Autor: Alicia Avilés Pozo
25 noviembre, 2022

En el Día Internacional para Eliminación de la Violencia contras las Mujeres, los estudios sociales sobre juventud nos siguen recordando que queda mucho por hacer para este objetivo No obstante, también se multiplican las acciones, propuestas, colectivos y medidas para avanzar en la erradicación de esta lacra social

Avanzamos, pero despacio. Muy despacio. A veces incluso con sensación de estar dando pasos hacia atrás. El porcentaje de mujeres víctimas de violencia machista en España ha subido un 11% en lo que va de año con respeto al mismo periodo de 2021. Actualmente, según el Observatorio contra la Violencia de Género, casi 20 de cada 10.000 mujeres la sufren en el país. Son datos con rostros, historias, muertes, nombres y apellidos que siempre recordamos en el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, pero que están presentes todos los días. Y varias veces cada día.

En el contexto, las causas siguen siendo las mismas, pero se transforman y extienden sus hilos hacia nuevas formas de machismo, patriarcado y misoginia, y por lo tanto, de violencias y de falta de igualdad. Por eso conviene no perder de vista el escenario social que ofrecen los estudios especializados más recientes, pero completar esa visión con las propuestas que realizan colectivos muy pegados a estas historias y no siempre mencionados, como es el caso de las asociaciones de hombres que luchan contra la violencia machista o de las mujeres activistas en el medio rural.

En un primer escalón hacia la visión de las causas, resulta imprescindible preguntarse si la educación en igualdad está consiguiendo progresos. A la luz de algunos estudios, no lo parece. Es el caso del informe “La caja de la masculinidad. Construcción, actitudes e impacto en la juventud española” del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Una de sus conclusiones más interesantes es la que habla del patriarcado “condensado en una caja”.

¿A qué se refiere? Las investigaciones de sus autores evidencian que el proceso de socialización de género sigue produciéndose en el entorno cercano y desde la infancia. Es decir, se siguen diferenciando los roles por sexos. Los datos muestran que un 46,4% de jóvenes se considera feminista frente a un 41,8% que dice no serlo. Resulta curioso cuando el feminismo es, ni más ni menos, que la defensa de la igualdad.

El estudio desvela asimismo que aunque la mayor parte de la juventud parece alejarse del modelo de la masculinidad hegemónica tradicional, siguen detectándose contradicciones y posturas ambivalentes, así como jóvenes “fuertemente vinculados a la caja de la masculinidad”. “Hay sectores de la población que buscan mantener o restaurar la masculinidad hegemónica tradicional y se oponen a su resquebrajamiento”.

Se dan varios factores que ayudan a interpretar este escenario. Por ejemplo: el porcentaje de hombres que se identifican con los valores de la masculinidad hegemónica tradicional es más del doble que el de las mujeres. Muestra de ello son los posicionamientos de acuerdo de quienes están “dentro de la caja” ante afirmaciones sobre roles tradicionales de las mujeres -como que ellas están mejor preparadas para criar y cuidar o que son más emocionales que los hombres-, entre 20 y 30 puntos porcentuales más que en posiciones “fuera de la caja”.

Hipermasculinidad y misoginia

También hay un porcentaje importante de hombres que se sienten víctimas de un “supuesto orden social ginocentrista” y “buscan apoyos afectivos y refuerzos sociales en la hipermasculinidad y en la misoginia”. Esto se traduce en un perjuicio para el bienestar de los hombres que puede derivar en una actitud “peligrosa y preocupante” hacia las mujeres, puesto que camufla los efectos y legitima la discriminación y la violencia que sufren.

El antídoto es evidente: buscar nuevas vías para expresar y vivir la propia masculinidad basadas en la justicia social y la igualdad entre hombres y mujeres. Y las políticas públicas, concluye el informe, “deben encontrar el modo de transmitir ese sentir liberador”.

Otro estudio con premisas preocupantes es el realizado por Elisa García-Mingo y Silvia Díaz Fernández “Jóvenes en la Manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepción que tienen los hombres jóvenes de la violencia sexual”, de Fad Juventud. En este caso, los datos resultan más que preocupantes. Además de señalar la marcada polarización entre la juventud española, la investigación de las autoras en espacios digitales masculinos arroja conclusiones como que la manosfera (una colección de sitios web, blogs y foros en línea que promueven la hostilidad hacia las mujeres, la misoginia, y una fuerte oposición al feminismo) tiene “un inmenso potencial para la politización del antifeminismo”.

