El alcohol es la droga que más conocemos y la más consumida. Una gran parte de la población lo consume de forma habitual y para muchos jóvenes beber alcohol es una práctica fuertemente vinculada al ocio de fin de semana y a la socialización. Según la última encuesta sobre uso de drogas en estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14 a 18 años de toda España (ESTUDES 2018-19), el alcohol es la sustancia más consumida (un 75,9% lo ha consumido en el último año y un 58,5% en el último mes), y la que se percibe como de menor riesgo.

Fenómenos como el “botellón” o el “binge drinking” (consumo de grandes cantidades de alcohol en un breve periodo de tiempo) se han establecido como costumbre habitual de fin de semana entre adolescentes y jóvenes, con el fin de divertirse, de sentirse integrados y comunicarse de manera más desinhibida.

Los efectos que se derivan de la ingesta de grandes cantidades de bebidas alcohólicas en un escaso período de tiempo son múltiples y relativamente frecuentes: borracheras, peleas, discusiones y conflictos familiares o con las amistades, dificultades para estudiar o trabajar, etc. En ocasiones, el consumo de alcohol provoca problemas mucho más graves como: accidentes de tráfico, abuso y/o dependencia del alcohol, etc.

¿Cómo reaccionar ante su primera borrachera?

El miedo a que les pueda haber pasado algo, el enfado y decepción por no haber cumplido con su palabra, el sentimiento de culpa por no haber sabido evitar que pasara algo así…, son muchas las emociones que facilitan que las madres y los padres respondamos con impulsividad y de manera contraproducente en estos casos. La primera recomendación, por lo tanto, es respirar profundamente y postergar la conversación con nuestra hija y/o nuestro hijo para el día siguiente, cuando ya esté en condiciones de mantener un diálogo con toda su atención, y una vez que veamos que ya no nos invade la reacción emocional del primer momento.

Si llega en un estado muy perjudicado es importante que le preguntemos cómo se encuentra y, si lo vemos necesario, que pidamos ayuda médica. En cualquier otro caso, de manera calmada pero firme, le diremos que hablaremos de ello al día siguiente.

Al día siguiente, tras haber descansado, buscaremos el momento para hablar sobre el asunto. Es fundamental que guardemos la calma y evitemos dramatizar durante la conversación, pero por otro lado mostraremos seriedad, que entienda que es un tema que nos preocupa.

  • Podemos comenzar con una pregunta abierta, tipo: “¿qué pasó anoche?”. Es importante que se explique sin interrumpirle y sin juzgarle, de lo contrario probablemente se ponga a la defensiva y evite seguir hablando.
  • Si se cierra en banda desde un primer momento, le podemos explicar cómo nos sentimos, por ejemplo: “Ayer me asusté cuando no llegabas. Al verte aparecer bebido/a, me enfadé. Me gustaría que me lo contaras, me quedaría más tranquila/o”. Evitemos en todo momento juicios de valor del tipo: “Eres un/a irresponsable”.

Nuestro objetivo en esta conversación consiste en tratar de descubrir -sin que suene a interrogatorio- los motivos y la cantidad de consumo de alcohol que ingirió.

Si valoramos que no tiene apenas información sobre los riesgos de los consumos de abuso de alcohol, se la facilitaremos y aprovecharemos para reflexionar sobre ello.

Sería muy positivo que la conversación acabara con un compromiso de responsabilidad por parte nuestra hija o hijo respecto al consumo de alcohol en futuras salidas de ocio.

Una vez que ya hayamos tratado este episodio puntual, conviene que nos planteemos en familia qué factores de protección podemos trabajar para evitar que este comportamiento se convierta en un hábito: ofrecerle otras alternativas de ocio saludable (con amistades y con la familia), negociar horarios y otras normas con consecuencias asociadas a su incumplimiento (fijadas de antemano), aumentar la comunicación acerca de los aspectos que le preocupan en su día a día para poderle apoyar si lo necesita, etc.

De una mala experiencia se pueden sacar aspectos muy positivos. En cualquier caso, si te encuentras en esta situación, te recomendamos que solicites ayuda en el Servicio telefónico gratuito de Orientación Familiar: 900 16 15 15. En este servicio, os ofreceremos pautas psicoeducativas para afrontar mejor este episodio.

COMPROMISO FAD Alcohol y Menores

La FAD alerta de que el consumo de alcohol por parte de menores es una responsabilidad de todos. Para ello propone un Plan de Acción que cuenta con la puesta en marcha de una campaña de sensibilización social con el eslogan “El problema con el consumo de alcohol por parte de menores es que no vemos que sea nuestro problema ¿Hacemos algo?”.

La campaña tiene el objetivo de propiciar la reflexión sobre el grave problema que supone el consumo de alcohol por parte de menores y hacer patente que esta situación de grave riesgo tiene que ser enfrentada por toda la sociedad.

Junto con la campaña se ha presentado la declaración “La FAD ante al consumo de alcohol por parte de menores”, un documento de reflexión que pretende ser piedra angular y punto de partida para un proceso de movilización social sobre este tema, entre otras acciones. 

Compromiso FAD Alcohol y Menores 2017