Tras más de tres décadas utilizando una mano blanca con una prohibitiva barra roja superpuesta como logotipo y emblema más representativo, la FAD evoluciona y cambia su imagen.
Este cambio es fruto de la evolución de la sociedad y de la propia FAD y un reflejo de la apertura en sus objetivos fundacionales.
La FAD nació a mediados de la década de los años 80, en un momento histórico en el que las drogas -y en especial la heroína- generaban una gran preocupación social. La FAD nace para hacer frente a este problema sin precedentes y con una misión clara y muy focalizada: prevenir los consumos de drogas.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el universo juvenil ha cambiado profundamente. La accesibilidad a muchas sustancias es un hecho, y la aceptación tácita y banalización social de determinados consumos una realidad. Esto supone la necesidad de asumir que las drogas no van a desaparecer y por ello, como sociedad, debemos aprender a convivir con ellas. Eso implica que trabajemos para gestionar adecuadamente esa convivencia.
La apuesta de la FAD en este sentido es trabajar en el fortalecimiento de la persona, potenciando sus capacidades y actitudes para ser así menos vulnerables frente a cualquier conducta que suponga riesgo para el desarrollo, tanto personal como social, y poniendo una especial atención en la protección de los más jóvenes.
En definitiva se trata de promover el desarrollo personal y social de adolescentes y jóvenes mediante acciones de promoción de actitudes positivas para poder prevenir conductas de riesgo social, entre las que se encuentra el consumo de drogas. Máxime en un momento histórico en el que nos enfrentamos a cambios fundamentales en la socialización juvenil, en la forma de vida, en la consideración del ocio, en el uso y posibilidades de las nuevas tecnologías, etc.
Un momento de rápida evolución y cambios sociales –en gran medida aún desconocidos- en el que, desde el punto de vista de la FAD, la clave es preparar a los más jóvenes ante estas incertidumbres promoviendo su desarrollo personal para que puedan hacer frente a un futuro incierto.
Esta apuesta por el desarrollo personal y social (desarrollo integral) de adolescentes y jóvenes, por su fortalecimiento en valores y actitudes positivas que les hagan menos vulnerables -a través de estrategias educativas y contando con actores claves en este terreno como son las familias o el ámbito educativo, entre otros- supone una ampliación en el foco de acción de la FAD que deja de estar fijado exclusivamente en los consumos de drogas y pasa a contemplar la prevención de cualquier conducta de riesgo social juvenil que suponga una amenaza (violencia entre iguales, violencia de género, adicción a nuevas tecnologías o juego online, acoso escolar o prácticas sexuales arriesgadas, entre otras).
Según Ignacio Calderón, director general de la FAD: “Desde la FAD tratamos de formar y concienciar desde la infancia y les brindamos las herramientas pertinentes para que forjen su proyecto vital, tomando sus propias decisiones y que sean capaces de hacer frente a las conductas de riesgo social de forma positiva. Trasladamos el foco al individuo y su desarrollo personal porque estamos convencidos que solo así será posible construir una sociedad mejor, basada en el respeto, la solidaridad, la tolerancia y la empatía”.
La evolución de la FAD hacia un objetivo fundacional más amplio debía reflejarse en su identidad visual y, un primer paso, es el lanzamiento de un nuevo logotipo y nueva imagen como símbolo de este cambio.
Esta evolución de la imagen de marca ha sido desarrollada de manera desinteresada por SUMMA, agencia de branding global, que lleva más de dos décadas creando y gestionando identidades corporativas de multitud de empresas e instituciones.
La propuesta de SUMMA para la nueva identidad de FAD apuesta por: