Pequeñas discriminaciones ¿sin importancia?

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Lo que convierte una actitud o una acción en discriminatoria es su contribución a la desigualdad, sea del tipo que sea. En esta ocasión, la entidad de la discriminación que nos ocupa viene dada por el género y se perpetúa en los contextos que viven los y las jóvenes en su día a día cuando caminan por la calle, van a un baño público, al estar de fiesta o en grupo. Lo que menos gusta son los piropos por la calle y menos a ellos que a ellas, aunque para las jóvenes la mayoría de las situaciones sexistas resultan inadmisibles.

Como indican desde esta entrada del blog Análisis y Debate del ProyectoScopio, más allá de las grandes discriminaciones reconocidas, “existen otros tipos de discriminaciones cotidianas, en ocasiones no tan palpables, y que incluso pueden quedar diluidas y poco reconocibles entre costumbres, asunciones y referentes culturales interiorizados y sobre los que raramente se reflexiona, pero que sirven para perpetuar las diferencias y marginaciones por género.”

Desde el prisma de la juventud española, la realidad cotidiana que se considera más sexista son “los piropos por la calle” (para un 27,6% de los y las jóvenes), seguramente por su visibilidad en público. Y, curiosamente, mas rechazable para los hombres (30,2%) que para las mujeres (24,8%). A continuación, se encuentran situaciones que exponen a las mujeres a posiciones machistas: “que los cambiadores de pañales estén en el baño de mujeres” (inadmisible para un 20%) y “que, estando en grupo, se tenga más en cuenta la opinión de los hombres” (lo dice el 19,6%), con apenas unas décimas de diferencia de respuesta entre ellos y ellas.

Pero son los hombres los que más critican ciertos comportamientos cuando se consideran ellos mismos afectados, especialmente tres: “que sea el hombre el que tenga que invitar” (inadmisible para un 26,8% frente a un 11,8% de mujeres), “que se atribuyan conductas violentas antes a hombres que a mujeres” (22,5% frente a un 13% de mujeres), o “en bares, que se ponga la bebida alcohólica al hombre” (16,1% frente a un 9,9% de mujeres). Las mujeres, en cambio, tienden a hacer enmienda a la totalidad del sexismo cotidiano: el 32,5% de las mujeres señala que “todos los ámbitos me resultan inadmisibles”, mientras sólo el 14,1% de los hombres eligen tal opción.

“La manera en que se consideran más o menos admisibles puede arrojar luz sobre el talante de la sociedad (en este caso, de las y los jóvenes) en términos de igualdad de género”, como indican los autores y autoras del blog Análisis y Debate. Algunas de ellas apuntan a rémoras culturales machistas y otras son consecuencia del reparto de roles por género basado en posicionamientos sexistas, pero todas perpetúan la desigualdad y por ello es importante revisarlas personalmente y mantener a la opinión pública atenta a ellas.

Como advertíamos hace unos días, los resultados del I Barómetro Juventud y Género del ProyectoScopio nos van a dar que hablar. Si entonces llegábamos a la conclusión de que era fundamental visibilizar la desigualdad como primer paso para combatirla desde la adolescencia y juventud, hoy nos hemos centrado en la importancia que ellos y ellas otorgan a las acciones discriminatorias por razón de género de la vida cotidiana, teniendo en cuenta que un 30% de los hombres jóvenes y un 52,1% de mujeres jóvenes dicen haber sufrido algún tipo de discriminación.

El “no es no” es insuficiente: solo “sí es sí”

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El pasado 16 de febrero, en la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas en Madrid, se presentó el 4º Informe del Observatorio Noctámbul@s sobre la relación entre el consumo de drogas y las violencias sexuales en contextos festivos y de ocio nocturno. El informe se divide en tres ejes temáticos: el ámbito del ocio nocturno, el de la prevención, y el de la relación entre urbanismo y percepción de seguridad asociada al mismo.

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Empecemos por visibilizar la desigualdad

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Los resultados del Barómetro Juventud y Género 2017 del ProyectoScopio son variados y potentes. La intención de Planeta Joven es ir analizándolos a través de una serie de entradas que vayan de lo general a lo particular y reflexionen sobre las preguntas que surgen de su análisis. Los primeros datos sobre la percepción de la igualdad entre la juventud arrojan un titular que señala grandes diferencias en las respuestas de ellos y ellas, lo cual plantea retos de visibilización de la desigualdad y de la elaboración de mecanismos de observación sobre su reducción.

¿Igualdad de quién? ¿De qué? ¿Para quién? ¿Igualdad o equidad? ¿Conseguir la igualdad o poner de relieve la diferencia? ¿Igualdad en el mundo tal y como lo conocemos hoy o igualdad en una estructura social diferente? Las preguntas que surgen estos días, estas semanas, en estos tiempos de cambio son infinitas en el imaginario colectivo, pero podemos tratar de acotarlas e ir respondiéndolas. Desde el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fad se ha diseñado un Barómetro específico de Juventud y Género y se ha aplicado a una muestra representativa de jóvenes entre 15 y 29 años, con el objetivo de profundizar en sus percepciones sobre estos temas en los ámbitos privados y públicos.

Los datos que preocupan, o que nos tienen que hacer pensar, tienen que ver con las diferencias de respuesta entre ellos y ellas: mientras que el 67% de las mujeres considera que las desigualdades son “grandes o muy grandes”, solo el 46,2% de los hombres reconoce una falta grave de equidad. Si se valora la desigualdad de género entre los y las jóvenes, la visión es algo menos crítica, pero de nuevo las respuestas son muy diferenciales entre las mujeres (53,6%) y los hombres (36,5%).

Para medir la percepción sobre la igualdad, el Barómetro Juventud y Género 2017 pregunta sobre cómo perciben los y las jóvenes la discriminación en todos los ámbitos de su vida, el feminismo, los roles familiares, los arquetipos laborales o las medidas políticas para conseguir la igualdad, entre otros. Estudiar las percepciones en esta etapa de la vida es importante para anticipar, en cierta medida, y sin jugar a hacer adivinaciones, cómo se comportarán en la etapa adulta.

Respecto a la medición de la igualdad, la Unión Europea ha elaborado un índice que, a través de indicadores cuantitativos y sobre la población general, permite medir la brecha de género existente en seis dominios: trabajo, dinero, conocimiento, tiempo, poder y salud. En resumen, el índice muestra que, aunque ha habido avances en materia de igualdad entre 2005 y 2015, el progreso sigue siendo más lento de lo deseable y queda mucho trabajo por hacer en diferentes áreas. Si cruzamos estas conclusiones con los resultados más generales del Barómetro Juventud y Género, surge un desafío prioritario: visibilizar la desigualdad para poder reducirla. Porque, como sabemos, si los y las jóvenes no perciben la profundidad del problema, es difícil que se comprometan en su resolución.

Objetivo: ganar a Portugal, Italia y Bulgaria (y no hablamos de fútbol)

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El pasado miércoles, 21 de febrero, se presentó el Índice Sintético de Desarrollo Juvenil Comparado 2017. Se trata de una de las patas del ProyectoScopio, apuesta del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fad. Este índice mide la variación relativa de cinco dimensiones: educación, empleo, emancipación, vida y TIC en 46 regiones (Unión Europea en conjunto, España en conjunto, otros 27 países europeos y las 17 comunidades autónomas españolas).

El potencial analítico del índice sintético está, por un lado, y como lleva inscrito en su nombre, en ser una buena síntesis de los indicadores más determinantes de desarrollo juvenil y, por otro lado, en que nos permite bajar al detalle de todos ellos. Es una herramienta para ponernos las gafas de ver de lejos y también las de ver de cerca. En este caso vamos a desgranar, dentro de la dimensión educativa, el indicador de abandono escolar temprano.

