Autor: Fad Juventud
5 octubre, 2023

  • Para los y las jóvenes que consumen, el principal riesgo se sitúa en el peligro de estancarse, desmotivarse, truncar expectativas, no cumplir proyectos (o ni siquiera llegar a plantearse proyectos). Una suerte de aletargamiento y abandono en el que el consumo prolongado de cannabis es un factor relevante.
  • La mayoría de los y las jóvenes madrileñas no apoyan un proceso de regulación del cannabis lúdico, pero sí medicinal. Entre los y las jóvenes madrileños es mayoritaria (61,5%) la opinión de que es necesario y conveniente afrontar un proceso de regulación en España del uso terapéutico del cannabis (proceso iniciado en España en 2022), pero muestran muchas más reservas frente al uso lúdico (39,4%). 
  • En el caso de que se suavizasen las normas de control, una mayoría de la población madrileña opina que aumentarían los consumos (56,8%). En concreto, un 22% de jóvenes afirma que lo probaría o lo consumiría más (16,5%).
  • Los y las jóvenes madrileñas dicen conocer bien los riesgos del consumo de cannabis pero los asumen por los beneficios percibidos de su consumo: divertirse, relajarse y sentirse parte de un grupo (experimentar grupalmente). 

La mayoría de los y las jóvenes madrileñas cree que es necesario y conveniente afrontar en España la regulación del uso terapéutico del cannabis, aunque no es tan tajante la opinión respecto a la regulación del uso lúdico. Una mayoría (61,5%) cree que es necesaria y conveniente la regulación del uso terapéutico, aunque un 22,3% cree que sería un error y el 16,2% dice no tener una opinión formada. 

El apoyo a una posible regulación del consumo lúdico es muy  inferior: aunque casi tres de cada cuatro (el 39,4%) de jóvenes madrileños lo considera necesario, prácticamente la misma proporción de jóvenes considera que sería un error (39,2%) y es muy relevante el porcentaje de quienes dicen no tener una opinión formada (21,4%).

 

Las opiniones están repartidas y fragmentadas entre jóvenes madrileños cuando se pregunta por las leyes restrictivas al consumo de cannabis en España. En el tramo 30-35 años piensan más que deben hacerse más restrictivas (34,1%), mientras que la apuesta por suavizarlas está bastante más extendida entre las personas menores de 30 años (32% entre los 14 y los 24 años y 35,4% en el tramo 25-29 años).

Si las normas se suavizasen, la mayoría de la población madrileña, incluyendo jóvenes (56,8%) se cree que aumentarían los consumos, en general. Pero cuando les preguntamos por los cambios en su consumo si se liberaliza la sustancia, el 61,3% de jóvenes madrileños y madrileñas cree que no consumiría más frente al 16,5% que indica que sí y al 22% que dice que lo probaría

Qué harían si se legalizara y regularizara el consumo de cannabis, por grupos de edad (%)

Estos son algunas de los principales hallazgos del estudio “A vueltas con el cannabis. Percepciones sociales en torno a la sustancia y discursos de las personas jóvenes que consumen en la ciudad de Madrid” realizada por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud. 

La investigación ha sido realizada a través de un panel online a 804 jóvenes de 18 a 34 años, y a 382 personas entre 35 y 65 años, cuyo objetivo ha sido analizar la representación social del cannabis y sus tendencias evolutivas dentro de la sociedad madrileña.

Los resultados han sido presentados en el marco de la jornada “Jóvenes y cannabis. Claves desde el análisis, la sensibilización y la acción” celebrada hoy en el Centro de Cultura Contemporánea CondeDuque. Los principales hallazgos de la investigación han sido presentados por la directora de Innovación de Fad Juventud, Eulalia Alemany.

También han intervenido la jefa del Dpto. de Prevención de la S.G. de Adicciones de Madrid Salud, Ana Ordóñez, que ha explicado los programas de prevención que se desarrollan en la ciudad de Madrid; y la subdirectora de Comunicación de Fad Juventud, Beatriz Pestaña, quien ha abordado la importancia de la sensibilización dirigida a jóvenes mostrando algunos ejemplos de campañas de Fad Juventud. 

