Autor: firmainvitadapj
24 febrero, 2023

*Sofía Navamuel

Desde 1995 se han realizado catorce ediciones de la Encuestas sobre Alcohol y Otras Drogas en España (EDADES) que han permitido observar la evolución de los consumos de las diferentes sustancias. Asimismo, arrojan información sobre otros aspectos relacionados con el consumo como los perfiles de los consumidores o la percepción del riesgo. En esta entrada comentamos el último corte de 2022, publicado recientemente, y tratamos de poner los datos en contexto, para entenderlos. Concretamente, abordamos los consumos en las y los menores de 35 años. 

Al echar un vistazo a este informe nos preocupa la prevalencia de consumo “alguna vez en la vida”. Encontramos que, exceptuando los hipnosedantes y los analgésicos opioides, que se han consumido más por población mayor a 35 años, el resto de las sustancias tienen índices de consumo superiores entre los menores de 35 años. Esta tendencia es sorprendente si nos paramos a pensar en la prevención de los problemas de drogas y en la facilidad de acceso a la información que tienen estas generaciones. Cabría preguntarnos qué está fallando. Responder a esta pregunta no es fácil, puesto que en el consumo son muchas las variables que interactúan. Pero algo debe de suceder para que los esfuerzos puestos en toda esta prevención y campañas de sensibilización no estén teniendo el efecto deseado.

Sabemos que el consumo tiene varias etapas. Este consumo comienza con la simple cata de la sustancia, es aquí donde van dirigidas muchas de estas campañas y programas de prevención. Después de este primer contacto se puede establecer un consumo puntual, pasar de este a un consumo diario y con ello a una dependencia de la sustancia, donde entraríamos ya en un riesgo preocupante para la salud.

Contexto de consumo de drogas

Botellón

Restos de botellón. Autoría: josemdelaa. Fuente: Pixabay

También sabemos que los contextos en los que se dan los primeros consumos son determinantes para la instauración de las falsas creencias de nuestra sociedad en relación, por ejemplo, con el consumo de alcohol. Quizás el primer contexto en el que pensamos cuando hablamos de drogas es el botellón. El botellón ha sido y sigue siendo uno de los entornos más favorecedores para la socialización. Para los jóvenes no hay nada más importante que esta creación de nuevas relaciones sociales. Pensemos por un minuto cuáles son las alternativas que los jóvenes tenemos de expandir nuestra red social. En los centros educativos se crean nuevas amistades, pero no se consolidan aquí, no hay tiempo suficiente en estos centros para poder crear una relación. Las redes sociales son otro buen lugar para crear estas amistades, aunque tienen un problema, también crean adicción. ¿Clases extraescolares? ¿Cine? Todas estas actividades no amplían nuestro círculo de conocidos. Pero el botellón sí lo hace y normaliza los consumos. Tener este entorno vinculado al consumo facilita que se entablen conversaciones —  quizás ese sea uno de los problemas, no sabemos cómo crear relaciones —.

El mundo de la noche es un ambiente en el que también se mueve la juventud. Discotecas, pubs, bares, afters… da igual dónde, todos tienen en común su relación con el consumo de drogas. Las drogas ilegales han conseguido un gran atractivo en estos contextos. La cocaína, el éxtasis, el MDMA, el Popper, son algunos ejemplos de las drogas utilizadas. Drogas estimulantes en su mayoría que ayudan a que la fiesta no termine. Es por esto por lo que también tienen un consumo ligado a los festivales. ¿Pero cómo entran en contacto estas sustancias con los usuarios? Vuelven a entrar en escena las relaciones sociales. Si nuestro grupo de amigos no es consumidor esto creará un factor de protección, pero si en nuestro grupo hay consumidores estaremos ante un factor de riesgo. Es fácil entender por qué este es un factor de riesgo: en primer lugar, nos proporciona acceso a las sustancias y en segundo lugar nos incita al consumo. La adolescencia se caracteriza por una riqueza de vivencias y aprendizajes, es una etapa de consolidación de la personalidad y estas experiencias están muy ligadas a los grupos de amigos. Todo ello da como resultado un contexto idóneo para el inicio del consumo.

Drogas y salud mental

Drogas y salud mental

Drogas y salud mental. Autoría: joshuaclifford123. Fuente: Pixabay.

Pero no solo encontramos drogas en los ambientes de ocio. Trabajos demandantes nos hacen buscar la ayuda de estimulantes para poder llevar el frenético ritmo de vida que se nos requiere. Se le suma a la presión de encontrar trabajo la presión de mantenerlo: entregar los informes al jefe, destacar en cuanto a productividad, llegar a lo que se espera de nosotros siempre… son presiones que pueden hacernos caer en el consumo y al igual que aquel adolescente, uno ya es más mayor y el consumo puntual se vuelve habitual en un abrir y cerrar de ojos.

Idealizamos las drogas, nos pensamos que nos ayudan a dar más de nosotros e ignoramos que esto no es así, nos encontramos aquí con las falsas creencias vinculadas a los estupefacientes. Los alucinógenos y su ayuda a la creatividad, el cannabis y su ayuda a la relajación, la cocaína y la productividad, el alcohol y la socialización, los juegos de apuesta y ser rico, son innumerables los ejemplos. Son mitos que están instaurados en nuestra sociedad, aunque intentemos negarlo.

Y, por último, queremos reflexionar sobre otro contexto en el que se producen los consumos de drogas: la mala salud mental. Hoy en día el acceso a la salud mental no está al alcance de cualquier bolsillo. La sanidad pública está saturada, pero más aún en este aspecto. Citas cada tres meses, ingresos urgentes que se retrasan más de lo que deberían. Esto se ve bien en las líneas de atención del teléfono del SIOF (Servicio de Información y Orientación de Fad). La sociedad está plagada de problemas, una ruptura amorosa, problemas económicos, el estrés del trabajo, la no siempre ideal vida en familia, y un largo etcétera. La falta de acceso a recursos y el fácil acceso a adicciones hace que se incremente el consumo. ¿Quién no ha recurrido a un uso compulsivo de las redes sociales para no pensar en los problemas del día a día? ¿salir a beber con amigas después de una ruptura? ¿o quizás seas de los que recurren a fumar tabaco o marihuana para calmar los nervios? Huimos de los problemas por que carecemos de herramientas para poder solucionarlos. Y cuando se cae en una adicción, ¿Cuánto se tarda en tener una plaza en un centro de desintoxicación público? Vuelta a la lista de espera.

En conclusión, para comprender los datos es necesario contextualizarlos. Las campañas de sensibilización y programas de prevención van bien encaminadas intentando frenar el consumo desde el inicio, pero necesitan ser reforzadas. Necesitamos implementar una educación en la que se refleje la regulación emocional, se enseñe a crear relaciones sanas y a gestionar el tiempo libre de una forma más sana también. Centrar esfuerzos en desvincular el consumo del ocio. Y, sobre todo, luchar por una salud mental de calidad, que no solo ayude cuando los demás mecanismos fallen, sino que apoye a la prevención.

*Sofía Navamuel tiene 23 años y es graduada en psicología con mención en clínica, en estos momentos está preparando la oposición PIR. Es voluntaria en el SIOF de la Fundación Fad Juventud y en las líneas de la Fundación ANAR. Su motivación para estos voluntariados es doble: en primer lugar, las ganas de aprender y, en segundo, las de ayudar.