En nuestro país, la tasa de población entre los 18 y 24 años que abandona sus estudios antes o inmediatamente concluidos los estudios básicos llega a su máximo en el año 2008 (31,5%) y a partir de 2009 comienza un abrupto descenso para llegar al 19% en el año 2016. La explicación más extendida de este descenso apunta a la subida de las tasas de desempleo juvenil a niveles históricos (récord en 2013 con un 55,5% de desempleo juvenil) asociadas a los tiempos de crisis económica, que suponen contemplar el permanecer en las aulas como la única estrategia posible para los y las jóvenes.

Pese a esta significativa reducción, España continúa siendo uno de los países de la UE donde más jóvenes desertan de las aulas antes de tiempo. Comparativamente, según los  datos disponibles en Eurostat del 2016, Malta lidera la lista, con una tasa de abandono escolar temprano del 19,7%, y le siguen España, con su 19%, y Rumanía, con un 18,5%. Croacia es el país, de los veintiocho que conforman la lista, que cierra la clasificación, pues presenta las menores cifras de abandono escolar temprano, con el 2,8%.

Como indican en esta entrada del blog de Análisis y Debate del ProyectoScopio, la reducción de las tasas de abandono se debe también a la implantación de políticas activas en toda la UE destinadas a combatir el fracaso escolar, en el marco de la “Estrategia Educación y Formación 2020”. Además de políticas, esta estrategia marca objetivos a cada región, ajustados a sus inercias y posibilidades. En el caso concreto de España, se ha cifrado una meta del 15% como máximo de tasas de abandono precoz de los estudios, lo que significaría estar a la altura de Portugal, Italia o Bulgaria. De ahí para abajo, se consideraría un éxito.

Pero, ¿por qué es importante regular en esta materia? Los expertos y expertas indican que el hecho de que un porcentaje alto de una generación joven deje los estudios antes de la cuenta puede tener serias implicaciones de cara al desarrollo económico de un país y ser una amenaza para la inclusión social y laboral de las personas que abandonan. Además, este mal, prolongado en el tiempo, como es el caso de España, tiene como consecuencia una descompensación de la estructura de la formación académica de la población, en la que hay casi tantas personas “sin estudios” como con educación universitaria y existe un claro déficit en los estudios intermedios y técnicos, especialmente en la FP.

Un grito de poesía joven por los refugiados

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Paloma Camacho Arístegui ha recogido en un poemario su experiencia como cooperante en el campo de Katsikas (Grecia)

‘Cartografía de un abandono’ es un alegato de protesta y de solidaridad por todos aquellos que huyen de la guerra

La crisis de refugiados en Europa no ha finalizado. Aunque cada vez ocupa menos espacio en los medios de comunicación, son muchos los colectivos sociales que siguen recordando que hay miles de personas hacinadas en campos que esperan una oportunidad de asilo tras huir de la guerra. Y ahí vuelven a cumplir un papel fundamental los más jóvenes. Nos detenemos en la experiencia que a este respectó vivió como cooperante Paloma Camacho Arístegui, quien ha trasladado en un poemario recién publicado lo que allí experimentó.

Hace dos años, Paloma decidió acudir como voluntaria al campo de refugiados de Katsikas (Grecia). Allí tocó, olió y sintió experiencias dolorosas que poco o nada tienen que ver con lo que ya apenas vemos a través de los informativos. Comenzó a escribir versos sobre su experiencia, pero no fue hasta tiempo después, ya de vuelta en Madrid, cuando decidió que todos esos poemas podían conformar un libro. Así nació ‘Cartografía de un abandono’, la Editorial Gato Encerrado. Es al mismo tiempo su protesta, su testimonio y su forma de dar visibilidad a la realidad de los campos.

Se trata de una apuesta por la poesía social, la más apegada al terreno, y una forma de dar voz al conmovedor grito de angustia de la gente que huye de la guerra, aquellos a los que Paloma presta sus versos rotundos, perturbadores y llenos de imágenes de una cotidianeidad casi imposible entre las carencias, la tristeza, la lluvia y el fango.

La escritora regresó a Madrid enferma. Y su enfermedad también entró a formar parte de la historia. “Al principio no se trataba de hablar de mi experiencia, sino de contar una realidad, una historia que no me pertenecía. No era la primera en hablar sobre las condiciones de los campos en Europa, ya había artículos y documentales, pero no mucha poesía al respecto”, explica. Por eso fue este género, tan breve como contundente, el que eligió para llamar la atención de aquellos “que se habían cansado de leer noticias sobre esta crisis migratoria”.

