Autor: Fad Juventud
28 septiembre, 2023

Hemos ganado un mundial. Otro. Hemos hecho historia. Otra vez. Pero, además, este mundial de Australia y Nueva Zelanda de 2023, nos ha servido no solo para vanagloriarnos de un éxito deportivo, sino que es un hito histórico para la historia de las mujeres, además de una oportunidad para construir referentes simbólicos para las niñas que quieran jugar al fútbol, porque hasta ahora no los han tenido, porque hasta ahora no han salido a jugar como ellas quieren jugar.

Que el deporte transmite valores ya lo sabemos. Desde este saber construimos, en Fad Juventud, el programa “+K Fútbol”, hace quince años, y también “El Club del Buen Deportista”. Lo hemos explorado, lo hemos contado y lo hemos puesto en marcha con niños y niñas. Y han aprendido: a jugar limpio, a jugar en equipo, a tener habilidades para la vida más allá de las habilidades deportivas. El deporte nos puede proveer de esas “soft skills” de las que tanto se habla ahora.

También sabemos que, en España y en otros países en los que trabajamos, el fútbol masculino es el deporte que más masas mueve. El consumo de contenidos deportivos se está diversificando y cada vez conocemos más sobre otras prácticas y más sobre mujeres deportistas, pero el fútbol masculino sigue invirtiendo más que ningún otro a nivel presupuestario y también tiene más cobertura mediática.

Y en este escenario mediático, económico y social llega la selección femenina de fútbol y gana la Copa Mundial. Hace historia (así nos lo han contado y así, muchos y muchas, lo sentimos). Y esas mujeres jóvenes se convierten, a lo grande, en referente para las niñas y adolescentes que juegan al fútbol y no encontraban espejo en el que mirarse, para las que jugaron y lo dejaron porque no se encontraban bien jugando con niños o porque jugaban con niñas, pero nadie les hablaba de tener futuro, y también para las que, de repente, descubren que también quieren y pueden jugar. Porque sí. Para divertirse. A su manera.

Deporte femenino. Autoría: makamuki0. Fuente: Pixabay.

Y se potencian las escuelas de deporte femenino en los colegios, y se deja espacio en los patios para que las niñas también le den patadas al balón y metan goles, y cobra sentido que en la LOMLOE se recoja la educación en igualdad como objetivo transversal de la educación… Esto es importante, muy importante, porque un Mundial ha conseguido hacernos más plurales y nos da la posibilidad de una mirada más diversa e inclusiva. Más igualitaria.

Porque la participación mixta en diversas disciplinas no es coeducativa per se. El gusto por el deporte y por la actividad física también depende de que la experiencia que se tenga jugando, al fútbol o a lo que sea, sea positiva. Y ahora hay oportunidad de que los cuerpos femeninos se muevan a su manera, por eso vale la pena intentar que jueguen su juego también. Y aplaudirlo, y reconocerlo y valorarlo. Y que mueva masas, y que se invierta y que no haya duda sobre su valor.

Desde una mentalidad de crecimiento, sabemos que estamos aprendiendo y que podemos ir consiguiendo matices a esta reflexión e incorporando mayor perspectiva de diversidad e inclusión, pero, de momento, no podemos sino alegrarnos de que un Mundial haya abierto la posibilidad de escribir nuevas páginas de la historia de las presentes y siguientes generaciones de mujeres. De deportistas. De futbolistas. De campeonas.