Recientemente la Fundación Felipe González ha presentado los datos del informe Millenial Dialogue Spain, un proyecto realizado en más de veinte países por fundaciones socialdemócratas, con el objetivo de hallar soluciones conjuntas – ante un contexto de desencanto y precarización juvenil- sobre cómo involucrar más a los y las jóvenes en la vida política, así como comprender sus intereses y demandas.
Para la elaboración del informe se realizado una encuesta online aplicada a 1.000 jóvenes españoles/as de entre 16 y 35 años, y un “diálogo” online con 40 jóvenes con diversas percepciones y actitudes ante la participación en la vida política.
En términos generales, los resultados del informe aluden a un bajo interés por la política: el 51% está poco o nada interesado/a, frente al 16% que ha manifestado tener un alto interés. En este sentido, los y las jóvenes afirman que existe una brecha generacional respecto a la generación de sus padres y abuelos, ya que el 47% considera estar menos interesado que sus antecesores. Entre las principales causes de este desinterés, se señala el alto nivel de corrupción, las programas políticos incumplidos y un sentimiento de decepción con la clase política que genera una sensación de no tener mucho por lo que luchar.
Sin embargo, a pesar de mostrar un bajo interés por la política, el 85% de los y las jóvenes afirman que irían a votar. Entre las principales razones para no hacerlo se encuentran el descontento generalizado con los partidos políticos y la estructura del sistema político actual. Por su parte, el poder de la tecnología y el voto online se consideran elementos que incentivarían el voto (86%), así como ampliar los lugares donde poder votar (63%). Datos que reflejan el desencanto y el desencuentro generacional existente que divide a España entre lo analógico y lo digital.
Igualmente preocupantes son los datos referidos a su relación con la clase política: tan sólo el 20% considera que su voz puede hacerse oír; un 41% opina que la clase política no incentiva la participación juvenil; el 78% cree que ignoran sus opiniones; y el 21% no considera que la esfera política luche por un futuro mejor para los y las jóvenes.
A través de estos datos se refleja que los y las jóvenes quieren política pero, quizás, otra política. No estamos viviendo, por tanto, un desinterés generalizado por lo público, sino más bien, una demanda -a veces silenciosa- sobre la necesidad urgente de hacer partícipes y contar con las perspectivas de los y las más jóvenes