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Buscamos urgentemente jóvenes actrices y actores comprometidos contra el odio

Las palabras curan, conmueven, alientan revoluciones y pueden transformar la realidad. Y algunas de ellas pueden clavarse como puñales en una autoestima frágil, en una personalidad aún no formada, e influir durante toda la vida. “Foca”, “marimacho”, “cuatro ojos”, “friki”, “negrata”, “marica”, “puta”…  Palabras que se siguen oyendo en muchos patios escolares. Palabras que NO se las lleva el viento. ¿Nos ayudas a silenciarlas? 

Lucas no quiere comer tarta en su cumpleaños porque sus compañeros de judo le llaman “rechoncho”. Martina no se atreve a cortarse su larga melena como le gustaría porque teme que sus amigas rechacen un aspecto poco femenino. Djibril no habla nunca en clase porque se ríen de su acento marroquí. Mateo juega al fútbol, aunque no le gusta, para no sentirse excluido. Y Amira no juega, aunque mira con envidia hacia el campo mientras deja que le peguen en la carpeta pegatinas de Harry Styles.

Lucas, Martina, Djibril, Mateo o Amira no se atreven a ser ellos mismos, ni alzar su voz, porque tienen miedo. Se enfrentan a estereotipos y prejuicios si no se adaptan al mainstream, lo que debe ser, lo que está bien visto, lo que no se sale de la norma. Y quienes les llaman “rechoncho”, “machorra”, “moro” o “maricón” no saben el miedo que causan, no entienden, en la mayoría de los casos (creamos a Rousseau: “el hombre es bueno por naturaleza” y obviemos a Hobbes: “el lobo es un lobo para el hombre”), el temor a sentirse raros y/o excluidos. 

Ante este desentendimiento, proponemos una vía para que, unos y otras, otros y unas, puedan intercambiar roles y experimentar meterse en la piel de alguien diferente en un entorno seguro: hacer teatro. Sí, teatro. El teatro tiene el poder no solo de transportar a otros mundos al espectador, sino que puede transformar al que se coloca encima del escenario. Se hace teatro para lograr que unos se desinhiban y aumenten su autoestima, y para que otros reflexionen sobre la importancia de las palabras y los comportamientos.

Y, concretamente, dentro de las técnicas teatrales, la técnica del teatro social es la que mejor puede llegar a cumplir estos objetivos ya que reta a espectadores, espectadoras, actores y actrices a que intercambien papeles, a que comprendan los diferentes puntos de vista, pero también a que logren llegar a soluciones consensuadas sobre problemas comunes

Esta es la apuesta del proyecto educativo “Desactiva tus prejuicios”, una iniciativa de Meta y Fad Juventud en la que han participado más de 1.300 jóvenes desde el año 2020. 

En la recta final de este curso 2022-2023,  buscamos a jóvenes (14-25 años) que pertenezcan a un grupo de teatro escolar o aficionado y que quieran aceptar el reto de desactivar prejuicios. Y a docentes, monitores, mediadores que hayan trabajado, estén trabajando o quieran trabajar con sus alumnos y alumnas en un libreto teatral o representar una pieza ya escrita que reflexione sobre el odio, la intolerancia o los prejuicios racistas, étnicos, por motivos de imagen, relacionados con la identidad de género, etc.

Si es tu caso, si te apetece intentarlo, si tienes algo que decir, te invitamos a participar en el concurso “Desactiva tus prejuicios”. Puedes hacerlo hasta el próximo 15 de mayo y quizás ser uno de los seis trabajos galardonados y recibir un premio de 2.000 euros

Las inscripciones al concurso pueden realizarse por los propios jóvenes o sus profesores/monitores a través de la web del proyecto: https://www.campusfad.org/desactiva-tus-prejuicios/ 

Queremos ver a muchos Lucas comiendo tarta; a muchas Martina con un precioso corte de pelo a lo garçon; a muchos Djibril levantando la mano en clase; a muchos Mateo leyendo en el patio; y a muchas Amira jugando al fútbol sin que nadie alce una voz hiriente contra ellos y ellas. 

Queremos ver a jóvenes siendo lo que quieran ser, libres de prejuicios, en unos patios escolares donde las voces intolerantes cada vez sean menos. ¿Nos ayudas?