Autor: Gema Calderón Aguado
29 enero, 2018

En las últimas semanas en los medios de comunicación han vuelvo a saltar las alarmas por motivo de los videojuegos, principalmente por las posibilidades que tienen los usuarios y usuarias de engancharse. Las autoridades internacionales empiezan a considerarlo un problema mental grave, pero también  levantan la voz personas acreditadas que insisten en las posibilidades que tienen estos productos para, por ejemplo, desarrollar terapias. Todas estas cuestiones se insertan en un debate mayor sobre la adicción a las tecnologías y las consecuencias derivadas de ello.

La semana pasada un menor de 14 años clavó una cuchilla a su madre al quedarse sin internet. Este suceso no es algo aislado, los casos de las adicciones a las nuevas tecnologías y sus consecuencias han “dejado de ser raros”; hace un par de años un menor dio una paliza a su madre por quitarle el ordenador y sin buscar mucho podemos seguir encontrando más casos. Según un artículo de El País en este momento la adicción a los videojuegos se consolida como un problema mental que afecta a nueve de cada 100 usuarios. El perfil de la persona adicta apunta a personas con una edad media de 20 años, pocas competencias sociales y dificultad para persistir en sus objetivos.

. ¿Hasta qué punto podemos considerar la generalización de este problema? Según explica Susana Jiménez, psicóloga clínica del Hospital de Bellvitge, en el mismo artículo de El País, las consultas por videojuegos han crecido desde 2004 un 2%. De los 3.500 casos que tratan de pacientes con adicciones comportamentales, el 5% corresponden a personas con adicciones a videojuegos, especialmente a los online, de rol, masivos y multijugador.

¿Y son todo riesgos? Aunque la mayoría de cosas que hemos estado viendo relacionadas con los videojuegos son bastante negativas, cada vez más profesionales de la salud exploran las posibilidades terapéuticas de los mismos. En algunos hospitales incluso los utilizan como estrategias complementarias en el tratamiento de la ludopatía. También existen videojuegos para que niños con cáncer tengan actitudes más positivas antes la quimioterapia o para ayudar en algunos otros tratamientos. Otro profesional, Gabriel Rubio, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y del que también se hacen eco en El País, afirma que los videojuegos te dan la posibilidad de mejorar tu autoestima. “El gran reto con la adicción a videojuegos es la poca conciencia de enfermedad que tienen los chicos”.

Es decir, los videojuegos pueden ser extremadamente positivos si se usan adecuadamente, ya que ayudan a desarrollar habilidades como la concentración, la atención o la memoria. Pero para que todo esto se desarrolle de modo positivo, la familia desempeña un papel fundamental, especialmente en la prevención. Todo esto debe llevar a la reflexión a otro terreno, alejado de la dicotomía “videojuegos sí o no”, más allá del convencimiento de que los videojuegos son malos o son buenos, lo que debemos revisar es lo que estamos dejando de hacer en nuestras vidas por dedicar un número elevado de horas al día a ellos.