En el marco del convenio “Impulso de la empleabilidad y la resiliencia de adolescentes y jóvenes, con énfasis en las asimetrías de género, en Managua, Nicaragua”, la Fad, en colaboración con CAPRI-INPRHU, y con la financiación de la AECID, acompaña el emprendimiento de mujeres, en su mayoría cabezas de familia, con el objetivo de restituir la economía familiar comunitaria. Esta actividad se desarrolla desde un enfoque de empoderamiento de las madres, quienes son referentes afectivos directos de jóvenes y adolescentes.
Se trabaja con ellas, mujeres de entre 35 y 59 años de los distritos VI y VII de Managua, pero lo que ellas consiguen sacar adelante beneficia a familias enteras y a la comunidad en su conjunto. Tienen hijos, hijas, algunas incluso nietas y nietos a su cargo. Provienen de trabajos no formales y asumen el compromiso y la responsabilidad de desarrollar un plan de negocio, acompañas por técnicas y técnicos en agricultura y piscicultura.
Que la economía familiar mejore, que supere las condiciones de vulnerabilidad, supone un esfuerzo grande, enorme, una dedicación diaria. Estas mujeres aprenden, por ejemplo, a cultivar la tilapia, un pescado que se cría en granjas acuícolas para consumo local, que mejora la dieta de pobladores y pobladoras, y en lo que empiezan desde cero: levantando en su terreno un espacio con las condiciones necesarias para que los peces benjamines puedan convertirse en producto para la venta y consumo. Es el caso de Yessenia y Digna, madres de familia numerosa de la Comarca de “La Montañita”.
EMPRENDIMIENTO: AUTONOMÍA Y RESTITUCIÓN DE ECONOMÍA FAMILIAR
Ellas nos cuentan que este emprendimiento les ha cambiado la vida, desde su rutina hasta su autoestima. Yessenia nos hace llegar este testimonio a través de un socio local: “A pesar de que soy una persona que no soy estudiada, solo llegué a segundo grado, este no fue impedimento para mí para hoy en día yo ser jefa y trabajadora de mi propio negocio. Porque yo salía de mi hogar a trabajar a la calle y dejaba solos a mis hijos y hoy en día con este emprendimiento eso se acabó”.
En la misma finca donde Yessenia desarrolla su negocio vive su hija con su propia descendencia, se ayudan y se apoyan. “Luego de haber aceptado (la propuesta de emprendimiento) me dieron la tarea de hacer la excavación del hoyo para hacer mi cultivo de peces, con medidas de 1.20 metros de hondo por 4 de largo. Para este fin nos organizamos con mi familia y lo logramos realizar”, añade. Es imprescindible que ellas adquieran su autonomía, por eso resalta que “si al cabo del tiempo ya el Convenio no está, yo ya tengo las herramientas necesarias para poder emprender y trabajar por mi cuenta.”
ENFOQUE DE SOSTENIBILIDAD
Estas actividades también tienen una perspectiva de sostenibilidad, del compromiso que se tiene con la tierra que se trabaja, tal y como nos cuenta Digna: “Conscientes de la importancia de trabajar en armonía con el medio ambiente, habíamos venido trabajando esta tierra con actividades de supervivencia (…), y hace aproximadamente dos años ( a inicios de 2021) comenzó CAPRI a promover dentro de la comunidad actividades de fortalecimiento productivo (…) Desde ese momento responsablemente asumimos el reto y desde entonces recibimos asistencia técnica y formación para el cultivo de hortalizas, de enredadera o granos básicos utilizando métodos que no deterioran los suelos con lo cual aseguraremos la productividad de nuestra parcela también para nuestros descendientes.”.
Estos emprendimientos familiares comunitarios se realizan en la actualidad en once fincas, de las cuales una es Finca Modelo, la de la propia Digna. Desde la visión de generar mayor impacto, la implementación de esta Finca Modelo tiene el objetivo de poder convertirse en un ejemplo de integralidad productiva diversificada, facilitación de tecnologías agrícolas, manejo de buenas prácticas ambientales y el rescate de prácticas ancestrales en la producción; para que otros referentes repliquen en sus parcelas y mejoren sus ingresos económicos.
En conclusión, este proyecto de emprendimiento con mujeres adultas, aunque se trate solo de una pata de un convenio con muchas otras, es ejemplo en sí mismo de consistencia, de circularidad, de trabajo por el fomento de la justicia social desde el potenciamiento de la autonomía y la responsabilidad de todas las partes. Digna y Yessenia, y sus fincas, así como las de otras tantas mujeres (Patricia, Dora, Maritza, Ofelia…) construyen desde sus pequeñas parcelas del mundo y con sus familias, un mundo mejor para todas y todos. Les debemos agradecimiento y respeto, y son inspiración y raíces necesarias para la humanidad entera.
*Esta entrada ha sido realizada gracias a la intermediación de Edelys Abreu, responsable de Fad en Nicaragua, Mar Herranz, coordinadora de cooperación de Fad en España, y Juan José López y Pedro Pérez, técnicos de CAPRI, organización local.