Autor: Fad Juventud
7 marzo, 2023

  • Un 72,4% de las mujeres jóvenes entre 15 y 29 años afirman haber sido discriminadas en algún ámbito por razones de género. Destacan haberse sentido así en el trato con gente en la calle (41% de ellas); en las redes sociales (28,8%); en el ámbito laboral (27,3%) o en locales (22,3%). Y un 22,1% lo ha sentido en el seno de su propia familia.
  • La mitad de las mujeres jóvenes considera que se encuentra en una posición significativamente peor que los hombres a la hora de acceder a puestos de responsabilidad o en los salarios.
  • Entre quienes viven en pareja, el 30,4% de las mujeres jóvenes afirma que las tareas domésticas las realizan principal o exclusivamente ellas.
  • La Fundación Fad Juventud trabaja la igualdad y equidad de género en programas como IgualFad, un espacio digital de aprendizaje que ofrece a profesorado de entornos formales y no formales, a padres y madres, una suma de recursos atractivos para la reflexión y para el fomento de una educación en igualdad: https://www.campusfad.org/igualfad/ 

Un 72,4% de las mujeres jóvenes entre 15 y 29 años afirman haber sido discriminadas en algún ámbito por razones de género. Destacan haberse sentido así en el trato con gente en la calle (41% de ellas); en las redes sociales (28,8%); en el ámbito laboral (27,3%) o en locales (22,3%). Y es especialmente reseñable que una de cada cinco jóvenes (22,1%) se siente discriminada por su género en su propia familia. 

Son datos extraídos del “Barómetro Juventud y Género 2021. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja, una investigación del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, realizada a través de 1.200 entrevistas a jóvenes entre 15 y 29 años. 

Estos datos, y otros, nos muestran que la desigualdad y las brechas de género siguen siendo una realidad que viven día a día millones de mujeres en España, incluso en el seno familiar. Para la directora general de la Fundación Fad Juventud, Beatriz Martín Padura: “Debemos centrar la mirada en aspectos educativos. Quienes educan deben ser conscientes de cómo los estereotipos de género, aquellos que giran en torno a lo que significa “ser niño/chico” y “ser niña/chica”, ponen en juego distintas expectativas, distintos roles, distintos referentes colectivos y formas de tratar a niños, niñas y adolescentes que van a influir en cómo se conforme su identidad personal y social y, por lo tanto, sus desarrollos futuros”.

Martín Padura ha añadido además que: “La familia y la escuela son espacios para la construcción de la identidad y, por ello, son lugares imprescindibles donde trabajar desde la práctica diaria, el conocimiento y la aceptación de la diferencia, reduciendo el riesgo de actitudes sexistas. Sin duda, son lugares desde los que favorecer el desarrollo de habilidades personales y sociales para resolver conflictos y establecer relaciones igualitarias. Y en Fad Juventud trabajamos para darles herramientas necesarias como el proyecto IgualFad”.

Conscientes de la importancia del papel fundamental que las familias juegan en la socialización diferencial, la Fundación Fad Juventud ha puesto en marcha el portal interactivo IgualFAD. Se trata de un espacio digital de aprendizaje que ofrece a profesorado de entornos formales y no formales, a padres y madres, un conjunto de recursos atractivos para la reflexión y para el fomento de una educación en igualdad: https://www.campusfad.org/igualfad/ 

A través de vídeos y guías coeducativas, se construye una plataforma que pretende ser amena y cercana, donde el usuario/la usuaria puede sumergirse en diferentes contenidos didácticos y atractivos sobre la igualdad de género para educar a VIVIR EN IGUALDAD. 

BRECHAS EN EL ÁMBITO LABORAL

Desde 2017 a 2021, la percepción de desigualdad se ha incrementado entre las mujeres (entre 6 y 7 puntos) pero se ha reducido entre los hombres (de 2 a 4 puntos). El ámbito en el que, de forma global, mayor desigualdad se percibe para las mujeres es el laboral: la mitad de las mujeres consideran que se encuentran en una posición significativamente peor que los hombres a la hora de acceder a puestos de responsabilidad o en los salarios y un 43,6% en la conciliación familiar.  Los hombres también perciben esta desigualdad pero 20 puntos porcentuales menos que las mujeres. 

