Autor: Alicia Avilés Pozo
23 noviembre, 2018

Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer ofrecemos un análisis de las percepciones en España y en Latinoamérica

Llama la atención que en ambos casos sea la dificultad de romper los roles de género lo que perpetúa la violencia psicológica y sexual

La socióloga Verónica de Miguel apunta a la necesidad de la educación en las aulas debido a las dificultades de incidir en los hogares como “espacios privados”

Desde Oxfam, alertan de que siete de cada diez chicas y chicos en países latinoamericanos consideran la violencia machista como un problema grave

Llega el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una de las luchas sociales más importantes y complejas del mundo. Desde las instituciones, el ámbito judicial y las fuerzas de seguridad el mensaje más importante sigue siendo el de la educación en igualdad en todas las áreas para evitar todo tipo de violencia contras las mujeres. Pero no es fácil. Para ello, primero es importante conocer la percepción que los más jóvenes tienen sobre los actos cotidianos a los que se enfrentan día a día y que suponen actitudes violentas encubiertas. ¿Las identifican como tales? ¿Son conscientes del caldo de cultivo que genera la indiferencia? Y muy importante: ¿es igual la concepción que existe entre la juventud española y la de los países de Latinoamérica y el Caribe? Esta visión internacional puede ayudarnos a comprenderlo mejor, a tejer redes de actuación y a empoderar a las jóvenes.

Empezando por nuestro país, la cuestión no deja de ser polémica. Hay información entre los jóvenes pero no está bien interpretada en su conjunto. Así lo refleja el último Barómetro Juventud y Género de Proyectoscopio en una de sus conclusiones más importantes: prácticamente la mitad de los y las jóvenes de entre 15 y 29 años afirma que la violencia machista ha aumentado en los últimos años. Y además es una percepción que varía significativamente por género: entre las mujeres este porcentaje sube hasta el 59,2% pero desciende hasta el 39,2% entre los hombres.

Es indudable que esta percepción sobre el alcance de la violencia correlaciona con lo que ocurre en la vida cotidiana de los y las entrevistadas, según sus propias declaraciones. Por ejemplo, casi la mitad de las mujeres han sido testigos o han conocido en su círculo cercano de familia y amigos de actos de violencia de género. ¿De qué manera? Destaca la revisión del móvil por parte de la pareja (lo menciona el 48,8% de las mujeres), las amenazas o insultos empleando internet o móvil (50,9%) o actos coercitivos, como  el control (48,5%) u obligar a la mujer a hacer cosas que no quiere con amenazas (44,4%), entre otras cuestiones.  Este informe desvela que incluso un 44% de las mujeres declara haber presenciado o tener conocimiento de agresiones físicas hacia otras mujeres de su entorno.

Los porcentajes de mujeres que han sufrido directamente algún acto de violencia también son muy significativos y sirven de espejo social. El 39% de mujeres consultadas declaran al menos uno. Entre los más mencionados vuelven a ser la revisión del móvil, con un 27,5%; el control de los actos (un 21,5%), acoso cibernético (20%) o relaciones sexuales forzadas (21,2%).

Preguntados los y las jóvenes por si ellos mismos habían ejercido algún tipo de violencia, el porcentaje de entrevistados que declara algún acto es relativamente bajo. Pero llaman la atención poderosamente algunos datos, por ejemplo, que un 18% de las mujeres declaran haber revisado el móvil de su pareja (contra el 13% de los hombres), siendo el resto de menciones de actos de violencia de género inferiores al 10%.

Los expertos autores del informe consideran indiscutible que pese a estas cifras, los y las jóvenes de forma mayoritaria expresan un fuerte rechazo a los episodios de violencia de género. Ninguna situación es aceptable, en similares porcentajes para hombres como para  mujeres, pero sin embargo se mantienen.

Muy necesario es también conocer de primera mano a qué tipo de factores atribuyen los y las jóvenes estos episodios de violencia. Llama mucho la atención que la causa que se considera más importante sea achacable a elementos externos como el consumo de alcohol y otras drogas. Y casi en el mismo porcentaje (rozando el 40%) la falta de denuncias de las mujeres, que está mucho más presente entre ellas. Por encima de todo, el convencimiento en las necesidades educativas como medio de lucha contra este fenómeno está bastante presente, pues el 36,2% justifica la violencia por la “falta de educación”.

