Autor: Alicia Avilés Pozo
16 abril, 2018

Según el último Barómetro Juventud y Genéro de ProyectoScopio, hasta un 91,3% no quiere acuerdos laborales que incluyan cuotas para mujeres

Respaldan, no obstante, que se garantice el acceso igualitario por ley de mujeres y hombres al mercado de trabajo

Se trata de una contradicción que se deriva del pensamiento mayoritario de la sociedad y que puede estar determinado por una crisis económica que ha afectado a todos

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Las listas electorales ‘cremallera’ o la prioridad a mujeres en ayudas y subvenciones para proyectos emprendedores son algunos ejemplos de medidas en favor de la igualdad que han contado a lo largo de los años con el respaldo social, y que se han asentado como medidas necesarias. Pero hay otras, como el establecimiento de cuotas en empresas o el hecho, por ejemplo, de que las chicas no paguen al entrar en una discoteca, que no gozan de tanta popularidad y que pueden concebirse como elemento de desigualdad cuando precisamente se quiere combatir ese fenómeno. Con el tiempo, la discriminación positiva ha adquirido un significado peyorativo que ha calado entre los más jóvenes dando lugar a una contradicción muy llamativa desde el punto de vista sociológico: para la juventud, no es lo mismo favorecer la igualdad que establecer una paridad impuesta.

Así lo refleja el ‘Barómetro Juventud y Género 2017’ de ProyectoScopio realizado por el Centro Reina Sofía (CRS) sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, recientemente hecho público. En el apartado de medidas para garantizar la igualdad, los jóvenes defienden mayor presencia de la mujer o combatir la la brecha salarial, pero al mismo tiempo rechazan que por ley se implante la discriminación positiva.

Lo explica Anna San Martín, subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud:

¿Cuáles son los datos concretos que reflejan estas posiciones opuestas? En la tendencia positiva, nueve de cada diez chicos y chicas están de acuerdo en sancionar a empresas que pagan menos a mujeres y a hombres por el mismo trabajo. El porcentaje baja, pero muy poco, hasta el 82,2%, en cuanto a garantizar por ley el equilibrio de mujeres y hombres en altos cargos y en listas electorales. Tres puntos menos, un 79,2%, avala garantizar por ley la presencia de mujeres en los puestos de dirección de empresas. Y un 75% apoya garantizar la contratación de más mujeres que hombres en profesiones en las que hay pocas mujeres.

En el otro lado surge la contradicción: los jóvenes consultados para elaborar el barómetro, en su gran mayoría, no quieren la discriminación positiva: el 91,3% está de acuerdo con promover que los pactos laborales se ocupen por méritos sin que existan cuotas de discriminación positiva; y es más, el 87,3% considera que de ninguna forma se debería buscar la discriminación positiva.

Lo significativo de estas cifras va mucho más allá cuando la mayor parte de la juventud reconoce la discriminación como tal. La mayor parte dice haberla percibido en la calle, en el trato con la gente, en el ámbito laboral o en las redes sociales. También señalan tiendas, locales de ocio o bares. Parte de la explicación se encuentra entonces en que chicos y chicas perciben de forma muy distinta las desigualdades de género en España. El 67% considera que las desigualdades son “grandes o muy grandes”, mientras que los hombres jóvenes que les otorgan este mismo nivel de gravedad son menos de la mitad, el 46,2%. Evidentemente, no se corresponde en su totalidad con la percepción de la discriminación positiva. Existen otros factores sobre los que otros barómetros similares arrojan algo de luz.

En un sondeo de Metroscopia elaborado en el año pasado bajo el título ‘Actitudes y percepciones sobre la igualdad de género en España’, la mayoría de encuestados se muestra a favor de una representación mínima en puestos de responsabilidad en las instituciones públicas. Ahora bien, la brecha se amplía cuando esa pregunta se refiere a las cuotas en empresas: un 40% a favor y un 60% en contra. Según explica Violeta Assiego, activista de derechos humanos, abogada e investigadora en cuestiones relacionadas con la discriminación, en su análisis sobre estos datos, la opinión mayoritaria de la sociedad es que la presencia de mujeres en las instituciones políticas y las empresas debe responder exclusivamente a sus méritos y capacidades. La juventud es, por tanto, un espejo de esas cifras.

El un estudio del Instituto de la Mujer sobre la ‘Evolución de la discriminación en España’ con dato del CIS se indaga en los “discursos de la preferencia” y más concretamente en la aprobación de discriminaciones positivas o negativas en el acceso al empleo. En la discriminación por género, refleja igualmente el rechazo mayoritario de la sociedad a las cuotas (hasta un 63%). No deja de ser otra radiografía de un modelo que no termina de recibir un respaldo representativo por parte de la juventud.

Aparte de interpretar que las generaciones más jóvenes tienen ese ‘efecto espejo’ de la sociedad en que la viven,  ¿y si la explicación más general a la contradicción la encontramos en los efectos de la crisis? Ya comentamos que la juventud ha sido uno de los colectivos que más han sufrido la recesión económica y el que, como herencia, debe pelear con las consecuencias de un mercado laboral que se ha transformado y una calidad en el empleo que ha derivado hacia la temporalidad y la precariedad, según todos los datos estadísticos.

No es de extrañar que una inmensa mayoría no crea en la discriminación positiva como fórmula de mejora de su situación. Aunque la desigualdad se ha acentuado y las mujeres sufran mayoritariamente una doble discriminación, entre la opinión de los jóvenes la crisis no parece haber entendido de géneros en muchos aspectos del mercado laboral. Para ellos, y así lo refleja el Barómetro del CRS, las cuotas no son la solución.