Esto no es una lección de química. No vamos a hablarte de la adaptación psicológica y física del organismo al consumir esta u otra droga, a repetirte los peligros de desarrollar tolerancia a una (o varias) sustancias o a recordarte lo difícil que es soportar el síndrome de abstinencia. Aunque estos aspectos son muy importantes, en este post queremos entender los “otros factores” que influyen a la hora de engancharse a las drogas, que son igual de importantes que los de la lección de química. Nos estamos refiriendo a cosas como la presión social, la necesidad de sumergirse en un placer pasajero para evadirse de la vida o el gusto por el riesgo. Sobre estos y otros hablamos en este post en el que también te contamos qué hacer si descubres que tu novia o tu mejor amigo consumen (demasiado).
Existen tres tipos de FACTORES DE RIESGO que aumentan las posibilidades de que una persona consuma drogas:
- Los que se refieren a la adicción química que produce la propia sustancia. Seguro que alguna vez has salido de marcha con el típico tío que siempre dice “Yo controlo, yo controlo” o que se “pasa de listo” diciendo que ha probado la coca pero no se engancha porque tiene mucha fuerza de voluntad. Te suena, ¿verdad? La próxima vez puedes responderle que esto no va de ser fuerte, débil, controlar o no controlar. Esto es algo mucho más simple y complejo que todo eso: es la reacción química que se produce en tu cerebro cuando consumes la que puede hacer que te enganches y esto no es nada, nada, fácil de controlar. Además, los propios efectos de las sustancias alteran nuestra capacidad de percibir la realidad, tomar decisiones y, por tanto, controlar el consumo.
- Los que afectan a las características y circunstancias de la propia persona. Las compañeras de SIOF JOVEN siempre dicen que, “detrás de cada adicción, existe un problema que la causa”. Las personas que no han tenido una vida fácil, que han experimentado una situación traumática o las que se sienten tristes y deprimidas pueden ser más vulnerables ante los consumos. Las drogas pueden parecer una “salida fácil”, una forma placentera de evasión ante situaciones vitales que, en muchas ocasiones, lo que realmente demandan es atención psicológica y una mano amiga.
- El ambiente y contexto social. “¿Solo te vas a tomar un refresco?” “¿De verdad no vas a beber?” Estas también te suenan, ¿a qué sí? ¡Haz memoria! Seguro que la primera vez que probaste la cerveza te la ofreció una amiga y, aunque te pareció que estaba malísima, te la bebiste enterita. Es lo que llamamos “presión de grupo” y obedece a la necesidad de integrarse para tener amigos y amigas. En España el consumo de drogas como el alcohol está muy ligado al ocio y la celebración, esto nos puede llevar a pensar que es necesario beber para divertirse cuando, en la mayoría de las ocasiones, lo que realmente hace el alcohol es fastidiarte la noche. Tampoco queremos darte la chapa con la psicología positiva y la autoayuda, por eso tampoco vamos a repetirte que, si trabajas la autoestima, el pensamiento crítico y la toma de decisiones, es más fácil responder que “SÍ, solo me voy a tomar un refresco” y que “NO, no voy a beber”.
En resumen, lo que nos indican estos “factores de riesgo” es que las drogas están presentes en la sociedad y que tenemos que aprender a convivir con ellas porque, nos guste o no, ahí van a seguir.
Pero, el riesgo está ahí… ¿Qué pasa si te das cuenta de que alguien a quien quieres un montón se ha enganchado a las drogas? ¿Cómo ayudar a tu novia o a tu colega si esto ocurre? Otra de las cosas que dicen nuestras compañeras de SIOF JOVEN es que todas las personas podemos prevenir y contribuir, así que te ofrecemos estas cinco pautas, que esperamos que nunca tengas que poner en práctica:
- Tan obvio como necesario: el primer paso es el DIÁLOGO. Siéntate a hablar con él o con ella, practica la escucha activa para entender cómo se siente y descubrir la raíz del consumo (recuerda, detrás de cada adicción, hay un problema). Evita juzgarle o regañarla ya que solo conseguirás que se cierre en banda y no te cuente nada.
- Infórmate. ¿Qué droga consume? ¿Consume más de una sustancia? ¿Cuáles son sus efectos? ¿Desde cuándo? ¿Cómo la consigue? El conocimiento desempeña un papel fundamental ya que entender/contextualizar el problema es la antesala de la solución.
- Una vez que estés al tanto de todo, hazle ver con sumo cuidado y delicadeza que podría necesitar ayuda especializada. Eso sí, recuérdale que estarás ahí para apoyarle en todo lo que necesite. También es recomendable que, sin restarle importancia al asunto, le transmitas toda la tranquilidad que seas capaz y le recuerdes que, poniendo de su parte, el problema podría solucionarse.
- Encárgate de buscar recursos y centros para tratamiento de adicciones. Investigar sobre centros de rehabilitación o recursos que ofrecen apoyo psicológico, o bucear en Internet sobre los distintos tipos de terapias y tratamientos que existen conlleva mucho tiempo y esfuerzo. Asumir esta tarea puede marcar la diferencia y conseguir que tu colega o tu novia se decidan a pedir ayuda. Así también puedes asegurarte de cuál es el centro o recurso que mejor se ajusta a su necesidad ya que existen diferentes tipos de apoyo en función de cada caso (centro de día, residenciales, etc.)
- Una triste decisión. Si, tras muchos intentos, no consigues que tu colega o tu novia reaccionen y empiezas a darte cuenta de que esta situación podría llegar a arrastrarte, es posible que tengas que alejarte de él o de ella, al menos durante un tiempo. Como decíamos antes cuando hablábamos de la presión de grupo, rodearte de personas que consumen podría abocarte a consumir tú también. Es el caso de algunas de las personas que contactan con nuestro servicio telefónico y, aunque sea muy doloroso, es el consejo que les damos cuando parece no haber otra salida, al menos, como decimos, por el momento.