La adolescente sueca ha conseguido convertirse en un fenómeno de masas debido a su rotundo mensaje contra el cambio climático
Analizamos su trayectoria y su relevancia desde el punto de vista sociológico y feminista. Hablamos también con jóvenes de ‘Fridays for Future’ en España
Si pedimos a diez jóvenes que mencionen un referente femenino en el mundo, hay pocas dudas. La adolescente Greta Thunberg aúna en torno a su nombre y sus acciones todo un conjunto de factores que la han convertido en un icono global, algo del todo inédito cuando el bombardeo de información en medios de comunicación y redes parece todos los días a punto de tener su propio ‘big bang’. Mensajes sencillos y directos, un activismo a prueba de ‘fakes’ y de campañas de desprestigio, y una preocupación por el medio ambiente que crece exponencialmente entre la juventud, son solo algunos de los factores que han ido engrandeciendo la lucha de esta joven contra el cambio climático.
Greta Thunberg viene a constatar algo que ya sucedió con la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai, pese a que los fines son muy diferentes: la admiración y empatía que despiertan en la gran mayoría de la sociedad las experiencias vitales de adolescentes, casi niñas, que dan una lección de moral y constancia en sus guerras contra la injusticia. Malala lo consiguió por la fuerza con la que resurgió del intento de asesinato que sufrió y por cómo convirtió su tragedia personal en un revulsivo para la conciencia social. El caso de Greta es diferente en sus orígenes y objetivos, pero ha sido igual de efectivo: una vez escuchó lo que el cambio climático le haría a nuestro planeta y ya no pudo pensar en otra cosa.
Nacida en Estocolmo hace 17 años, convirtió en “superpoderes” su diagnóstico de Síndrome de Asperger y Trastorno Obsesivo-Compulsivo y hace tan solo dos años, tras inculcar en su familia y en su entorno un estilo de vida respetuoso con el medio ambiente, decidió manifestarte todos los viernes frente al Parlamento sueco para reclamar a los responsables políticos un compromiso firme para frenar la crisis climática. Así nació el movimiento global ‘Fridays for Future’ (“Viernes para el futuro”). Lo que en un principio solo fue una protesta individual con dos minutos de atención en las televisiones locales, a los tres meses ya había calado en las nuevas generaciones de países de todo el mundo.
Greta, pese a multitud de dificultades, abrió sus propias fronteras y decidió viajar por el planeta para estar donde consideraba que debía estar: allí donde se toman las grandes decisiones. Su periplo la ha llevado de la Asamblea de Naciones Unidas en Nueva York, enfrentándose al ‘escéptico’ presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hasta la última Cumbre del Clima (COP25) celebrada en Madrid. Siempre de la mano de sus coetáneos, los más jóvenes, apoyando el mensaje desde abajo y firme en su crítica a quienes solo aparentan y nada hacen.
Su mensaje, su vida, su particular carisma, han sido manipulados, falseados, burlados y denostados. Ha tenido que hacer frente también a otra lucha en ocasiones igual de despiadada: la de la igualdad. Ser mujer, como le sucedió a Malala, también ha sido un obstáculo en su misión pero al mismo tiempo la ha transformado en un un arma contra la intolerancia y el machismo. Al final, de manera inconsciente o no, Greta es también un símbolo feminista y un referente imprescindible cuando llegan días como el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Objeto de estudio de la Sociología
Prueba de la proyección alcanzada por la joven Thunberg es que así lo han estado analizando en estos dos años desde el ámbito de la Sociología. De ello hablamos con la socióloga de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Natalia Simón, primera mujer decana del Colegio de Sociología y Ciencias Políticas de esta comunidad autónoma. “Greta Thunberg ha representado el papel de futuro hecho presente con un discurso más consistente que el de muchos adultos y un coraje frente a las críticas recibidas de una juventud con ideales. En definitiva, es un referente social en todos los sentidos”, subraya.
Pero su importancia va más allá. ¿Qué papel está cumpliendo para adolescentes y jóvenes de todo el mundo? “La juventud ha sido vista, en los países desarrollados, predominantemente como superficial y consumista, sin intereses ni motivaciones. En este sentido, Greta supone un arquetipo muy distinto respecto de los convencionalismos dominantes, ya que define un cambio en doble dirección: intra-generacional e inter-generacional. Es necesario, además, tener en cuenta su “escenografía”, rodeada de poder económico y político en el sentido, por ejemplo, del apoyo de fundaciones eco-industriales y la facilidad para acceder a diversos foros internacionales para expresarse.
Además, Natalia Simón deja claro que ser mujer y joven puede haberla perjudicado, pero también beneficiado. “Refuerza sus afirmaciones con información científica produciendo un efecto cultural de revulsivo ante la apatía de los jóvenes y la superficialidad que se les atribuye. Es a través de su juventud y su feminidad, precisamente, como genera un desafío al liderazgo de las generaciones que envejecen y se aletargan ante la evidencia de un mal que han de sufrir las generaciones futuras y se ven como problemas lejanos”.
El resumen es que Greta “pone en valor la juventud”, la urgencia de ocupar un papel de “movilización y compromiso” para las generaciones más jóvenes. ¿Cuál es el lado negativo? “Su excesivo protagonismo o visibilidad desmerece el efecto movilizador, que si bien funciona dentro del fenómeno de redes, fidelizando a seguidores, no tiene una traducción directa en una práctica auto-organizativa de los jóvenes en general, siendo por tanto más efectiva para el contenido del mensaje que como medio de organización de voluntades”.
Contra el poder establecido
En el Blog ‘Otras políticas’, que reflexiona sobre modelos políticos y sociales, el experto en comunicación Francisco Díaz-Andreu destaca varios factores en la repercusión de su mensaje. Entre ellos, el hecho de que la sociedad “necesita símbolos y demanda líderes que encabecen las corrientes de opinión”. “Es una persona que se enfrenta al poder establecido. Con esto gana puntos en la mente de muchas personas, además de que responde a la frustración de buena parte de la población con los políticos”.
Desde el movimiento ‘Fridays for Future’ en España no hay ninguna visión negativa y enarbolan la bandera de la joven activista también de cara al Día Internacional de la Mujer: “Ha conseguido que se escuchen las voces de científicos, investigadores y expertos que fueron ignorados durante años. Ha creado un mensaje firme y claro de lucha social por el futuro, y aunque ahora dispone de mucho respaldo, empezó desde la nada y sigue enfrentándose cada día a cientos de obstáculos. Es nuestro referente, como mujer y como activista”.
“Los y las jóvenes necesitamos referentes creíbles, no promesas políticas que no van a ningún lado. No es que sigamos al cien por cien lo que diga un líder, es que a partir de ese referente construimos un discurso, creamos debates críticos y actuamos en consecuencia. Todo eso lo ha conseguido Greta en este movimiento, que es su espejo, pero no lo dirige ni establece consignas. Hay libertad de activismo y de mensaje”, destacan.
Aunque suene peyorativo, el caso es que Greta está de moda. En los colegios, institutos y universidades se utiliza su figura y su mensaje para hablar de cambio climático. Ella misma ha patentado su nombre y ha registrado el movimiento ‘Fridays for Future’. Está en cientos de grafitis por todo el mundo. Ya tiene un documental, varias series de televisión en estudio y unos cuantos guiones de cine encima de la mesa. Más allá del sentido negativo o ‘de rebote’ que puede verse en algunas de sus acciones, la segunda década del siglo XXI no se entenderá sin ella y sin su lucha. Y eso es innegable.