Cuando pensamos en los grandes avances científicos de la historia nos vienen a la cabeza nombres como Albert Einstein, Isaac Newton o Louis Pasteur y la lista podría seguir. Pero, ¿por qué nos cuesta más cuando se trata de pensar en las grandes científicas del pasado y también de la actualidad? Seguro que identificamos a mujeres como la física, matemática y química Marie Curie, pero hay muchísimas más.
Durante siglos las grandes científicas y sus grandes avances han sido invisibilizados y la ciencia, la tecnología y las matemáticas han sido áreas muy masculinizadas. Pese a los grandes avances y logros que han conseguido las mujeres a lo largo de la historia, su presencia en los ámbitos científicos sigue siendo menor que la de los hombres. A día de hoy, solo tres de cada diez profesionales investigadores en todo el mundo son mujeres, según la UNESCO. Y en España, solo un 13% del alumnado de las llamadas carreras STEM relacionadas con la ciencia, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas son mujeres. Sin embargo, la ciencia también tiene nombre de mujer y aunque poco a poco, cada vez más niñas sueñan con ser científicas.
Cada 11 de febrero, desde el año 2015, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para conmemorar y reconocer la trayectoria de todas aquellas mujeres que han contribuido al avance de la ciencia y la tecnología. Y también para lograr una mayor participación e inclusión de las mujeres y las niñas en las áreas científicas.
Pero, ¿por qué cuesta tanto que las niñas quieran ser científicas? Aquí te contamos dos de las causas ya que esta brecha de género comienza en la infancia y cómo podemos combartirlo.
La falta de referentes femeninos es una de las claves que explica por qué las niñas no se decantan por estas disciplinas. Tanto los niños como las niñas imaginan lo que quieren ser en el futuro a través de los ejemplos que encuentran durante la infancia. Y las niñas no tienen modelos de mujeres científicas en los que reflejarse desde sus años escolares. Y no es porque no existan, sino porque su labor aún no es tan visible como la de los hombres en estas áreas.
Por ejemplo, solo el 7,5% de los referentes que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres, por eso la brecha de género es tan evidente. Necesitamos que se visibilice más el trabajo de las mujeres científicas en películas, libros de texto, series, documentales, etc., para que las niñas tengan más fácil imaginarse a sí mismas como profesionales científicas en el futuro y encuentren en ellas la inspiración y el impulso que necesitan para adentrarse al mundo de la ciencia.
Para paliar esta falta de visibilidad se están llevando a cabo proyectos como el el Movimiento No More Matildas, una campaña de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), para denunciar la invisibilidad de las científicas. Con esta iniciativa quieren recuperar estas figuras, llevándolas a los libros de texto para que despierten con su ejemplo, sus hallazgos y sus aportaciones, la vocación científica de todas esas niñas a las que hasta hoy, se ha hecho pensar que la ciencia era cosa de hombres.
También podemos acercar a las niñas ejemplos de mujeres científicas con libros como ‘Las chicas son de ciencias: 25 científicas que cambiaron el mundo’ de los autores Irene Civico y Sergio Parra en el que cuentan la historia de mujeres que han sido pioneras en ciencias desde el inicio de los tiempos. Desde Agnodice, la primera médica conocida de la historia, hasta Rosalind Franklin, la química que descubrió la estructura del ADN, pasando por Vera Rubin, la astrónoma que vio lo que nadie veía.
Es importante trabajar desde la infancia contra los roles de género que marcan los comportamientos que ‘deberían’ tener hombres y mujeres en función de la construcción social que se tiene de la masculinidad y la feminidad. Acabar con ideas como que ‘la ciencia no es para las niñas’ o ‘la física y la tecnología son cosas de chicos’’. Tenemos que caminar hacia la igualdad educando a niños y niñas libres de ser lo que quieran ser.
Desde edades muy tempranas los niños y las niñas conocen los estereotipos de género y los aplican para construir su propia identidad y entender el mundo que les rodea. Como comentábamos, la falta de referentes femeninos y estos estereotipos tiene un grave impacto en las futuras vocaciones científicas de las generaciones más jóvenes. Esto se conoce como el dream gap o brecha de sueños, que es el vacío existente entre lo que las niñas desean, lo que pueden llegar a ser y lo que ellas creen que pueden conseguir. La realidad es que solo el 4 % de las niñas eligen ciencias en un futuro y los centros educativos se enfrentan al reto de no perder su interés cuando son adolescentes.
Por eso a todas las adolescentes, jóvenes, familias y educadoras que nos lean queremos dejarles el mensaje de dos grandes mujeres científicas: Margarita Salas y Jane Goodall.