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Pensando la educación sexual: una experiencia desde Washington

Durante las últimas décadas, Estados Unidos ha presentado las tasas más altas de occidente de embarazo adolescente. No obstante, y pese a que en los últimos años éstas han ido disminuyendo progresivamente,  esta situación no afecta a todas las adolescentes por igual. En Washington D.C., la tasa de natalidad adolescente es 1,6 veces mayor que la media nacional. Así, en  la capital del país, las jóvenes con mayor vulnerabilidad social y económica tienen un alto riesgo de quedarse embarazadas a muy temprana edad, algo similar a lo que ocurre en otras partes del mundo.

Ante esta situación, resulta evidente que la educación sexual para los y las adolescentes, debe ser accesible, concisa y diseñada teniendo en cuenta las franjas etarias de su población destinataria.  En este sentido, el Programa de Promoción de la Salud Sexual adolescente (PASS), puede ser un ejemplo a la hora de intentar acercar a los y las jóvenes la cuestión de la salud sexual, desde un punto de vista pedagógico y sostenible.

El programa está pensado para chicas comprendidas entre los 13 y los 18 años de edad, y abarca cuestiones transversales a la educación sexual como pueden ser el cuestionamiento de los roles de género, las relaciones saludables, y la importancia de la salud sexual y emocional.  En la actualidad, el programa se desarrolla en Benning Terrace, una de las áreas de Washington D.C. con mayores tasas de embarazo adolescente y de VIH.

Dado que el programa parte de la noción de que la educación sexual tiene que vertebrarse en función de las características socio-económicas de su población destinataria, se suministraron encuestas en las escuelas secundarias de la capital del país, con objeto de evaluar los conocimientos que tienen  los y las jóvenes en temas referidos a la salud y la sexualidad humana. Los resultados de la prueba mostraron que los y las estudiantes tienen bastantes conocimientos sobre la reproducción y la prevención de enfermedades, pero no saben cómo acceder a los recursos socio-sanitarios (sobre todo quienes viven en comunidades empobrecidas). Por ello gran parte del programa se basa en dar a conocer los recursos sanitarios a los que pueden tener acceso. Para ello resulta necesario que la información que se ofrece parta del contexto de las experiencias cotidianas y de los entornos sociales.

Otro aspecto relevante del PASS es que las educadoras del programa, son residentes del barrio de actuación, por lo que pueden relacionarse con las experiencias del día a día de las jóvenes y proporcionar una información coherente con sus vidas cotidianas – más allá de la que se pueda proporcionar desde los centros educativos-.

El programa, por tanto, consigue aunar e interseccionar en un mismo plano tres cuestiones básicas para la educación sexual: el cuestionamiento de los estereotipos de género, la construcción del sentimiento de barrio –en el que las vidas de todas las personas importan- y la salud.  El éxito del programa depende en buena medida de un ejercicio de escucha intergeneracional, así como de la actuación local y de la toma en consideración de las visiones y realidades de las personas jóvenes.