¿Cuál de tus redes sociales o apps es tu favorita? ¿Es la misma que prefieren tus amigas o amigos? ¿Y a quién te gusta seguir?
- Si echara un vistazo a tu móvil, ¿sentirías incomodidad por lo pudiera ver?
- ¿Qué es lo que crees que más me preocupa sobre el uso que haces de las redes sociales, los chats o los videojuegos?
- ¿En qué crees que se basa la fama de esa o ese influencer que te gusta? ¿Crees que cualquiera podría hacer lo que hace?
- Cuando se habla de ciberacoso, sexting, apuestas online, fama fácil en Internet… ¿cómo ves todo eso? ¿Por qué crees que preocupa a la gente mayor?
- Nuestra o nuestro adolescente nos necesita, incluso aunque no lo sepa o lo niegue. Nos necesita para hablar sobre estos temas, sobre qué les gusta y por qué. Sobre qué les sorprende y qué les atrae.
- Da igual cuánto sepamos de Internet: ser su familia en la era digital no es algo operacional (es decir, mecánico o informático o tecnológico), sino que es algo funcional. Sabemos más de la vida. Y sabemos lo importante que es hablar, compartir preocupaciones, expresar dudas. Estamos en posición de enseñar.
- Podemos aprender para enseñar: la capacidad que desarrollemos para educar en un buen uso de la tecnología tiene todo que ver con nuestra propia relación con la tecnología. Si cambiamos nuestro enfoque, ese cambio tendrá un impacto directo sobre nuestras hijas e hijos.
- Nuestras preocupaciones sobre lo online se solucionan, en la mayoría de las ocasiones, en el mundo real: si nos preocupa el sexting, la charla que necesita nuestra o nuestro adolescente será offline y será sobre sexualidad, intimidad, relaciones y privacidad. Si nos preocupa que sea culpable o víctima de cíber-acoso, tendremos que hablar sobre respeto a las demás personas, paciencia, autoestima, cómo superar una mala fase, cómo relacionarse de forma sana…
- Lo que se estropea se puede arreglar – todas las personas nos equivocamos: ya pasaba antes de Internet. Es verdad que la tecnología amplifica los problemas, porque todo se difunde antes y llega a más gente, es más inmediato y deja huella. Pero tenemos que saber que un problema online suele tener solución si se habla sobre él desde el principio. Las heridas se pueden curar; las equivocaciones se pueden superar. Una foto subida con mala intención o sin reflexión, un comentario hiriente, un mensaje complicado, una burla, una compra equivocada, un encuentro desafortunado… Que nuestra hija o hijo sepa que estamos ahí para acompañarle a superar problemas (digitales).
Si sientes que no tienes suficientes herramientas para manejar algún aspecto relacionado con la tecnología, o si has llegado a un punto en el que no sabes cómo manejar alguna situación, no dudes en buscar ayuda. Desde el Servicio de Información y Orientación de Fad Juventud, podemos ayudarte. Llámanos al teléfono gratuito: 900 16 15 15.