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El teatro mola, que no te engañen.

Siluetas ante telón rojo

Tres siluetas ante un telón rojo

Confesión: yo era uno de esos niños del teatro. Desde quinto de primaria hasta 2º de bachillerato participé en una obra de teatro anual, a veces hasta dos. Haciendo teatro conocí a algunos de mis mejores amigos y, lo más importante, me encantaba. Gran parte de quién soy ahora se lo atribuyo al teatro. Siempre me ha encantado verlo y hacerlo, subirme a un escenario y sentarme en un patio de butacas. 

El teatro tiene algo de mágico, consigue que saques lo mejor de tí y te descubras encontrándote cómodo en situaciones tan raras como la de estar en toga mientras hablas con alguien de dos metros cubierto de plantas -puede o no que haya sido una experiencia real-. 

¿Y por qué me gusta el teatro? Porque todo el mundo puede ser quien quiera y lo que quiera. Los límites de una representación teatral están en no caerse del escenario, y aún así, a veces se actúa en los pasillos entre butacas. Dentro de un mundo sujeto a órdenes estrictas, en el teatro la Bruja Mala de Oz se convierte en una defensora por la igualdad (Wicked, 2003), sobre un escenario una chica puede ir junto con su novia a su baile de fin de curso (Prom, 2018), sobre las tablas se puede reivindicar el no discriminar por enfermedades (RENT, 1996) y una vez que se levanta el telón podemos viajar al Berlín nazi a reivindicar la libertad sexual (Cabaret, 1966), 

El arte dramático, como buen arte que es, ayuda en la lucha contra los prejuicios y la igualdad, y lo hace a otro nivel. Desde sus inicios, ha servido de vehículo para la denuncia y la lucha social. Desde las sátiras griegas contra los gobernantes, pasando por Lorca y sus reivindicaciones por la mujer como no madre (Yerma, 1934) o al amor sin complejos (El Público, 1930), hasta nuestros días, mostrando la realidad sobre la emigración y el racismo (El sueño es vida, 2022). 

En el teatro, el espectador tiene contacto directo con los actores, ve en el momento cómo se desarrollan las historias, conecta con la trama al instante. El teatro tiene un carácter de aquí y ahora que le hace impactar a los asistentes y dejar huella. 

Haz teatro, se inclusivo. 

Te has quedado con el gusanito. No es una pregunta, lo sé porque todos nos quedamos con esa sensación de querer más del teatro. De querer aprender a ser mejores. De desactivar nuestros prejuicios. Y el teatro puede ayudarnos. 

Así que en FAD y con la ayuda de Facebook hemos creado #DesactivaTusPrejuicios, una iniciativa con la que queremos que el teatro sea el vehículo para conseguir una juventud que le plante cara a los discursos de odio y la intolerancia. Porque en el teatro todo el mundo es igual, y  tenemos que aplicar este principio a nuestros días. 

¿Quieres participar? Elabora un texto teatral o representa una pieza breve o, incluso, alguna propuesta o iniciativa para desarrollar la metodología en tu entorno social próximo y preséntalo aquí para concursar y poder ganar el premio.

Recuerda, el teatro mola, que no te engañen.