La estructura responde cronológicamente a la experiencia que vivió como cooperante. Arranca con su ‘yo’ antes de ir al campo de refugiados (‘La ingenuidad’), continúa con su experiencia y la de los migrantes en Katsikas (‘El campo’) y finaliza con su vuelta a Madrid (‘La enfermedad’). “Al principio escribo llena de rabia y fuerza, y poema a poema, se va mermando mi fortaleza”. Pasó unos meses sin poder escribir durante su convalecencia y después pudo terminar el libro: “El proceso resultó en suma muy doloroso”.

‘Cartografía de un abandono’ es además su primer libro publicado y supone la apuesta de Gato Encerrado por el talento joven y comprometido. Para Paloma Camacho está siendo una “experiencia fantástica” que dice estar viviendo con “mucha ilusión”. Opina que afortunadamente hay mucha poesía social pero que faltan más editoriales que apuesten por ella y medios de comunicación que la apoyen.

Lo que vivió en Grecia también ha provocado que la poeta pueda tener una visión crítica y cercana de un problema que compete a toda la sociedad, a nuestros gobernantes y a las ONG. “Se necesitan más profesionales en los campos. La ayuda de los voluntarios es muy importante, pero se debería invertir más en salarios para llevar profesionales hasta ellos”. Y su petición al respecto es seguir apoyando a las ONG, sobre todo a las más pequeñas, que “cuentan con la ventaja de la inmediatez”. Por último, también defiende la necesidad de “no parar de comunicar, del modo que sea, lo que allí ocurre”.

Paloma Camacho Arístegui nació “en la boca de Madrid o en el corazón de Bilbao” una mañana de 1988. Tiene la licenciatura en Físicas y ha vivido en Suecia, Francia, Suiza y Grecia, además de en España. Practica la fotografía y, desde hace unos años, se dedica a la acción social.

En 2017 uno de los poemas de ‘Cartografía de un abandono’ llamado ‘Miedo al ruido’, inspiró un proyecto social del mismo nombre. Se trata de  un vídeo musical realizado sin ánimo de lucro y sin ninguna relación con entidades políticas, religiosas o empresariales. Su objetivo: denunciar la verdadera situación que sufren millones de personas debido a la inhumana gestión de Europa. Las imágenes son de Patxi Beltz, cooperante de Médicos Sin Fronteras, y la canción que las acompaña está interpretada por Titxu Vélez y Nacho Aldeguer. Fue compuesta por Adriá Navarro y producida por Jon Barrena. Todo el montaje es de Patty de Frutos. Durante el mismo también pueden escucharse versos recitados de Carlos Salem, Ana Pérez Cañamares, Gsús Bonilla, Silvi Orión y Escandar Algeet:

La Editorial Gato Encerrado nació hace un año y medio con el objetivo de editar libros de poesía sin ataduras ni intereses. Es un proyecto abierto entre Toledo y Madrid. Su creación no se puede entender sin el contexto en el que surge, bajo una sinergia cultural en torno a la colaboración de varios espacios culturales entre ambas ciudades.  Hasta el momento, Gato Encerrado ha publicado ‘En casa, caracol, tienes la tumba’, de Alicia Es. Martínez; ‘El falso llano’, de Óscar Aguado; y ‘Números inexactos’, de María Jesús Silva.