“El emergente victimismo masculino facilita la circulación de las ideas antifeministas y misóginas en la vida social y política de nuestro país”. Señalan así que no se puede obviar que la manosfera española no sólo tiene una dimensión de “misoginia colaborativa”, sino que existen estrechos vínculos entre los grupos de la manosfera local y los partidos de la esfera política de la extrema derecha, como Vox.

En el análisis que estas investigadoras han hecho de los espacios digitales misóginos que componen la manosfera española, se han percatado de que los discursos antifeministas “permean en la sociedad en su conjunto en gran medida gracias a estrategias de polarización  múltiples, tales como la creación de videos, la emisión de directos, la publicación en redes sociales o la guerra memética”, subrayan. No es de extrañar que en este estudio alerten sobre las nuevas formas de la misoginia “organizada y masiva” y llamen a abordar la manosfera de manera urgente, puesto que “banaliza la violencia contra las mujeres y contribuyen a la promoción de tecnoculturas tóxicas”.

El contexto es preocupante y así lo ven también desde la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE). José A. Panadero Cuesta pertenece a esta asociación y también es trabajador social en el Centro de la Mujer de Malagón (Ciudad Real). Actualmente está realizando un doctorado sobre la identidad subjetiva masculina y la violencia en las relaciones de pareja y expareja, donde expone que existe un vacío acerca de estudios y propuestas de intervención “desde la masculinidad deconstruida”.

Falta de políticas públicas y de referentes sociales

Comenta que la clave del éxito de esa nociva masculinidad hegemónica mencionada en los estudios señalados es su “capacidad protección y de camuflaje” de impregnar la perspectiva y la subjetividad identitaria de los varones de forma invisible, que permite “ante cualquier grieta, pérdida, amenaza, falta de control o simplemente necesidad de orientación, recupere presencia y posicionamiento”. Así, critica por un lado la falta de políticas públicas y actuaciones de calado, “con continuidad y metas definidas”, y también la carencia de referentes sociales “de otras masculinidades”. Por otro lado, señala que el miedo a la pérdida de privilegios y la amenaza de “un vacío de identidad masculina” vuelve más atractivo “el posicionamiento consciente e inconsciente de los varones en la masculinidad hegemónica”.

Se muestra de acuerdo con el concepto de “caja” porque no solo señala la protección de la masculinidad hegemónica, sino también la “jerarquización y pertenencia en base a cuotas de masculinidad”. “Estar dentro de la caja otorga un status y sirve de referente ‘ideal’ que hay que conseguir en base a logros que otorgan masculinidad, alejándose de aspectos que restan, y que te excluyen de esa caja”, argumenta.

Para luchar contra buena parte de estas negativas construcciones sociales, Fad Juventud ha lanzado la campaña #OjosAbiertos, que busca sensibilizar sobre la violencia de género. Ha sido realizada gracias al apoyo del Ministerio de Servicios Sociales y Agenda 2030.

En ese objetivo de llegar hasta jóvenes y adolescentes trabaja igualmente la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales FADEMUR, quien actualmente mantiene abierto un concurso de ‘reels’ contra la violencia machista, destinado a adolescentes del medio rural. Según este colectivo, el 20% de los jóvenes entre 15 y 29 años niegan la violencia contra las mujeres, creen que es “un invento ideológico” y esgrimen la Macroencuesta del Ministerio de Igualdad de 2019 que recogía que el 26,9% de las menores de 16 y 17 años habían sufrido violencia física por una pareja o una persona con quien no mantenía una relación.

Estos datos son solo una muestra de que la violencia machista es “una lacra no superada entre las generaciones más jóvenes”. Por ello, ‘#Reelporlaigualdad’ es un concurso de vídeos de Instagram dirigido a jóvenes de hasta 18 años de municipios de menos de 20.000 habitantes. El plazo para participar en este concurso concluirá el 5 de diciembre.

El premio para el ‘reel’ ganador será la producción profesional de su guión y su difusión nacional. La persona ganadora se convertirá, de esta forma, en ayudante de dirección del spot resultante, para lo que FADEMUR le proporcionará los medios técnicos y el equipo humano necesarios para ejecutar su idea. Este concurso se enmarca en el programa de FADEMUR ‘Cultivando Igualdad’, cofinanciado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y el Ministerio de Igualdad a través de la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género.