DE LA EXPERIENCIA GRUPAL AL DISFRUTE INDIVIDUAL: EL DISCURSO DE JÓVENES CONSUMIDORES DE CANNABIS

Atendiendo a los relatos de los y las jóvenes que consumen, los primeros contactos con el cannabis durante la adolescencia tienen lugar desde la cercanía que supone el grupo de pares, el entorno, el barrio, incluso la familia extensa (que en no pocas ocasiones se menciona como referente de consumo); y en ocasiones va muy ligado al consumo de tabaco. 

También se menciona la necesidad de encajar, pero que no es vivida de forma traumática, sino que se asume como algo propio el hecho de ser parte de un grupo:  se quiere disfrutar de lo que tanto parece que disfrutan otras personas.  

A la hora de explicar los motivos tras el asentamiento del hábito, en edad joven, pero más avanzada, entre los chicos y las chicas que consumen se habla principalmente de disfrute. El paso del consumo grupal al individual se plantea casi como una reivindicación de la personalidad frente al grupo y como una muestra de haber superado una época adolescente e insegura. 

Desde los discursos de las personas jóvenes consumidoras se apuntan también otros aspectos que sirven de motivación al consumo: la capacidad para potenciar la creatividad y la inspiración, o para activar un lado más reflexivo y para “sacar cosas de ti”. Esto último, sin dejar de reconocer que deambula por la peligrosa frontera que marca el exceso de pensamiento (rayarse), o el ensimismamiento (empanarse).

LOS RIESGOS QUE PERCIBEN

El 58,3% de jóvenes madrileños considera que los riesgos del consumo de cannabis son bastante o muy altos para la salud, y un 48,8% que son bastante o muy altos para la vida social. Cuando se pregunta por el riesgo del consumo de cannabis para uno/a mismo/a, el 49,2% de jóvenes madrileños perciben un nivel de riesgo alto o muy alto.  

Para los y las jóvenes que consumen, el principal riesgo se sitúa en el peligro de estancarse, desmotivarse, truncar expectativas, no cumplir proyectos (o ni siquiera llegar a plantearse proyectos). Una suerte de aletargamiento y abandono en el que el consumo prolongado de cannabis es un factor relevante.

Consumidores y consumidoras asumen que un consumo prolongado puede provocar problemas de memoria y quizás psicológicos, pero se hace desde la despreocupación, partiendo de que en caso de identificar el problema se dejará de consumir sin mucha dificultad y asumiendo que cuanto más se consume se conocen mejor los límites.

En relación a los problemas de salud mental y psicológicos, aunque se es consciente de su relación con el cannabis, la mayoría tiende a vincularlos a problemas previos o a considerar el cannabis como un factor más y no el único desencadenante. 

LA BRECHA GENERACIONAL

Algunos datos muestran claras diferencias entre la población más joven y la de mayor edad, fundamentalmente en relación a los dos grandes bloques de edad considerados (18-35 años y 36-65 años).

De forma general, la visión del grupo de más edad sobre el cannabis tiende a ser más negativa. La gente más mayor percibe más problemas asociados al consumo de cannabis (el 56,2% cree que son bastante o muy graves, por un 50% en el bloque de 18-35 años). El tramo de mayor edad percibe más riesgos altos o muy altos para la vida social, personal o la salud y los asocia más a la adicción.

Al hablar de problemas asociados al consumo, en el bloque más joven se apuntan en mayor medida los problemas físicos, mentales, y relaciones, mientras en el de mayor edad se decantan más por los que tienen que ver con las responsabilidades (estudios, trabajo), los legales y las crisis de ansiedad.

A la hora de informarse, entre los 18-35 años se confía más en amigos/as, padre/madre, hermanos/as, profesores/as, e Internet; mientras que entre los 36-65 años se confía más en personas especialistas, revistas especializadas, e instituciones especializadas.

Respecto a la información que reciben sobre el cannabis, las personas jóvenes entre 18 y 35 años son las que consideran en mayor medida que es insuficiente (un 17,8% así lo considera, cuando la media en población general es del 16,5%). A la hora de valorar la fiabilidad de esa información, se sitúan en la media de todas las franjas de edad entrevistadas (18-25 años), aunque en la etapa 18-24 años es cuando se considera menos fiable.

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