Otro tema a destacar es que desde 2017 hasta 2021, el porcentaje de mujeres que se consideran feministas ha pasado del 46,1% al 67,1% y el porcentaje de hombres, aunque también ha aumentado, es significativamente inferior y ha crecido en menor medida pasando del 23,6% al 32,8%. 

Otros porcentajes significativos: entre ellos un 28% destaca que el feminismo no se ocupa de los problemas reales de las mujeres (17% entre ellas), un 26,4% que no es necesario (13% ellas) y un 24% que busca perjudicar a los hombres (14% ellas). 

TAREAS DOMÉSTICAS, LA ETERNA ASIGNATURA PENDIENTE

El reparto de tareas domésticas sigue, una vez más, mostrando una importante desigualdad estructural en perjuicio de las mujeres, tanto entre quienes viven en pareja como entre quienes residen en el hogar familiar, aunque las desigualdades percibidas son mayores en el hogar familiar. 

Además, las mujeres son también más conscientes de esta desigualdad: entre quienes viven en pareja, el 30,4% destaca que ellas son quienes realizan las tareas domésticas, frente a únicamente el 14,4% de los hombres que afirman lo mismo. Entre quienes viven con sus progenitores, el 45,5% de las mujeres y el 30% de los hombres afirma que las tareas domésticas las realizan principal o exclusivamente las mujeres, mientras que el porcentaje de personas que afirman que las realizan principalmente los hombres es insignificante.

BRECHAS DE GÉNERO EN LA SALUD

En la percepción de la salud, también encontramos brechas de género según investigaciones del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad. En 2020 una amplia mayoría de jóvenes consideraba que su estado de salud es bueno o muy bueno (un 69,7% las mujeres frente a un 75,8% los hombres). La percepción negativa del estado de salud es más acusada entre las mujeres, llega al 30% el porcentaje de mujeres que valora su salud como regular, mala o muy mala mientras que en los hombres es de 21,9%. En 2021 la percepción de la salud empeora de forma generalizada aunque se mantiene la misma brecha de género (un 50,2% de las mujeres se percibe en buen o muy buen estado de salud frente al 59,9% de los hombres).

Esto también ocurre si hablamos específicamente de salud mental. Por género, la percepción de haber padecido problemas de salud mental frecuentemente en el último año es prácticamente el doble entre las mujeres jóvenes (20,5%) frente a los hombres (11,2%).

Entre 2019 y 2021 ha aumentado el nivel de estrés de los y las jóvenes, siendo especialmente relevante el crecimiento del estrés con el trabajo (del 46,8% al 63%) y con la salud física y mental (del 28,6% al 45,8%). Un nivel de estrés que es superior entre las mujeres en todos los indicadores: trabajo /estudios (73% ellas, 54% ellos), situación económica (56% ellas, 46% ellos), salud (53% ellas, 38% ellos)…

TIC, ¿ESPACIO DE IGUALDAD?

Aunque formalmente se han eliminado gran parte de las brechas digitales de género que tienen que ver con la brecha de acceso general y, casi todas, las brechas de uso, sin embargo, todavía son importantes algunas brechas de género que tienen que ver con lo motivacional y lo emocional, es decir, las mujeres en muchos casos no muestran interés de manera estructural por lo tecnológico y, a su vez, suelen subestimar su nivel de competencias digitales. De hecho, según el Barómetro Jóvenes y Tecnología 2021 del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, los hombres jóvenes tienen un mayor nivel autopercibido de habilidades digitales que las mujeres. El 76,2% de ellos percibe que tiene un nivel alto o muy alto de competencias digitales, mientras que en el caso de ellas se sitúa en el 66,8%, es decir, 9.4 puntos porcentuales menos de nivel de competencias autopercibido. 

Más allá de las habilidades digitales, un aspecto fundamental de la brecha digital de género es la construcción de los entornos digitales como espacios hostiles para la participación de las mujeres. El miedo a recibir represalias y ser destinatarias de discursos de odio por el hecho de ser mujeres inhibe y dificulta su participación en un gran número de actividades digitales, especialmente en el ámbito de los videojuegos.