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De la vulnerabilidad al optimismo: jóvenes en Latinoamérica

Resultado de imagen de mirador brasilCerca de 20 millones de jóvenes de América Latina se encuentran fuera de la estructura laboral y escolar, según un nuevo informe del Banco Mundial. No obstante, estas situaciones no son independientes de las condiciones socio-económicas de los y las jóvenes sino que, como detalla el estudio, las personas jóvenes que se encuentran en tal tesitura suelen proceder de hogares con bajos o muy bajos ingresos.

Como consecuencia del abandono de las instituciones escolares, éstos/as jóvenes suelen tener menos posibilidades de empleo. Además, el empleo a menudo suele ser de tipo informal o inestable, lo que hace que tengan bastantes posibilidades de volver a encontrarse en situaciones de desempleo y desescolarización.

En este sentido, los autores del estudio argumentan que el aumento de población joven en esta situación tiene importantes efectos en toda la región en lo referente a la cohesión social, la seguridad ciudadana y el ámbito económico.  Tal y como se señala en el portal online  creativeassociatesinternational.com, el hecho de que muchas de estas personas vivan en barrios vulnerables, incentiva el abandono escolar –y por ende la desempleabilidad- y aumenta las posibilidades de que ingresen en bandas  vinculadas con delitos, ante la ausencia de un presente dotado de significado vital.

Sobre esto, el informe enfatiza la necesidad de diseñar programas que cubran las necesidades vitales, no sólo de los y las jóvenes, sino también de sus familias. Y es que, tal y como argumentan los autores, a menudo se habla de los y las jóvenes en situación de exclusión social como si se tratara de un grupo aislado; pero es palpable que todos y todas forman (formamos) parte de una estructura familiar que, en la sociedad actual, necesita empleo y apoyo institucional.

Por ello, que  los y las jóvenes y sus familias encuentren un empleo estable, debe convertirse en una prioridad para los gobiernos de la región. Sin embargo, desde el informe se señala que para que los programas sobre educación y empleo tengan consecuencias positivas es necesario mejorar la seguridad de muchos barrios, ya que resulta complejo proporcionar una escolarización de calidad cuando las propias escuelas no son seguras. La inseguridad, por lo tanto, puede ser una potencial causa de abandono.

Esta pespectiva crítica contrasta con los resultados del  estudio elaborado por la Fundación Citi, en el que se concluía que los y las jóvenes que viven en América Latina se encuentran entre los y las más optimistas del mundo respecto a su futuro económico. Esto parece fundamental ya que, según se detalla en la misma investigación, el optimismo y la creencia en el propio futuro mejoran los resultados económicos, dado que las personas que creen en su futuro suelen ser más propensas a invertir en él.

Los autores de este estudio no han podido determinar la causa del optimismo juvenil en aquellas ciudades en las que el PIB y otros indicadores económicos son bajos, pero sí han ofrecido algunos supuestos. Así, consideran que en las regiones que no tienen un PIB alto pero que han experimentado un crecimiento durante los últimos años, los y las jóvenes –testigos/as de la voluntad de crecimiento- tienden a sentirse optimistas sobre su futuro económico. Asimismo, también se ha observado que a medida que las circunstancias materiales de las personas latinoamericanas han mejorado en la última década y media, su sentido del bienestar también ha aumentado. Optimismo, por tanto, como herramienta a partir de la cual comenzar a construir un futuro sostenible y estable. Un futuro en el que –ahora más que nunca- las instituciones  deben invertir a través de políticas públicas fieles a las realidades que envuelven a los y las jóvenes y a sus familias.