Autor: firmainvitadapj
30 abril, 2021

*Manuel Pérez Moreno

¿Te atreves a comer la última rebanada de pan de molde que se nos olvidó en el fondo del frigorífico y que, como por arte de magia, se ha vuelto de color verde?

¿Te tomarías un zumo hecho con una naranja que, tras haber sido comprada hace varias semanas, presenta una capa viscosa y aterciopelada de color blanco en toda su superficie?  

No, ¿verdad? Yo tampoco.

Lo intuíamos todos, nos lo imaginábamos, pero había que demostrarlo científicamente.  Hablamos de la marihuana que se vende y se consume por jóvenes y adolescentes en nuestro país.  No es apta para el consumo desde el punto de vista microbiológico en casi 7 de cada 10 muestras que se pueden adquirir en la calle.

Investigadores científicos, profesores y personal cualificado de Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Extremadura y Universidad Alfonso X El Sabio, junto con Fundación CANNA, han analizado la marihuana que se vende en las calles de Madrid a lo largo del año 2020, pese a las dificultades socio-sanitarias en las que estamos inmersos. Los resultados demoledores de este análisis pueden conocerse en la investigación “Aspectos fúngicos y químicos de la marihuana en Madrid capital”.

Aspergillus,  Penicillium,  Mucor,  Scedosporium  entre otros, son algunos de los géneros fúngicos (hongos) aparecidos tras los análisis microbiológicos realizados y en una concentración tal que superan los máximos permitidos por la normativa europea de productos vegetales destinados al consumo humano. Estos hongos son capaces de producir, incluso en individuos sanos, reacciones alérgicas, intoxicaciones, trastornos gastrointestinales además de infecciones respiratorias de largo y tedioso tratamiento en el mejor de los casos.

Pero, ¿de qué nos sorprendemos? Se trata de una sustancia vegetal cuyo cultivo es ilegal, por tanto, no controlada o inspeccionada por las autoridades sanitarias. Realizado por personal no cualificado y que se produce en habitaciones, sótanos, cobertizos o naves industriales sucias, mal ventiladas y en unas condiciones de humedad y temperatura idónea para la proliferación de hongos.  

Sabemos que un elevado número de personas con patologías previas o con un sistema inmunitario deficiente o deprimido a causa de determinados tratamientos consumen marihuana para tratar de mejorar o aliviar su estado físico o emocional en nuestro país. Pues bien, malas noticias para ellos también.

El consumo de una sustancia tan colonizada por hongos, podría desencadenar en estas personas patologías añadidas con consecuencias fatales, por lo que aquí podemos aplicar eso de que “es peor el remedio que la enfermedad”.

Por si esto fuese poco, en este estudio se analizó la composición química de la marihuana que se puede adquirir en calles, parques, pisos o locales de dudosa reputación, con unos resultados más que sorprendentes. La concentración media de THC superaba el 15% llegando en algunos casos al 20%, recordemos que es el principio activo que produce el “colocón” tras su consumo. Mientras que la concentración de CBD, principio activo que mitiga o atenúa los efectos perjudiciales del THC como ataques de pánico, crisis de ansiedad o trastornos psiquiátricos que pueden llegar a ser permanentes, en el mejor de los casos no superaba el 1.3%.

Las conclusiones del trabajo realizado por estos científicos e investigadores no están condicionadas por intereses económicos o por ideales políticos, es pura ciencia y son los siguientes:

  • La marihuana adquirida en las calles, presenta una contaminación fúngica tal, que la hace no apta para el consumo, en la mayoría de los casos.
  • Esta sustancia no debe emplearse, en ningún caso, como producto medicinal o fitoterapéutico, debido a su elevada concentración en THC y a la baja concentración en CBD.
  • El consumo de marihuana además de ser un fraude para el consumidor puede llegar a ser un grave problema de salud pública.

*Manuel Pérez Moreno es farmacéutico y doctor en Ciencias de la Salud. Profesor de universidad, padre y filántropo, cree en la juventud como etapa de la vida en la que hay que tomar conciencia de los riesgos.