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El consumo de drogas entre los y las jóvenes: un análisis desde la perspectiva de género

¿Chicos y chicas se comportan igual ante el consumo de drogas? ¿consumen las mismas drogas? ¿en los mismos momentos? A estas y otras preguntas, la Fundación Atenea ha intentado dar respuesta a través de la investigación Diferencias en la percepción de consumo recreativo de drogas entre chicos  y chicas jóvenes. Un análisis desde la perspectiva de género, en un intento por incorporar la perspectiva de género en los estudios epidemiológicos, una tarea pendiente en España.

En líneas generales, la publicación apunta a la persistencia de sesgos de género en el consumo diferenciado de chicos y chicas. No obstante, este hecho social coexiste con una progresiva equiparación de los consumos entre la población joven femenina  y  masculina.

En lo que respecta al consumo de alcohol, desde la Fundación Atenea  se señala que apenas hay diferencias entre chicos y chicas, incorporándose cada vez más chicas a las tendencias de consumos que tradicionalmente han llevado a cabo los chicos.  En cuanto al consumo de cannabis, el documento señala el consumo mayoritario por parte de los chicos; sobre el tabaco, la percepción es que las chicas fuman más que los chicos.

Como sustancias en las que sí se observan consumos diferenciados por género, se encuentran los tranquilizantes –pese a que socialmente no se consideren drogas-. Las chicas que consumen tranquilizantes, suelen consumirlos en soledad y suelen hacerlo por el relativo fácil acceso que tienen a ellos. Por su parte, los estimulantes suelen consumirse más por parte de  los chicos. Es en estos consumos diferenciados donde se imprimen los roles de género y las expectativas sociales y personales que devienen de ellos.

En cuanto al consumo de otras drogas como la cocaína, la publicación revela que no es un consumo frecuente entre la población joven, y aún menos entre las chicas. Las personas expertas en estas cuestiones señalan que, las drogas socialmente consideradas como “duras”, comienzan a consumirse en edades más avanzadas en las que muchas mujeres se plantean la maternidad; ante esta tesitura, la maternidad puede convertirse en un factor de protección ante el consumo.

Asimismo, cabe señalar que, si entre la población adulta el consumo de drogas por parte de lasmujeres suele ser entendido como un comportamiento digno de rechazo social, entre la población joven – a menudo educada en valores que giran en torno a la igualdad formal entre hombres y mujeres- el consumo de drogas por parte de  las chicas suele ser percibido como expresión de una sociedad cada vez más igualitaria.

Finalmente, de estas evidencias deviene la necesidad de llevar a cabo programas preventivos que tengan en cuenta la perspectiva de género en materia de drogodependencias, a menudo ausentes en una sociedad en la que se ha tenido una visión monolítica sobre estas cuestiones. Una visión monolítica en la que los comportamientos de los chicos se han traducido en “la norma” de toda la población y en la que, por tanto, la realidad social de las chicas no ha sido analizada y trabajada con la profundidad necesaria.