Existen muchas formas de consumir estas sustancias, formas de las que dependerán los efectos y consecuencias posteriores al consumo, cuyo control será de vital importancia para reducir sus riesgos. Tienen que ver con:
- La cantidad de sustancia consumida
- La pureza de la dosis
- La frecuencia de consumo
- La vía de consumo: oral, fumada o inhalada, esnifada o inyectada
- La duración del consumo a lo largo del tiempo
- Las situaciones de consumo: entorno y lugar de consumo, consumo en situaciones de especial riesgo (conducción, en tareas que requieren especial concentración o destreza, enfermedades, embarazo, mezcla de sustancias o mezcla con medicamentos…) o en situaciones en las que el consumidor, cada vez, le atribuye a las sustancias más significados o funciones en su vida.
Así podemos hablar de:
- Consumos experimentales: Corresponden a las situaciones de contacto inicial con una o varias sustancias, de las cuales puede pasarse a un abandono de la misma o a la continuidad en los consumos. En la práctica totalidad de las realidades culturales, la adolescencia es la etapa en que con mayor frecuencia surgen este tipo de consumos, si bien un alto porcentaje no reincide en el mismo. Normalmente definen este tipo de consumo situaciones en las que el individuo desconoce los efectos de la sustancia y su consumo se realiza, generalmente, en el marco de un grupo que le invita a probarla.
- Consumos ocasionales: Corresponden al uso intermitente de la sustancia, sin ninguna periodicidad fija y con largos intervalos de abstinencia. El sujeto continúa utilizando la sustancia en grupo. Aunque es capaz de llevar a cabo las mismas actividades sin necesidad de mediar droga alguna, ya conoce la acción de la misma en su organismo y por este motivo la consume.
- Consumos habituales: supone una utilización frecuente de la droga Esta práctica puede conducirle a las otras formas de consumo, dependiendo de la sustancia que se trate, la asiduidad con que se emplee, las características de la persona, el entorno que le rodea, etc. Algunos indicadores que definen esta forma de consumo son: el sujeto amplía las situaciones en las que recurre a las drogas. Éstas se usan tanto en grupo como de manera individual; sus efectos son perfectamente conocidos y buscados por el usuario.
- Consumos compulsivos o drogodependencias: el individuo necesita la sustancia y toda su vida gira en torno a ésta a pesar de las complicaciones que ello le puede ocasionar. Algunos indicadores de esta forma de consumo son:
- Utilización de la sustancia en mayor cantidad o por un periodo de tiempo más largo de lo que el consumidor pretendía.
- Toma de conciencia sobre la dificultad para controlar el uso de la droga.
- Empleo de la gran parte del tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia y el consumo de la misma.
- Intoxicación frecuente o síntomas de abstinencia cuando el sujeto desempeña determinadas obligaciones.
- Reducción considerable o abandono de actividades sociales, laborales o recreativas.
- Uso continuado de la sustancia a pesar de ser consciente de los problemas que elle le está causando.
- Tolerancia frecuente.
- Con asiduidad se recurre a la sustancia para aliviar el malestar provocado por su falta.
En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que no existe ninguna forma de consumo de la que estemos seguros con anticipación de que no va a suponer riesgos y que estos riesgos no solo dependen de las sustancias y sus características sino también de la persona (su personalidad, edad, problemática personal, estado de salud…) y del ambiente en el que se consuma (momento, lugar, compañía…).
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