Nos encontramos así con que la educación vuelve a ser la clave. Y sobre esta cuestión incide Verónica de Miguel Luken, profesora de Sociología de la Universidad de Málaga y autora del informe “Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud”, un estudio de amplio recorrido que ha tenido eco incluso internacionalmente. Así concibe la importancia del modelo educativo:

La reflexión es perfectamente válida si viajamos al otro lado del Atlántico. Uno de los informes más importantes realizados en él ultimo año sobre la violencia machista en Latinoamérica y Caribe ha sido el de Oxfam Intermón “Rompiedo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar violencia contra las mujeres”, del pasado mes de julio.  Este estudio ha sido comisionado y dirigido por Belén Sobrino, Asesora Senior de Género de de la ONG en España, y entre sus autores se encuentra Damaris Ruíz, Coordinadora Regional de Derechos de las Mujeres en Latinoamérica y el Caribe. Recoge impresiones en Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana sobre los imaginarios y normas sociales predominantes en los y las jóvenes de entre 15 y 29 años.

Aquí el contexto es determinante. Hablamos de la región más desigual del mundo, y la violencia machista es la expresión más extrema de la desigualdad entre mujeres y hombres. También es la región más violenta del mundo y además, la más violenta con las mujeres. Entre los 25 países del mundo con mayores tasas de feminicidio, 14 están en América Latina y el Caribe. Parte del procesamiento de estos datos de Oxfam se ha realizado junto con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en los siete países.

El muestreo realizado entre adultos y jóvenes que ofrece el estudio, salvo en algunas excepciones, no ofrece tantas diferencias con respecto a España. Es muy relevante que en este informe se pregunte a los jóvenes de manera muy similar en cuanto a la percepción de algunas cuestiones cotidianas como el hecho de que los hombres controlen el móvil o las redes sociales de las mujeres, que lo celos se conciban como muestra de amor o que les indiquen qué ropa deben usar. Asimismo, sucede igualmente que la violencia machista se encuentra en el entorno. El 56% de las mujeres y el 48% de de los hombres de entre 20 y 25 años de estos países tienen alguna conocida de su círculo cercano que ha sufrido violencia física o sexual en los últimos doce meses.

Otros datos desvelan que el 64% de mujeres y hombres de entre 20 y 25 años cree que las amenazas de muerte son la razón principal por la que las mujeres no pueden salir de una situación de violencia. O que siete de cada diez chicas y chicos consideran la violencia machista como un problema grave en su país. También hay contradicciones o paradojas, porque alrededor del 60% de las y los jóvenes califica como mínimas las desigualdades de género.

Las creencias positivas son un gran refuerzo en este sentido y al igual que en el caso de España, constituyen la base para construir la educación en igualdad. En el estudio se apunta que la disminución de la violencia contra la mujer es responsabilidad del Estado para el 67% de la juventud y que la mayoría de los mensajes destinados a combatir estos delitos se multiplican a través de las redes sociales, la principal vía de acceso de los jóvenes.

Hay una cuestión mucho más específica en el caso de estos países. Lo analiza el artículo “Categorías hegemónicas de género, perspectivas de género y roles de género en el análisis delas denominadas ‘bandas latinas’, de la Revista Metamorfosis, elaborado Katia Yocasta, del Centro de Estudios sobre Juventud de la Universidad de Lleida (UdL) y María Oliver Torres, del Máster en Formación del Profesorado de la Universidad Autónoma de Madrid.

En el mismo se analizan de qué forma influyen estas categorías establecidas por grupos de poder en las diferentes formas de violencia recibidas y ejercidas por la juventud. De igual forma, se identifican las perspectivas de género que se han abordado en el análisis de la interacción de los y las jóvenes dentro de estas bandas, así como la participación de mujeres jóvenes en estos grupos y los roles de género que se reproducen en las interacciones entre ellos y con sus familias.

Por eso las recomendaciones del informe de Oxfam se centran principalmente en visibilizar a las familias que están “transgrediendo” ese modelo impuesto, y que madres, padres, hermanas y hermanos que creen en otras formas de vivir en libertad puedan formar parte activa de los procesos que apuestan por la transformación de imaginarios y normas sociales. Establece asimismo que las personas con responsabilidad de educar en la familia y en los centros de enseñanza deben “repensar el lenguaje” y replantear los comportamientos. “Los sistemas educativos pueden contribuir a transformaciones profundas de imaginarios y normas sociales alternativas”.

Finalmente, considera primordial seguir promoviendo procesos mediante los cuales las mujeres jóvenes puedan ganar confianza y ser actoras de cambio en sus propias vidas y en los procesos colectivos. “Es elemental que mujeres y niñas puedan desmontar los miedos y superar los discursos de impotencia”. En paralelo, los hombres jóvenes “deben construir referencias alternativas de la masculinidad, al tiempo que las campañas y los procesos de movilización ciudadana sigan representando un enorme potencial, con la complicidad de periodistas y medios de comunicación, ‘influencers’ y ‘youtubers’. Todos ejerciendo un “rol central en la promoción de imaginarios y normas sociales alternativas”.

Nota: en España, el 016 es el servicio telefónico de información y de asesoramiento en materia de violencia de género. La llamada no deja rastro en la factura ni en la marcación del móvil. Está activo las 24 horas del día y es totalmente gratuito.