*Mar Herranz*
En medio de la decepción por el resurgimiento de nuevo del conflicto armado en Oriente Medio, tenemos que hacer aún mayor énfasis en todas las iniciativas que existen a favor de la cultura de paz y en las propuestas para la resolución pacífica de los conflictos.
El conflicto en sí mismo es connatural al ser humano; la diversidad de puntos de vista, las diferencias de intereses y las distintas motivaciones que mueven a las personas son tan variadas que habitualmente pueden generar confrontaciones. El problema surge cuando no se encuentra una vía de diálogo que propicie la negociación y posibilite el consenso, las posiciones se encallan y no se vislumbra ningún cauce de solución pacífica.
Además, nos encontramos con corrientes de opiniones radicalizadas, que propician la discriminación hacia ciertos colectivos y que se basan habitualmente en estereotipar, prejuzgar, desinformar y mentir para generar discursos de odio en contra de aquellas personas que no responden de acuerdo a determinados intereses y que, además, se encuentran en una situación de vulnerabilidad con respecto a las posiciones hegemónicas dominantes. Esto convierte a algunas personas en víctimas de unas relaciones de poder jerarquizantes, que les oprimen y dificultan sus formas de vida.
En medio de este panorama, nos encontramos con estrategias de desinformación que agudizan y polarizan las opiniones en busca de intereses subjetivos. Cada vez resulta más difícil obtener información verídica y objetiva en torno a algunos temas. Especialmente estos días, con la guerra entre Israel y Gaza en primera línea de los informativos, nos estamos dando cuenta de cómo se están manipulando las noticias y de cómo se lanzan bulos para realizar propaganda de un bando o de otro. Parece que las víctimas y los muertos en el conflicto valen diferente si son de un lado o de otro de la frontera, cuando, en realidad, esto no debería ser significativo. Deberían pesar igual todas las personas muertas, todos los heridos y los rehenes de ambas partes. Sería deseable poder contar con información clara y veraz, pero esto está resultando muy difícil para los y las periodistas porque se les está impidiendo el acceso a la zona de conflicto, lo que favorece la manipulación de las versiones y la polarización de las opiniones.
Desde la Fundación Fad Juventud ya hemos realizado varios proyectos en los que trabajamos el pensamiento crítico y la importancia de la verificación de las fuentes de información para no difundir bulos y ser cómplices, sin querer, de la desinformación en favor de determinados intereses. En estos momentos, estamos llevando a cabo el proyecto “Hatetrackers beyond the borders”, que, financiado por la Unión Europea, se está ejecutando en colaboración con socias italianas, griegas y chipriotas y que busca la formación de adolescentes y jóvenes activistas, entre 14 y 25 años, en contra de los discursos de odio, basándose en la utilización de técnicas artísticas para combatir la desinformación y la vulneración de derechos de ciertos colectivos.
Coincidiendo con la reunión de los primeros “hatetrackers” españoles, pudimos contar en nuestra sede de Madrid con la visita de Ricardo Salinas, de Plataforma Global El Salvador. Además del visionando de su documental “Rebeldía Centroamericana”, nos contó en primera persona cómo se está actuando en Centroamérica contra los discursos de odio y contra la vulneración de los Derechos Humanos. Me parece especialmente destacable la rebeldía pacífica de las poblaciones indígenas en Guatemala, que, hartas de ser “sujetas folclóricas”, como dicen en el documental, han iniciado manifestaciones por las calles de su país realizando actividades artísticas. Se puede apreciar cómo desde Centroamérica tienen mucho que aportar en torno al “artivismo”. En países donde la vulneración de Derechos Humanos está muy extendida, es aún más importante la reacción de las personas activistas que luchan por la restitución de esos derechos, teniendo en cuenta además el nivel de riesgo que afrontan.
¿QUÉ SUPONE SER “HATETRACKER”?
El proyecto “Hatetrackers” parte de la base del concepto de Guerrilla Semiológica de Umberto Eco (1987)**, que, básicamente, consiste en la idea de que para combatir la desinformación no hay que acudir a los puntos de emisión de los mensajes ni siquiera a los canales por los que se transmiten, sino a los lugares donde se perciben, es decir, a cada una de las personas perceptoras que, dependiendo de su posición y sus circunstancias, puede reinterpretar el mensaje de una forma diferente a otros receptores de ese mismo mensaje. Como dice el propio autor, “cada cual llenará con los significados que le sean sugeridos por la propia situación antropológica, por su propio modelo cultural”
Para Eco, lo importante es “discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida…el universo de la comunicación tecnológica sería entonces atravesado por grupos de guerrilleros de la comunicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva.”
Esto puede llevar a pensar que lo que propone Eco es una forma de controlar la opinión pública, pero, en realidad, lo que él propone es incitar a la audiencia a controlar las posibilidades de interpretación de los mensajes y, para eso, serían necesarias las “guerrillas culturales o semiológicas”. Utiliza un término que puede parecer contradictorio con una forma pacífica de convivencia, pero en realidad, su contenido tiene muchas similitudes con el activismo artístico o cultural del que hemos hablado anteriormente.
Por eso, las y los “hatetrackers”** del proyecto europeo buscarán formas alternativas de protestas y de combatir los discursos de odio en sus respectivos países. Las primeras personas seleccionadas ya están empezando su activismo y participarán en actividades artístico-culturas, realizarán creaciones colectivas y propondrán discursos alternativos que propicien una convivencia pacífica e igualitaria para todas las personas.
*Mar Herranz* es licenciada en Geografía e Historia, Experta en Documentación y Máster en Cooperación al Desarrollo y Educación Intercultural. Cuenta con más de 30 años de trayectoria profesional en Fad Juventud y ha dedicado los últimos catorce a la gestión de subvenciones para proyectos de Cooperación en América Latina y de Educación para la Ciudadanía Global en España, todo ello con el fin de construir un mundo más justo, menos desigual y más sostenible, siempre con enfoque de género y bajo el paraguas del feminismo y la interseccionalidad.
** Eco, Umberto (1987): “Para una guerrilla semiológica” En : Eco,Umberto “La estrategia de la ilusión”.
*** Si tienes entre 14 y 25 años, te sientes con ganas de expresarte en contra de las desigualdades y de las discriminaciones, si crees que puedes aportar tu granito de arena en forma de manifestación/reivindicación artística, en un sentido muy amplio del término, puedes ponerte en contacto con mherranz@fad.es y te ampliamos la información para participar en este proyecto.