Hechos contra estereotipos o cómo la juventud ha hecho suya la solidaridad

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Hablamos con varios jóvenes voluntarios de distintas ONG que marcan una clara tendencia en el compromiso social

“Cada vez son más los jóvenes que se involucran en actividades de voluntariado”

La crisis y la falta de oportunidades han provocado que cierto sector de la juventud considere más que necesario ayudar a los demás. Las ONG son de los colectivos mejor valorados

¿Cuánto mal ha hecho en los jóvenes aquello de la profecía autoincumpida? Es decir, que las predicciones que desde las instituciones y numerosos estudios se hacen sobre ellos sean la misma causa de que se terminen haciendo realidad. Si hay un pensamiento generalizado (y erróneo) que arrastra nuestra sociedad después de la crisis económica es aquel por el que nos referimos a nuestros jóvenes como una ‘generación perdida’. ¿Perdida para quién? ¿Piensan ellos así? ¿Nos importa cómo piensan? En este campo, las acciones solidarias vienen a desmontar todos estos tópicos. El estereotipo del joven que pasa de todo, que no se preocupa porque no vislumbra su futuro, se ha venido desmontado por la fuerza de los hechos, aquellos que demuestran que, aún con unos pésimos datos sobre su emancipación y proyección laboral, las acciones sociales que protagonizan dicen más de ellos que las etiquetas que imponemos. Y no son una excepción.

Según el estudio ‘Jóvenes y Valores (1). Un ensayo de tipología’, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, es cierto que la juventud en paro ha podido verse orientada hacia valores materialistas y de satisfacción personal. Es una “postura reactiva” a su difícil situación. Pero al mismo tiempo, el no encontrar trabajo ha provocado que muchos aumenten su nivel de estudios y formación, lo que a su vez provoca que perciban de manera más empática la dimensión social y colectiva. Son los más solidarios. Cada vez más.

Este informe desvela que la actitud comprometida, proactiva, alcanza a más del 30% de la juventud española. Pero si a los mismos se suma otro grupo, los denominados en este estudio como “rebeldes sin causa” -y que también se encaminan hacia la acción social- el porcentaje supera con creces el 50%. Este índice se da de bruces con los que los sociólogos denominan “incívicos descreocupados” que tan solo llevan el 14,4%.

Hasta aquí los datos. En Planeta Joven hemos querido bajar de nuevo al terreno para conocer la experiencia de voluntariado de tres jóvenes españoles. Nadie mejor que ellos para explicarnos su experiencia, sus motivos y su impresión sobre los estereotipos. Es el caso de Leticia García del Castillo, de 25 años. Graduada en Traducción e Interpretación, actualmente está estudiando un máster en Estudios de Género. Comenzó como voluntaria de Amnistía Internacional en abril de 2017, tras continuar su formación en Derechos Humanos. Quiere cambios en la justicia a nivel global y para ello dedica el tiempo que puede, casi a diario, sobre todo cuando hay actos y campañas. Co-coordinadora del Grupo de Amnistía Internacional Ciudad Real, es la encargada junto con otro compañero de plantificar acciones de sensibilización y en su posterior desarrollo. También firma las ‘ciberacciones’ que propone Amnistía Internacional para presionar e intentar frenar las injusticias.

“He adoptado responsabilidades que eran nuevas para mí y que me han permitido aprender mucho a nivel personal, como trabajar en equipo, mediar o ser más resolutiva. También he continuado mi formación en derechos humanos y el trabajo me está dando una visión amplia de la realidad. Además, he conocido a gente con la misma visión del mundo y muy comprometida con la defensa de los derechos humanos”, nos explica. Tiene claro por tanto que la sensibilización es fundamental para animar a otros jóvenes a ser voluntarios. Para ello, “hay que dar ejemplo”.

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¿TE SUMAS AL MOVIMIENTO 11 DE FEBRERO?

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Este domingo, 11 de febrero, se celebrará el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la ciencia. Se trata de una iniciativa que pretende fomentar durante todo el mes la organización de actividades y materiales que conmemoren la celebración de este día en España. Por ejemplo, el día 19 tendrá lugar en la Universidad Autónoma de Madrid la mesa redonda “Quiero ser científica: un análisis de los sesgos de género en ciencia”, en la que estará presente la Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela Olmo.

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El consumo alternativo se cuela en el bolsillo de la juventud española

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La situación económica de los y las jóvenes incorpora prácticas de economía colaborativa y el uso de productos de segunda mano. Los productos tecnológicos son los que más se adquieren ya usados, y actividades como compartir wifi o suscripciones a servicios de vídeo o música bajo demanda se encuentran entre las más reconocidas. Son algunos de los resultados del primer barómetro sobre la juventud española del ProyectoScopio, herramienta de análisis de la realidad juvenil del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.

La economía colaborativa se rige por el principio de ampliar la usabilidad de las cosas compartiendo su tiempo de vida, ya sea simultaneando su utilización o cediéndolas a otra persona cuando ya no se necesitan. Es importante no confundirla con la economía bajo demanda ni con la economía de acceso,que incluyen actividades económicas en las que sigue primando un uso privativo de las mismas.

Entre las acciones de consumo alternativo que lleva a cabo la juventud española, según datos del Barómetro 2017 del ProyectoScopio, se recoge desde el compartir coche (un 22,6% de los entrevistados y entrevistadas declaran haberlo hecho en alguna ocasión, ya sea con empresas mediadoras de la actividad o no) hasta la participación en bancos de tiempo (una de las actividades minoritarias, solo frecuentada por un 2,3% de los y las jóvenes consultados).

Como es sabido, la inmensa mayoría de estas formas de hacer frente a las necesidades del día a día son antiguas, como el trueque de capacidades o de objetos, pero gracias a las redes tecnológicas se extienden las posibilidades de utilizarlas y de llegar a interesados o interesadas de lo que ofrecemos. Los talleres de trabajo han sido compartidos en todas las etapas de la historia, pero ahora los llamamos espacios de co-working o hubs y se necesitan para poder llegar a fin de mes porque la crisis económica resiente el bolsillo de sus trabajadores y trabajadoras.

En el caso de los bolsillos de los y las jóvenes españoles, solo el 29% parece poder pagar todas sus necesidades, frente al 24% que solo puede hacer gastos pequeños, como comprarse un bocadillo para comer (y no siempre). De hecho, la alimentación propia, sea en casa o fuera, es lo que más destaca como necesidad en el colectivo joven, seguida por los gastos que se lleva el contar con un automóvil propio y el ocio nocturno y cultural.

Si en esta ecuación de los gastos de la juventud metemos las posibilidades de asumir alguna práctica de consumo alternativo, salen mejor las cuentas. Por ejemplo, cuando el 20% de los gastos entre los 15 y los 29 se dedican a vestimenta y el 11,7% a tecnología, parece razonable la opción por las prendas o los dispositivos de segunda mano (un 54% dice haber comprado teléfonos, ordenadores y otros gadgets usados y un 25% ropa no de estreno).

Los datos de penetración de las formas de consumo alternativas en la población entre 15 y 29 años se pueden considerar un síntoma de nobleza generacional, también los podemos ver como una forma de resiliencia (resistencia + adaptación). Sería interesante profundizar en los motivos que llevan a este tipo de prácticas y si pueden incidir en un cambio de ideología económica. Todas estas fórmulas de sacarse las castañas del fuego pueden perseguir diferentes objetivos, más o menos nobles o generosos, y pueden estar construyendo una alternativa al sistema capitalista que eche raíces en toda la sociedad.

VIDEOJUEGOS: ADICCIÓN VERSUS TERAPIA

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En las últimas semanas en los medios de comunicación han vuelvo a saltar las alarmas por motivo de los videojuegos, principalmente por las posibilidades que tienen los usuarios y usuarias de engancharse. Las autoridades internacionales empiezan a considerarlo un problema mental grave, pero también  levantan la voz personas acreditadas que insisten en las posibilidades que tienen estos productos para, por ejemplo, desarrollar terapias. Todas estas cuestiones se insertan en un debate mayor sobre la adicción a las tecnologías y las consecuencias derivadas de ello.

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Zalear: Arrastrar o menear con facilidad algo a un lado y a otro

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Mariano Urraco es investigador, recién doctorado en sociología con una tesis sobre los jóvenes extremeños y sus dinámicas de emancipación. Su empeño en centrar el análisis en una región poco estudiada ayuda a completar la mirada frecuente de la investigación sociológica, situada en las grandes metrópolis. La decisión de abordar las generaciones de la crisis sirve para dar relevancia a un momento histórico complicado para muchos y muchas.

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